Doble vida

Katy conoció al hombre de su vida en una discoteca del Casco Antiguo de Panamá, el norteamericano George Massino, nativo de Portland, nieto de italianos y quien se presentó como inversionista de bienes y raíces.

La dama de piel canela y ojos pardos quedó enloquecida con el galán, dominaba muy bien el castellano, con algo de acento mexicano, rubio, ojos azules, alto y blanco como la espuma.

Massino le contó que vivió cuatro años en México, donde laboraba para una empresa constructora de California llamada CA. Company and Investment, lo que la atrajo más.

Su argumento siempre fue que no les interesaba los panameños, a sus 24 años no tuvo ni una sola pareja de su nacionalidad porque consideraba que los istmeños no eran lo suficientemente atractivos y con dinero para poseerla.



Por ello, la también secretaria de una empresa arrendadora de automóviles, ni siquiera miraba a sus paisanos, asistía los fines de semana al Casco Antiguo con amigas a ver qué encontraba hasta que se presentó Massino.

El caballero conducía un lujoso Mercedes-Benz, color gris, asientos de cuero y con toda la tecnología más las comodidades de un vehículo europeo, vivía en un apartamento en la Avenida Balboa.

Se sacó la lotería, pensó Katy, quien se convirtió en una goma de mascar del foráneo, la hizo renunciar al trabajo, creó una sociedad anónima y la puso de representante legal.

Adquirieron un fuerte crédito para construir un edificio, de pronto el hombre en acto de buena fe la pasó como presidenta de la compañía y gerente.

Feliz con su nueva vida, se mudó con Massino, se codeaban con la clase empresarial hasta que el caballero hizo un viaje a Estados Unidos antes de Semana Santa.





Pasaron tres semanas y el galán no mostraba signos de aparecer, ella lo llamó al celular de Estados Unidos, estaba apagado, no respondía los mensajes por WhatsApp y la mujer comenzó a temblar.

Al mes del viaje, la llamaron del banco para responder por el primer pago, cuando se fijó en la cuenta bancaria de la compañía que fundo con su marido, no había fondos.

Katy quedó en un mar de lágrimas, con una elevada deuda, cayó en la trampa de un extranjero estafador, casado y con hijos en El Paso, Texas, de donde era originalmente.

Su sueño de unirse legalmente con un guapetón no istmeño se esfumó, estafada, humillada y ahora con ganas de todo, menos de ser pareja de un foráneo.

Fotografía de la pareja cortesía de Freepik. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hermosa y peligrosa

 Lauren Padilla fue detenida en su residencia, ubicada en Turbaco, a pocos kilómetros de Cartagena de Indias, Colombia, por dos mujeres policías y un sargento.

El uniformado quedó sorprendido con la hermosura de la dama, de 27 años, toda una reina de belleza, aunque pasó varias veces por el quirófano para retoques de su anatomía.

La dama laboraba ocasionalmente como presentadora de un canal de televisión en YouTube donde se difundía información de música vallenato, sin embargo, las autoridades la acusaron de formar parte de una banda de secuestradores.

A la familia del empresario Rodrigo Rojas, le solicitaron 147 millones de pesos colombianos (unos 30 mil dólares estadounidenses) por su rescate, los parientes aceptaron y pagaron, pero el cuerpo del comerciante fue encontrado en María La Baja, amordazado y atado con sus manos atrás.



La Fiscalía argumentaba que Lauren frecuentaba las discotecas en la capital del departamento de Bolívar para cazar víctimas, usaba su escultural figura como carnada, les prometía sexo anal y se los llevaba a un apartamento, donde los privaban de libertad.

Era muy difícil que con esos senos y trasero operado los caballeros se negaran, más si contaban con suficiente dinero para una noche de placer por 300 dólares, la presunta tarifa de la mujer.

Sus ojos pardos, brillantes, su inmensa cabellera de azabache, su epidermis semejante a la nieve, era un imán que atraía hombres.

Dos masculinos estaban reportados como desaparecidos, todos casados, con hijos como Rodrigo, el pecado de la infidelidad le costó la vida al primero y el paradero del resto era desconocido.

