Hubo un tiempo que después de la media noche nadie quería salir por las calles de David, Chiriquí, en Panamá, para no encontrarse con la Dama Loca, una figura de mediano tamaño, blanca, su rostro nunca había sido visto porque con tu abundante cabellera negra se lo tapaba.
El tema era de conversación en cualquier parte de la
provincia, mientras que, en el Parque Cervantes de David, la cosa era peor
porque jubilados, mujeres, niños, varones e incluso los extranjeros residentes
no paraban de hablar del tema.
Un adolescente de 16 años, se le fugó en una ocasión a
sus padres para un encuentro clandestino con su noviecita, andaba por la calle C
Norte, cuando se topó con la loca, lo llamó y el joven corrió porque no quería
problemas.
Había toneladas de especulaciones de que escapó del Instituto
de Salud Mental Matías Hernández en la capital panameña, otro que la mujer era una
ciudadana costarricense y supuestamente se robaba a los niños que pululaban ahí,
sin embargo, nunca se reportó un infante como desaparecido.
También se decía que la fémina tuvo problemas de
drogas, salía muy tarde en la noche para no ser atrapada por la policía, aunque
ella era más inteligente que los agentes del orden público y los esquivaba.
Sin embargo, cuando colocaron las cámaras de
vigilancia en David, fue cuando los agentes del orden público la detectaron, la
cercaron y capturaron, se la llevaron a la estación de policía.
Era María José Hernández, una boqueteña de 25 años,
quien supuestamente abandonó hacía cinco años Boquete hacía para ir a la ciudad
de Panamá en busca de un futuro, pero la chica nunca se reportó con los
familiares.
En David conoció a Patricio Pitti, quedó flechada y el
caballero, se la llevó a su casa, donde la drogaba, abusaba sexualmente de ella,
construyó un sótano con el fin de ocultarla y encadenarla.
Patricio era un enfermo sexual, abogado de 40 años,
consumidor de cocaína y don Juan, sin hijos, ni novia porque sus relaciones
eran esporádicas y le daba de baja a las novias en menos de un mes.
Entretanto, ya en la policía, la bañaron, le dieron
ropa limpia e inicio el interrogatorio.
María José contó toda su penuria, se había fugado de
la casa de su captor en Doleguita hace tres meses, pululaba por la capital
chiricana en busca de comida, dormía debajo de los puentes, llamaba a las
personas, sin embargo, le huían al ver su rostro tapado con el cabello.
Localizaron a sus padres en Boquete, la fueron a
recoger, todo un mar de lágrimas en el encuentro, mientras que las autoridades
allanaban la casa del monstruo y se sorprendieron.
María José tuvo dos hijas en la misma casa, nunca
salieron, un médico las atendía y Patricio las escondía y que nacieron producto
del abuso sexual del abogado.
Ahora la dama es libre con sus dos niñas, intenta
rehacer su vida, registró a sus descendientes y Patricio espera juicio por
privación de libertad y delito contra la libertad sexual.