Tres son multitud

La Dirección de Responsabilidad Profesional (DRP) de la Policía Nacional (PN) de Panamá, concluyó que un cabo y un sargento, eran responsables de afectar la imagen de la institución, por lo que debían ser despedidos.

El cabo Luis Trejos y el sargento, Manuel Collado, culpables de protagonizar una pelea en la estación de San Miguel, en la capital panameña, ambos enamorados de la agente Estefanía Méndez.

Y es que los triángulos amorosos son peligrosos, Luis fue expareja de Estefanía, mientras que Manuel es su actual novio, el primero seguía jodiendo a la dama y el segundo también andaba con otra mujer policía.



Luis, sencillamente al terminar su turno en Tocumen, fue donde Manuel a reclamarle que quemaba a su pareja, a lo que este respondió que eso no era de su incumbencia y se largara de la estación.

Manuel le metió un derechazo a la barbilla izquierda de su contrincante, quien respondió con una izquierda en el tórax, aunque ninguno cayó y el resto de los uniformados no intervinieron.

En pelea de marido y mujer nadie se mete, dicen en Panamá, sin embargo, alguien hacía tercio, se dieron golpes, patadas y posteriormente los toletes impactaron en la anatomía de los boxeadores.

Luis quedó con el brazo derecho quebrado y Manuel con tres costillas derechas rotas, Estefanía no logró ver la función boxística porque estaba libre ese jueves en la tarde.



Gran cantidad de gruesas palabras y cloacas se escucharon por todo San Miguel desde la estación y los vecinos se acercaron para ver a dos miembros del orden público hacer todo lo contrario para lo que fueron entrenados.

Estefanía es de raza negra, de baja estatura, lindo rostro, ojos pardos, cuerpo de diosa y caminado coqueto, jamás se imaginó estar involucrada sin quererlo embrollo amoroso.

Los rivales, de contextura atlética, caucásicos y de cabello negro, se llevaron la peor parte de esta historia.

Estefanía, harta de esa situación y como toda la entidad sabía quién era la medalla a ganar, le dio la baja sentimental a Manuel porque se enteró de que tenía otro frente femenino.

Tres son multitud, Luis no encajaba en la pieza, Manuel movía dos máquinas al mismo tiempo y la dama herida en su orgullo de mujer dejó a su novio por perro.

Ahora los gladiadores están en el hospital, sin trabajo y sin pareja.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Usada, burlada y estafada

Vanessa Varela, de 28 años, luchó para salir de Cienfuegos, Cuba, atraída y estimulada por viejas películas de Hollywood que pintaban a Estados Unidos como la solución de todos los problemas mundiales.

Se radicó en Miami, Florida, donde una tía, los primeros meses, trabajó fregando platos en un restaurante en las tardes y en las noches en un bar de mala muerte como camarera.

No era lo que esperaba como decía el séptimo arte, que el dinero llovía apenas aterrizabas, sin embargo, laboraba y contaba con sus libertades de comprarse lo que quisiese sin restricciones.

En Cuba hay racionamiento para todos y poco dinero, mientras que en Estados Unidos no existe el primero, aunque el segundo también escasea, más a los migrantes que deben fajarse duro para conseguir 50 dólares.



Vanessa no se adaptaba aún al exilio, llevaba ya cuatro meses en Miami cuando contactó por internet al habanero, Fausto Socarras, de 31 años, un electricista que también buscaba salir de la isla.

La pareja hizo amistad durante seis meses, platicaban mucho, se enviaban fotos, videos, sin embargo, la familia de la chica le aconsejaba que buscara un novio en Estados Unidos, no en Cuba.

Vanessa insistía, la dama de ojos oscuros, piel canela, pelo ensortijado, delgada y mediana estatura, decía que estaba enamorada del capitalino, que su blanca piel y cabello negro le encantaba.

No hubo forma de cambiar su actitud, ni siquiera cuando su novio le comentó que no se iría de su país sin su prima de Irina, de 25 años, con quien mantenía una larga relación de familia.



Entre regañadientes, la exiliada trabajó como burra, remitió gota a gota el dinero, por las sanciones estadounidenses al gobierno cubano y por fin Fausto e Irina salieron del paraíso comunista.