La mujer fue identificada por una cámara de televisión cuando salía con Rodrigo de una discoteca y subieron a un taxi con rumbo desconocido.



Dos hombres, entre ellos el taxista y otra fémina, eran los supuestos responsables, aunque Lauren siempre alegó su inocencia.

Durante el juicio, la juez Margarita Gordillo, le explicó a la voluptuosa mujer que no le creía ni una sola palabra ni la de sus abogados, por lo que la condenó a 38 años por los delitos de secuestro y homicidio.

Los abogados de la modelo pidieron revisión de su sentencia, su alegato es que las pruebas son circunstanciales y una cinta de video no la hace culpable.

Ahora la dama espera la decisión de un Tribunal de Apelaciones, pero Gordillo la bautizó como una mujer hermosa y peligrosa cuando dictó la larga condena.

Imágenes cortesía de Gaula Colombia y Dreamstime.

 

 

 

 

 

El paraíso en decadencia





Una triste mañana como todas,

pero felices a la vez.

Trigo mohoso y preparado.

Poca ración entre las bocas.

Lengua casi seca y sedienta.



Al dormir el sol

figuras grises con colas y dientes atacan.

El frío arropa la esperanza.

Escasean los círculos dorados o plateados.


Maderos casados y desforestados por las manecillas.

Alimañas que bailan con las polillas.

El petróleo, rocas suaves y la nieve se esparcen por el patio.

Olores rancios que despiertan muertos.


Es un cíclope de 40 tentáculos.

Aprisiona muchas almas.

Un laberinto y una trampa.

Como falsas gemas.





Víctima de la tecnología

 Pedro Montes intentaba salir de la prisión de la pantalla del móvil, sin embargo, todos sus intentos por lograrlo fracasaron porque por su obsesión con el aparato tecnológico, esté se lo tragó.

Atrapado en su propio yo y sus acciones, no escuchó los consejos de su madre porque apenas llegaba del colegio, descuidaba sus responsabilidades como estudiante para agarrar el celular y pasar horas con él.

Navegaba por TikTok, Facebook, Instagram, Pinterest, Google, Kwai y varias redes sociales, en ocasiones ni consumía sus alimentos, lo que generó que su salud se deteriorara.

Tampoco hacía vida social o jugaba en el parque, con sus amigos y vecinos, como cualquier chico de 16 años, porque su vida solamente era el celular.



Debía usar el aparato, de lo contrario le entraba los ataques de nomofobia, lo que significa ansiedad extrema cuando una persona no utiliza su teléfono móvil.

Las citas al psicólogo sirvieron de algo en algún período, no obstante, cayó de nuevo en el mundo de la cibernética, aislado de su propia familia y el mundo exterior que le rodeaba.

Sus vecinos lo tildaban de loco, en la escuela estaba aislado, la autora de sus días le quitó el móvil, por lo que se enfureció y destruyó parte de la sala.

Quebró platos, vasos, jarrones, rajó los sofás y dañó los espejos que adornaban la sala.

Para no llamar a una ambulancia con el fin de internarlo en un sanatorio mental,  su mamá se lo entregó y de inmediato Pedro se fue a su pieza.

Feliz, lo encendió y empezó a navegar, posteriormente del teléfono salieron inmensos cables que le taparon la boca para evitar que gritara, le ató de manos, luego los pies y un gigantesco hueco se abrió en la pantalla para llevárselo.

Ahora Pedro desde adentro golpea la pantalla para que lo ayuden a salir, su mamá desconoce dónde está y llora a cada momento porque al final el chico fue víctima de la tecnología.

 Fotografía cortesía de Freepik.

La muerte bella

  


 

Por un lugar desconocido y lúgubre andaba.

La neblina todo obstaculizó.

Sentía el crujir de mis dientes.

Aterrado me encontré.

 

Sonidos desconocidos escuchaba.

Un aullido mis tímpanos casi destruyó.

La sangre se me helaba.

La luna no me alumbró.

 

Allí ella estaba.

De rubios cabellos y con sus pupilas de arcilla me miró.

Mi epidermis temblaba, pero la amaba.

Ella mi mente cazó.

 

Una loba sedienta y erótica.

Su labio desgarrado acaricié.

Llegó el ósculo de miel roja inesperado.

Pero, vi las cruces y descubrí que muerto estaba.


Imagen de Dreamstime.

'Soy una escritora de brújula pura': Nohe Abad Jiménez

 


La escritora madrileña, Nohe Abad Jiménez aceptó una entrevista con el portal ‘Fígaro Ábrego, el Escritor de Vacamonte’; donde cuenta sus inicios, su amor por las letras y otros interesantes detalles.

Nombre completo: Nohemí Abad Jiménez.

¿Cuántas obras tiene publicadas?

Tengo publicadas tres obras y estoy con la cuarta. También tengo unas dieciocho colaboraciones de distintos géneros: desde terror, hasta violencia de género, eróticos…

¿Cuál fue la más difícil de crear?

La novela más difícil de crear fue «La fuente eterna», de fantasía épica. Estaba en una época muy difícil de mi vida. La escritura me salvó. Ni siquiera pretendía publicar, solo crear un mundo que me evadiera del que vivía. Tardé 5 años en escribirla y fue toda una sorpresa que una editorial se interesara en ella.

Si tiene proyecto nuevo menciónelo.

Mi último proyecto es la segunda parte de la bilogía «Iris, rota hermosura» de género ficción urbana aunque también es autobiográfico. Tendrá el nombre de «Iris, lágrimas de sangre» y espero que salga antes del verano.



En qué se inspira para escribir.

Me inspiro en la necesidad de tener algo que decir. No planeo cómo, ni el género, absolutamente nada. Soy una escritora brújula pura, tengo que sentir esa sensación de tener la piel erizada, y entonces, es cuando todo sale.

¿Cómo nace su amor por las letras?

Nace desde niña. Hace muchos años, cuando todavía la dislexia era casi desconocida, yo daba clases de apoyo para los estudios con personas con este problema. Aquí la lectura era parte indispensable, y hacían bonito el que tuvieras ganas de leer, no como algo obligatorio o que (como en mi caso) haces mal, sino porque entiendes las historias y descubres su magia. El primer libro que leí fue «La historia interminable», siguió «El Hobbit» y ya no paré.

 

¿Cuál es su obra literaria favorita?

Qué difícil, pero por el cariño y todo lo que conlleva esa obra diría que la trilogía de «El señor de los anillos».

¿Cómo considera el estatus de los escritores autopublicados?

Bueno, pues considero que somos verdaderas máquinas de aprendizaje. No es sencillo hacerte ver en este mundo. No solo es escribir, sino demostrar que lo haces veinte veces mejor de lo que se espera. Es indispensable tener un buen corrector de confianza, un buen ilustrador… Todo sale de tu bolsillo para crear una obra digna. Pienso que vivimos en un mundo de «amiguismo. Gana el que más contactos tiene, más dinero, más seguidores…»



Su mejor y peor experiencia.

Las contesto juntas porque la mejor fue también la peor. Publiqué hace años con una editorial mi primer libro «La fuente eterna», e hicimos una presentación que, por aquel entonces, me parecía mágica, estar viviendo un sueño. ¡Yo hablando de mi libro!

La inexperiencia hace que todo te parezca bien. El día anterior a la presentación, estaba en quirófano (no sé qué número sería), me estaban colocando un neuroestimulador en la columna (tengo dolor neuropático crónico por una mala operación), y le comenté al cirujano lo que iba a pasar al día siguiente. Quiso posponerla, pero me negué: «yo ya no pospongo nada más en mi vida doctor», le dije. Acabó viniendo a la presentación, preocupado por si se salía algún cable de mi cuerpo, jajaja.

Y digo que es también la peor, porque era inexperta, porque era inocente, porque no sabía nada de este mundo. Me pidieron que llevara un mínimo de 50 personas obligatoriamente, y metí en ese embrollo a todo el mundo habido y por haber (en mi círculo personal jamás he tenido tanta gente), me ayudaron amigos de amigos, gente que ni conocía.