No obstante, tras cuatro semanas de estar en Miami no se reportaron con Vanessa.

No respondía los mensajes de correo electrónico, ni de redes sociales, hasta que la hermosa mulata los pilló en un restaurante de la Pequeña Habana, como tórtolos, no reclamó y en un océano de lágrimas se marchó al apartamento de su tía.

La señora, con vasta experiencia, le comentó que la mayoría de las relaciones cibernéticas son falsas, que aprendiera la lección, pasara la página y encontrara un hombre que la valorara.

Imágenes cortesía de Javi_Lind en Freepik no relacionadas con la historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Doble vida

Katy conoció al hombre de su vida en una discoteca del Casco Antiguo de Panamá, el norteamericano George Massino, nativo de Portland, nieto de italianos y quien se presentó como inversionista de bienes y raíces.

La dama de piel canela y ojos pardos quedó enloquecida con el galán, dominaba muy bien el castellano, con algo de acento mexicano, rubio, ojos azules, alto y blanco como la espuma.

Massino le contó que vivió cuatro años en México, donde laboraba para una empresa constructora de California llamada CA. Company and Investment, lo que la atrajo más.

Su argumento siempre fue que no les interesaba los panameños, a sus 24 años no tuvo ni una sola pareja de su nacionalidad porque consideraba que los istmeños no eran lo suficientemente atractivos y con dinero para poseerla.



Por ello, la también secretaria de una empresa arrendadora de automóviles, ni siquiera miraba a sus paisanos, asistía los fines de semana al Casco Antiguo con amigas a ver qué encontraba hasta que se presentó Massino.

El caballero conducía un lujoso Mercedes-Benz, color gris, asientos de cuero y con toda la tecnología más las comodidades de un vehículo europeo, vivía en un apartamento en la Avenida Balboa.

Se sacó la lotería, pensó Katy, quien se convirtió en una goma de mascar del foráneo, la hizo renunciar al trabajo, creó una sociedad anónima y la puso de representante legal.

Adquirieron un fuerte crédito para construir un edificio, de pronto el hombre en acto de buena fe la pasó como presidenta de la compañía y gerente.

Feliz con su nueva vida, se mudó con Massino, se codeaban con la clase empresarial hasta que el caballero hizo un viaje a Estados Unidos antes de Semana Santa.





Pasaron tres semanas y el galán no mostraba signos de aparecer, ella lo llamó al celular de Estados Unidos, estaba apagado, no respondía los mensajes por WhatsApp y la mujer comenzó a temblar.

Al mes del viaje, la llamaron del banco para responder por el primer pago, cuando se fijó en la cuenta bancaria de la compañía que fundo con su marido, no había fondos.

Katy quedó en un mar de lágrimas, con una elevada deuda, cayó en la trampa de un extranjero estafador, casado y con hijos en El Paso, Texas, de donde era originalmente.

Su sueño de unirse legalmente con un guapetón no istmeño se esfumó, estafada, humillada y ahora con ganas de todo, menos de ser pareja de un foráneo.

Fotografía de la pareja cortesía de Freepik. 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hermosa y peligrosa

 Lauren Padilla fue detenida en su residencia, ubicada en Turbaco, a pocos kilómetros de Cartagena de Indias, Colombia, por dos mujeres policías y un sargento.

El uniformado quedó sorprendido con la hermosura de la dama, de 27 años, toda una reina de belleza, aunque pasó varias veces por el quirófano para retoques de su anatomía.

La dama laboraba ocasionalmente como presentadora de un canal de televisión en YouTube donde se difundía información de música vallenato, sin embargo, las autoridades la acusaron de formar parte de una banda de secuestradores.

A la familia del empresario Rodrigo Rojas, le solicitaron 147 millones de pesos colombianos (unos 30 mil dólares estadounidenses) por su rescate, los parientes aceptaron y pagaron, pero el cuerpo del comerciante fue encontrado en María La Baja, amordazado y atado con sus manos atrás.



La Fiscalía argumentaba que Lauren frecuentaba las discotecas en la capital del departamento de Bolívar para cazar víctimas, usaba su escultural figura como carnada, les prometía sexo anal y se los llevaba a un apartamento, donde los privaban de libertad.

Era muy difícil que con esos senos y trasero operado los caballeros se negaran, más si contaban con suficiente dinero para una noche de placer por 300 dólares, la presunta tarifa de la mujer.

Sus ojos pardos, brillantes, su inmensa cabellera de azabache, su epidermis semejante a la nieve, era un imán que atraía hombres.

Dos masculinos estaban reportados como desaparecidos, todos casados, con hijos como Rodrigo, el pecado de la infidelidad le costó la vida al primero y el paradero del resto era desconocido.

La mujer fue identificada por una cámara de televisión cuando salía con Rodrigo de una discoteca y subieron a un taxi con rumbo desconocido.



Dos hombres, entre ellos el taxista y otra fémina, eran los supuestos responsables, aunque Lauren siempre alegó su inocencia.

Durante el juicio, la juez Margarita Gordillo, le explicó a la voluptuosa mujer que no le creía ni una sola palabra ni la de sus abogados, por lo que la condenó a 38 años por los delitos de secuestro y homicidio.

Los abogados de la modelo pidieron revisión de su sentencia, su alegato es que las pruebas son circunstanciales y una cinta de video no la hace culpable.

Ahora la dama espera la decisión de un Tribunal de Apelaciones, pero Gordillo la bautizó como una mujer hermosa y peligrosa cuando dictó la larga condena.

Imágenes cortesía de Gaula Colombia y Dreamstime.

 

 

 

 

 

El paraíso en decadencia





Una triste mañana como todas,

pero felices a la vez.

Trigo mohoso y preparado.

Poca ración entre las bocas.

Lengua casi seca y sedienta.



Al dormir el sol

figuras grises con colas y dientes atacan.

El frío arropa la esperanza.

Escasean los círculos dorados o plateados.


Maderos casados y desforestados por las manecillas.

Alimañas que bailan con las polillas.

El petróleo, rocas suaves y la nieve se esparcen por el patio.

Olores rancios que despiertan muertos.


Es un cíclope de 40 tentáculos.

Aprisiona muchas almas.

Un laberinto y una trampa.

Como falsas gemas.





Víctima de la tecnología

 Pedro Montes intentaba salir de la prisión de la pantalla del móvil, sin embargo, todos sus intentos por lograrlo fracasaron porque por su obsesión con el aparato tecnológico, esté se lo tragó.

Atrapado en su propio yo y sus acciones, no escuchó los consejos de su madre porque apenas llegaba del colegio, descuidaba sus responsabilidades como estudiante para agarrar el celular y pasar horas con él.

Navegaba por TikTok, Facebook, Instagram, Pinterest, Google, Kwai y varias redes sociales, en ocasiones ni consumía sus alimentos, lo que generó que su salud se deteriorara.

Tampoco hacía vida social o jugaba en el parque, con sus amigos y vecinos, como cualquier chico de 16 años, porque su vida solamente era el celular.



Debía usar el aparato, de lo contrario le entraba los ataques de nomofobia, lo que significa ansiedad extrema cuando una persona no utiliza su teléfono móvil.

Las citas al psicólogo sirvieron de algo en algún período, no obstante, cayó de nuevo en el mundo de la cibernética, aislado de su propia familia y el mundo exterior que le rodeaba.

Sus vecinos lo tildaban de loco, en la escuela estaba aislado, la autora de sus días le quitó el móvil, por lo que se enfureció y destruyó parte de la sala.

Quebró platos, vasos, jarrones, rajó los sofás y dañó los espejos que adornaban la sala.

Para no llamar a una ambulancia con el fin de internarlo en un sanatorio mental,  su mamá se lo entregó y de inmediato Pedro se fue a su pieza.

Feliz, lo encendió y empezó a navegar, posteriormente del teléfono salieron inmensos cables que le taparon la boca para evitar que gritara, le ató de manos, luego los pies y un gigantesco hueco se abrió en la pantalla para llevárselo.