Pensaba que era lo normal, luego supe que aquello no era algo que una editorial seria te pida nunca. El precio del libro eran 25€, algo desorbitado, que solo pagó aquel que fue para que pudiera sacar adelante el libro, amigos. Entonces lo mágico se convirtió en una sombra.



Casada, unida o soltera.

Soltera.

 

¿Cuál considera usted que es su mejor atractivo?

La tenacidad.

¿Cree en el amor a primera vista?

Hace unos años hubiera dicho que sí. Pero ahora, creo que una relación se construye, afianza y mejora con tiempo y ganas.

¿Sabe cocinar?

Sí. Además me encanta.

¿Cuál es su plato favorito?

La tortilla de patatas.

¿Fuma o bebe?

No bebo. Fumo por la noche un cigarro con cannabis medicinal para descansar bien.

¿Qué hace en sus ratos libres?

Pues me encanta cantar, leer, pasear, salir a la naturaleza, hacer ejercicio, cuidar animales… En definitiva, nada que ataña grandes multitudes ni ruidos.

Mensaje para los aspirantes escritores.

Mi mensaje sería: escribe siempre lo que te guste sin pensar en qué opinarán los demás.

El Testigo Infiel

La sala del Tribunal Superior en Las Tablas, provincia de Los Santos, Panamá, estaba llena de público, ya que se sometía a juicio por homicidio a la maestra Ana Paola Cárdenas, por la violenta muerte de Patricia Cohen, una docente nacida en Chitré, Herrera, y residenciada en la capital santeña.

Una pobre investigación tenía el Ministerio Público porque ambas eran rivales desde la universidad por un viejo amor, se graduaron juntas, tuvieron la suerte de conseguir una plaza en su provincia, aunque ninguna de las dos se casó con el masculino del conflicto.

Patricia recibió 13 puñaladas y desde que fue detenida, Ana Paola se negó a declarar el lugar donde se encontraba la noche del hecho de sangre, por lo que la Fiscalía de Homicidios daba por probado que era la responsable del salvaje delito.



No había testigos, ni huellas digitales, solo pruebas vagas y débiles de una multa de una juez de Paz a Ana Paola, por agresión física con la hoy occisa y su rechazo a declarar.

Mientras que el representante del Ministerio Público la destruía, en los ojos sol de la blanca dama, se originaba un diluvio y sus mejillas se tornaban coloradas de la impresión o los nervios.

—Ella la asesinó con alevosía, lo planificó, aprovechó que eran carnavales para ir hasta su vivienda en las afueras de Las Tablas para hundir 13 veces el arma blanca—, alegó Roy Montilla, fiscal.

Todos creían que la iban a condenar hasta que la defensa llevó al estrado a Carlos Silva, un maestro oriundo de Macaracas, pero residente en Las Tablas, ya que se ganaba el pan como docente allí.

La Fiscalía protestó, pero el juez aceptó el testimonio del maestro, decisión motivada por ser la única prueba a favor de la imputada.

El público observó a un caballero de apenas 1.60 metros, blanco, ojos verdes, medio rubio, vestido con una camisilla blanca, pantalón negro y cutarras, ir al estrado.

—Ella no la mató, señor juez y fiscal. Esa noche durmió conmigo en un hotel de Guararé, nunca estuvo en Las Tablas; tengo el recibo de pago de la habitación y el video de las cámaras que prueban todo—.



El fiscal, la gente de la audiencia e incluso la procesada se sorprendieron al escuchar al maestro decir la verdad.

Entregó el recibo y el video del hotel, se mostró y en efecto estaba la pareja.

Lo malo de la historia es que en la sala de audiencia se encontraba la esposa del docente, conocido como El maestro pequeño.

El fiscal Montilla agachó la cabeza cuando el jurado de conciencia declaró inocente a Ana Paola.

Silva terminó divorciado de su mujer, también Ana Paola, ya que ambos eran casados y en toda la provincia de Los Santos le cambiaron el apodo a El Testigo Infiel.

Ya eran libres para casarse y vivir juntos su amor clandestino.

Por su parte, el Ministerio Público debía hallar al real autor o autora del asesinato y empezó a trabajar en eso.

 

Embrujado y aculillado

La llegada del profesor de inglés Max Taylor desde Colón, Panamá; hacia San Félix, revolucionó al pueblo chiricano, ya que el aspecto físico del caballero era de un don Juan, encantador, inteligente, aplicado, culto y muy sincero.

En el año 1976 había demasiados tabúes en la sociedad mundial, por lo que la panameña no se quedaba atrás, el docente corría, hacía ejercicios fuertes como levantar pesas, montaba bicicleta, lector empedernido y le encantaban las mujeres.

Liberal de ideas políticas, antimilitarista, ganó la simpatía de las familias terratenientes y oligarcas de la zona, aunque también la enemistad de los adictos al gobierno de los militares que gobernó durante 21 años la nación canalera.



Alto, de cabello afro, castaño oscuro, ojos verdes y cuerpo de un soldado de infantería, Max sedujo a mujeres casadas, solteras, unidas, blancas, negras, chinas y varias de la etnia Ngäbe-Buglé, pero a ni una sola la embarazaba.

Corría abril del 1977 en la zona todo cambió, Max era el soltero más cotizado hasta que conoció a Aldira Montezuma, una india del lugar, unida, con dos hijos, con cuerpo escultural, seductora y practicante de la magia negra.

Una noche, en un baile típico del pueblo, el marido de Aldira no estaba porque laboraba en las fincas cafetaleras costarricenses para ganarse unos reales, mientras a su mujer otro buay le sobaba toda su anatomía, besaba sus carnosos labios y al final de la jornada la enyardó, como solía hacer con todas.

Sin embargo, lo que no se esperaba el caballero conquistador era la dama estaba dispuesta a dejar su marido para juntarse con el profesor, pero este le notificó que llegó a San Félix a trabajar y pasarla bien, lo que no le gustó a la dama.

No hubo variaciones, a los tres meses Max venía de la cantina del pueblo algo tomado, giró para la casa donde arrendaba un cuarto, no obstante, el caballero se perdió y terminó camino al cementerio.

Se le apareció una mujer linda, Ngäbe-Buglé, tan preciosa como Aldira, vestía una nagua verde, con sus respectivos adornos geométricos,  chaquiras en su cuello y coqueta sonrisa.

Le hizo señas al docente para que la siguiera y este lo hizo, el camino se hizo largo y de pronto la mujer atravesó la puerta del cementerio para desaparecer.



Max aterrado corrió hasta llegar a su cuarto, al día siguiente le dijo a la dueña de la casa lo que vio, ella no respondió, aunque sabía que era un acto de venganza de Aldira, herida por el rechazo del masculino.

Con el paso del tiempo la salud de Max se deterioró, se puso delgado, su cabello encaneció con casi 30 años, nunca lo dejaban solo por miedoso y cuando terminaba sus clases caminaba con sus estudiantes hasta una casa de alquiler donde se mudó.

En febrero de 1982, lo encontraron muerto en su vivienda de arriendo, el reporte médico dictaminó que falleció por un paro respiratorio y como vivía solo nadie logró ayudarlo.

Los vecinos dicen que el profesor, por andar de mujer en mujer, Aldira lo embrujó para que no tuviese pareja y muriera poco a poco.

Por su parte, la dama herida en su orgullo femenino se suicidó al ahorcarse de un árbol porque no soportó ver morir al hombre que amó, a pesar del daño que ella le causó.

 

 

 

 

 


El monstruo del lago Bayano

Moss y Albert, eran dos nativos de la etnia guna que pescaban tilapia en el lago Bayano, en Panamá Este, en horas de la noche, mientras fumaban algunos cigarrillos antes de zarpar con el fin de atrapar una buena cantidad de peces para alimentarse.

En la comarca había un rumor de que esporádicamente se aparecía un animal que la ciencia no conocía, aunque sus avistamientos eran no comprobados y el asunto solo quedaba en un chisme.



Pero esa noche, los dos pescadores salieron en su chalupa a trabajar como lo hacían siempre, cayó una fuerte lluvia, estaban en medio del lago, las estrellas desaparecieron y los árboles del bosque danzaban.