Ahora Pedro desde adentro golpea la pantalla para que lo ayuden a salir, su mamá desconoce dónde está y llora a cada momento porque al final el chico fue víctima de la tecnología.

 Fotografía cortesía de Freepik.

La muerte bella

  


 

Por un lugar desconocido y lúgubre andaba.

La neblina todo obstaculizó.

Sentía el crujir de mis dientes.

Aterrado me encontré.

 

Sonidos desconocidos escuchaba.

Un aullido mis tímpanos casi destruyó.

La sangre se me helaba.

La luna no me alumbró.

 

Allí ella estaba.

De rubios cabellos y con sus pupilas de arcilla me miró.

Mi epidermis temblaba, pero la amaba.

Ella mi mente cazó.

 

Una loba sedienta y erótica.

Su labio desgarrado acaricié.

Llegó el ósculo de miel roja inesperado.

Pero, vi las cruces y descubrí que muerto estaba.


Imagen de Dreamstime.

'Soy una escritora de brújula pura': Nohe Abad Jiménez

 


La escritora madrileña, Nohe Abad Jiménez aceptó una entrevista con el portal ‘Fígaro Ábrego, el Escritor de Vacamonte’; donde cuenta sus inicios, su amor por las letras y otros interesantes detalles.

Nombre completo: Nohemí Abad Jiménez.

¿Cuántas obras tiene publicadas?

Tengo publicadas tres obras y estoy con la cuarta. También tengo unas dieciocho colaboraciones de distintos géneros: desde terror, hasta violencia de género, eróticos…

¿Cuál fue la más difícil de crear?

La novela más difícil de crear fue «La fuente eterna», de fantasía épica. Estaba en una época muy difícil de mi vida. La escritura me salvó. Ni siquiera pretendía publicar, solo crear un mundo que me evadiera del que vivía. Tardé 5 años en escribirla y fue toda una sorpresa que una editorial se interesara en ella.

Si tiene proyecto nuevo menciónelo.

Mi último proyecto es la segunda parte de la bilogía «Iris, rota hermosura» de género ficción urbana aunque también es autobiográfico. Tendrá el nombre de «Iris, lágrimas de sangre» y espero que salga antes del verano.



En qué se inspira para escribir.

Me inspiro en la necesidad de tener algo que decir. No planeo cómo, ni el género, absolutamente nada. Soy una escritora brújula pura, tengo que sentir esa sensación de tener la piel erizada, y entonces, es cuando todo sale.

¿Cómo nace su amor por las letras?

Nace desde niña. Hace muchos años, cuando todavía la dislexia era casi desconocida, yo daba clases de apoyo para los estudios con personas con este problema. Aquí la lectura era parte indispensable, y hacían bonito el que tuvieras ganas de leer, no como algo obligatorio o que (como en mi caso) haces mal, sino porque entiendes las historias y descubres su magia. El primer libro que leí fue «La historia interminable», siguió «El Hobbit» y ya no paré.

 

¿Cuál es su obra literaria favorita?

Qué difícil, pero por el cariño y todo lo que conlleva esa obra diría que la trilogía de «El señor de los anillos».

¿Cómo considera el estatus de los escritores autopublicados?

Bueno, pues considero que somos verdaderas máquinas de aprendizaje. No es sencillo hacerte ver en este mundo. No solo es escribir, sino demostrar que lo haces veinte veces mejor de lo que se espera. Es indispensable tener un buen corrector de confianza, un buen ilustrador… Todo sale de tu bolsillo para crear una obra digna. Pienso que vivimos en un mundo de «amiguismo. Gana el que más contactos tiene, más dinero, más seguidores…»



Su mejor y peor experiencia.

Las contesto juntas porque la mejor fue también la peor. Publiqué hace años con una editorial mi primer libro «La fuente eterna», e hicimos una presentación que, por aquel entonces, me parecía mágica, estar viviendo un sueño. ¡Yo hablando de mi libro!

La inexperiencia hace que todo te parezca bien. El día anterior a la presentación, estaba en quirófano (no sé qué número sería), me estaban colocando un neuroestimulador en la columna (tengo dolor neuropático crónico por una mala operación), y le comenté al cirujano lo que iba a pasar al día siguiente. Quiso posponerla, pero me negué: «yo ya no pospongo nada más en mi vida doctor», le dije. Acabó viniendo a la presentación, preocupado por si se salía algún cable de mi cuerpo, jajaja.

Y digo que es también la peor, porque era inexperta, porque era inocente, porque no sabía nada de este mundo. Me pidieron que llevara un mínimo de 50 personas obligatoriamente, y metí en ese embrollo a todo el mundo habido y por haber (en mi círculo personal jamás he tenido tanta gente), me ayudaron amigos de amigos, gente que ni conocía.

Pensaba que era lo normal, luego supe que aquello no era algo que una editorial seria te pida nunca. El precio del libro eran 25€, algo desorbitado, que solo pagó aquel que fue para que pudiera sacar adelante el libro, amigos. Entonces lo mágico se convirtió en una sombra.



Casada, unida o soltera.

Soltera.

 

¿Cuál considera usted que es su mejor atractivo?

La tenacidad.

¿Cree en el amor a primera vista?

Hace unos años hubiera dicho que sí. Pero ahora, creo que una relación se construye, afianza y mejora con tiempo y ganas.

¿Sabe cocinar?

Sí. Además me encanta.

¿Cuál es su plato favorito?

La tortilla de patatas.

¿Fuma o bebe?

No bebo. Fumo por la noche un cigarro con cannabis medicinal para descansar bien.

¿Qué hace en sus ratos libres?

Pues me encanta cantar, leer, pasear, salir a la naturaleza, hacer ejercicio, cuidar animales… En definitiva, nada que ataña grandes multitudes ni ruidos.

Mensaje para los aspirantes escritores.

Mi mensaje sería: escribe siempre lo que te guste sin pensar en qué opinarán los demás.

El Testigo Infiel

La sala del Tribunal Superior en Las Tablas, provincia de Los Santos, Panamá, estaba llena de público, ya que se sometía a juicio por homicidio a la maestra Ana Paola Cárdenas, por la violenta muerte de Patricia Cohen, una docente nacida en Chitré, Herrera, y residenciada en la capital santeña.

Una pobre investigación tenía el Ministerio Público porque ambas eran rivales desde la universidad por un viejo amor, se graduaron juntas, tuvieron la suerte de conseguir una plaza en su provincia, aunque ninguna de las dos se casó con el masculino del conflicto.

Patricia recibió 13 puñaladas y desde que fue detenida, Ana Paola se negó a declarar el lugar donde se encontraba la noche del hecho de sangre, por lo que la Fiscalía de Homicidios daba por probado que era la responsable del salvaje delito.



No había testigos, ni huellas digitales, solo pruebas vagas y débiles de una multa de una juez de Paz a Ana Paola, por agresión física con la hoy occisa y su rechazo a declarar.

Mientras que el representante del Ministerio Público la destruía, en los ojos sol de la blanca dama, se originaba un diluvio y sus mejillas se tornaban coloradas de la impresión o los nervios.

—Ella la asesinó con alevosía, lo planificó, aprovechó que eran carnavales para ir hasta su vivienda en las afueras de Las Tablas para hundir 13 veces el arma blanca—, alegó Roy Montilla, fiscal.

Todos creían que la iban a condenar hasta que la defensa llevó al estrado a Carlos Silva, un maestro oriundo de Macaracas, pero residente en Las Tablas, ya que se ganaba el pan como docente allí.

La Fiscalía protestó, pero el juez aceptó el testimonio del maestro, decisión motivada por ser la única prueba a favor de la imputada.

El público observó a un caballero de apenas 1.60 metros, blanco, ojos verdes, medio rubio, vestido con una camisilla blanca, pantalón negro y cutarras, ir al estrado.

—Ella no la mató, señor juez y fiscal. Esa noche durmió conmigo en un hotel de Guararé, nunca estuvo en Las Tablas; tengo el recibo de pago de la habitación y el video de las cámaras que prueban todo—.



El fiscal, la gente de la audiencia e incluso la procesada se sorprendieron al escuchar al maestro decir la verdad.