Sus armas de labor eran redes, un arpón rudimentario de madera, unas medias de seco porque la noche se hacía fría, cigarrillos, botellas con agua potable, unas mantas y una nevera portátil de hielo seco para guardar el producto de su trabajo.

Moss y Albert, empapados, sus pardos ojos observan las gotas caer sobre las aguas del lago, miraban los círculos al impactar, el primero levantó la vista al cielo y de pronto sintió miedo.

—Mira el agua Moss, parece que se mueve—.

—No digas locuras, Albert, porque es solo tu imaginación—.

Ante el terror, Albert tomó el remo para llevar la embarcación a tierra firme, sin embargo, su camarada lo objetó.

—No seas culilloso. Ni un solo pescado atrapamos, así que esperaremos un rato y luego nos vamos—.

Pasaron diez, minutos, los nativos se sorprendieron cuando vieron un remolino en el agua, se asustaron, dejó de llover, la luna alumbró poco, Albert tomó la linterna para alumbrar el fenómeno natural.



Las aguas empezaron a moverse, pero la canoa no se volteó, escucharon un zambullido y ahí estaba.

Era parecido al karanus komodoensesi o el dragón de Komodo, con alas, piel escamosa, ojos azules, una larga lengua, patas cortas, de ocho metros de largo, volaba alrededor de ellos y emitía un sonido a baja frecuencia que perturbaba los oídos de los masculinos.

Tenía unas luces encima de su cabeza, con ellas alumbraba el lago y divisó a los pescadores, posteriormente abrió su inmensa boca, con su lengua empujó la canoa, Moss abandonó la chalupa, pero no Albert.

Aterrado solamente miraba el monstruo que seguía volando cerca de los hombres, atrapó primero a Albert y luego a Moss.

En la mañana siguiente encontraron la chalupa en la orilla oeste, lo que generó la leyenda de que el Monstruo del lago Bayano se tragó a los humildes trabajadores.

 

 

 

 

 

 

¿Dónde está mi flor?

 

Tuco, Tico y Toto, tres carajillos nacidos en Metetí, Darién, Panamá, se fugaban del cuidado de sus padres en las noches, tomaban sus bicicletas para jugar después de las ocho en las inmediaciones del cementerio local.

El reto consistía en correr con la bicicleta, luego ingresar al camposanto, tomar una flor de cualquier tumba e ir hacia atrás para demostrar que poseían la misma fuerza y nervios de un valiente guerrero.

Las noches eran extremadamente oscuras, vientos fuertes que estremecían las ramas de los árboles, arbustos, la hierba, objetos mal colocados y hojas caídas, un cielo estrellado porque no había grandes edificios y luces que las opacaran.



En esa área solo escuchabas el sonido de la brisa o alguna cosa material que esta movía, sin embargo, los chicos no eran temerosos a las leyendas de los cementerios, ni ánimas, fantasmas, brujas o demonios que saliesen de las tumbas.

Los infantes, casi todos de rasgos acholados, menos Tico, hijo de un español y una negra darienita, era blanco, cabello de afro, ojos verdes y aparentaba unos 14 años por su estatura, en comparación con sus amigos de piel canela, cabello lacio negro, ojos pardos y de baja estatura.

Durante una de esas noches de travesuras, Tico logró agarrar una flor silvestre de la tumba de un niño de 12 años, muerto tras una batalla contra una enfermedad, pero como había poca luz, no se dio cuenta de dónde obtuvo el premio.

Se fueron a sus casas tras terminar sus ratos de ocio para ser regañados como siempre, aunque a Tico lo castigaron y no lo dejaron ver televisión.

Tuvo una pesadilla esa misma noche en la cual un infante lo correteaba en el cementerio mientras le reclamaba por la flor que agarró de su tumba, lo que generó que mojara su pijama del susto.

Al mediodía fue donde Tuco y Toto para contar el terrible sueño, sus amigos rieron y le dijeron que solo era excusa para no jugar o sus papás lo taparían para no ir más tarde a divertirse.

—Soy valiente e iré con ustedes hoy al cementerio. Nada de culillo—, afirmó Tico molesto a sus amigos.



—No te pongas bravo—, respondió Tuco.

—Solo queríamos molestar—, añadió Toto.

Pasaron las horas y llegó el momento de ir al cementerio, decidieron quedarse más tiempo hasta esperar si acontecía algo, tener varias flores y quedarse 5 minutos dentro del camposanto.

Hicieron lo planificado, pero al momento de la espera en el suelo salió neblina, la temperatura bajó, las puertas del lugar se cerraron solas, por lo que los tres chiquillos vieron cómo las cadenas se enrollaban y casi se cagan de terror.

Una figura levitaba, un infante con rasgos indígenas se acercó a ellos, no tenía ojos, ni lengua, pero sí mucho cabello, con color de cuerpo entre blanco y azul mezclado.

—¿Dónde está mi flor? ¿Por qué se las roban de mi tumba? —, interrogó el fantasma.

—Perdón, solo jugábamos, somos niños—, respondió Toto.

—Los cementerios no son sitio para jugar, sino para descansar—, resaltó el muerto.

—Perdón, pero no nos lleve, no nos mate—, manifestó Tuco.

—Si los vuelvo a ver de nuevo en mi tumba, me los llevo a los tres—, dijo el espíritu, se perdió entre la neblina y la temperatura subió.

Los tres muchachitos corrieron, Tuco se hizo caca en su pantalón, mientras que Tico y Toto se orinaron y jamás volvieron a jugar ni entraron al cementerio de Metetí.


La Bruja de Metetí

En momentos que agonizaba, doña Chona, conocida como La Bruja de Metetí, en Darién, Panamá, la anciana a sus 71 años, no podía morir porque había algo que le impedía se fuese al más allá. 

La mujer estaba rodeada de sus nietos, algunos bisnietos, tres de sus hijos vivos y algunos amigos que esperaban heredar parte de las tierras, ganado y dinero que la mujer tenía en el banco.

La señora era muy respetada en la zona, se casó muy joven y enviudó a los 43 años, nunca más volvió a casarse, pero en el pueblo decían que una maldición cayó sobre su vida para no tener más pareja.

Practicaba la brujería, era experta para atraer dinero, neutralizar a sus enemigos y había gente que la odiaba también, ya que cometió algunos pecados al despojar de terrenos a humildes campesinos.

Aunque posteriormente les entregaba el dinero por el valor de la finca y poseía mucho poder porque en su casa políticos la visitaban en busca de su bendición.



Fuertes rumores corrían por Metetí de que doña Chona, se convertía en gárgola para recorrer extensas zonas de la selvática provincia panameña en busca de oro y localizar a los taladores ilegales de madera.

Varios de ellos aparecieron muertos, la policía no tenía pistas, sin embargo, sus cuerpos no tenían sangre, pero sí una marca de colmillos en su brazo derecho, lo que los galenos de Medicina Legal, argumentaban que alguien las extrajo.

Entretanto, todos miraban cómo dona Chona se resistía a fallecer, luego mariposas negras volaban sobre su lecho, en momentos que el público miraba que los insectos se elevaban con la cabeza hacia abajo.

Una de sus sobrinas, la agarró, la colocó boca abajo y la señora falleció.

Lágrimas, abrazos, miradas tristes por la muerte de doña Chona, quien fue sepultada al día siguiente, aunque el cura del poblado se negó a realizar la misa.

A la semana unos carajillos jugaban en el cementerio de Metetí, al pasar por la tumba de la bruja observaron algo terrible porque la fosa estaba abierta y el féretro vacío.

Cagados de miedo, los infantes huyeron, avisaron y medio pueblo fue a ver lo acontecido, se persignaron, rezaron la Avemaría y el Padrenuestro.

El chisme por todo Darién es que a doña Chona, conocida como La Bruja de Metetí, el diablo se llevó su cuerpo, mientras que en las noches algunos afirman que vieron la sombra de un pájaro grande o gárgola volando en el cielo del poblado darienita.

Toda su fortuna la dejó a los pobres de Darién