Entregó el recibo y el video del hotel, se mostró y en efecto estaba la pareja.

Lo malo de la historia es que en la sala de audiencia se encontraba la esposa del docente, conocido como El maestro pequeño.

El fiscal Montilla agachó la cabeza cuando el jurado de conciencia declaró inocente a Ana Paola.

Silva terminó divorciado de su mujer, también Ana Paola, ya que ambos eran casados y en toda la provincia de Los Santos le cambiaron el apodo a El Testigo Infiel.

Ya eran libres para casarse y vivir juntos su amor clandestino.

Por su parte, el Ministerio Público debía hallar al real autor o autora del asesinato y empezó a trabajar en eso.

 

Embrujado y aculillado

La llegada del profesor de inglés Max Taylor desde Colón, Panamá; hacia San Félix, revolucionó al pueblo chiricano, ya que el aspecto físico del caballero era de un don Juan, encantador, inteligente, aplicado, culto y muy sincero.

En el año 1976 había demasiados tabúes en la sociedad mundial, por lo que la panameña no se quedaba atrás, el docente corría, hacía ejercicios fuertes como levantar pesas, montaba bicicleta, lector empedernido y le encantaban las mujeres.

Liberal de ideas políticas, antimilitarista, ganó la simpatía de las familias terratenientes y oligarcas de la zona, aunque también la enemistad de los adictos al gobierno de los militares que gobernó durante 21 años la nación canalera.



Alto, de cabello afro, castaño oscuro, ojos verdes y cuerpo de un soldado de infantería, Max sedujo a mujeres casadas, solteras, unidas, blancas, negras, chinas y varias de la etnia Ngäbe-Buglé, pero a ni una sola la embarazaba.

Corría abril del 1977 en la zona todo cambió, Max era el soltero más cotizado hasta que conoció a Aldira Montezuma, una india del lugar, unida, con dos hijos, con cuerpo escultural, seductora y practicante de la magia negra.

Una noche, en un baile típico del pueblo, el marido de Aldira no estaba porque laboraba en las fincas cafetaleras costarricenses para ganarse unos reales, mientras a su mujer otro buay le sobaba toda su anatomía, besaba sus carnosos labios y al final de la jornada la enyardó, como solía hacer con todas.

Sin embargo, lo que no se esperaba el caballero conquistador era la dama estaba dispuesta a dejar su marido para juntarse con el profesor, pero este le notificó que llegó a San Félix a trabajar y pasarla bien, lo que no le gustó a la dama.

No hubo variaciones, a los tres meses Max venía de la cantina del pueblo algo tomado, giró para la casa donde arrendaba un cuarto, no obstante, el caballero se perdió y terminó camino al cementerio.

Se le apareció una mujer linda, Ngäbe-Buglé, tan preciosa como Aldira, vestía una nagua verde, con sus respectivos adornos geométricos,  chaquiras en su cuello y coqueta sonrisa.

Le hizo señas al docente para que la siguiera y este lo hizo, el camino se hizo largo y de pronto la mujer atravesó la puerta del cementerio para desaparecer.



Max aterrado corrió hasta llegar a su cuarto, al día siguiente le dijo a la dueña de la casa lo que vio, ella no respondió, aunque sabía que era un acto de venganza de Aldira, herida por el rechazo del masculino.

Con el paso del tiempo la salud de Max se deterioró, se puso delgado, su cabello encaneció con casi 30 años, nunca lo dejaban solo por miedoso y cuando terminaba sus clases caminaba con sus estudiantes hasta una casa de alquiler donde se mudó.

En febrero de 1982, lo encontraron muerto en su vivienda de arriendo, el reporte médico dictaminó que falleció por un paro respiratorio y como vivía solo nadie logró ayudarlo.

Los vecinos dicen que el profesor, por andar de mujer en mujer, Aldira lo embrujó para que no tuviese pareja y muriera poco a poco.

Por su parte, la dama herida en su orgullo femenino se suicidó al ahorcarse de un árbol porque no soportó ver morir al hombre que amó, a pesar del daño que ella le causó.

 

 

 

 

 


El monstruo del lago Bayano

Moss y Albert, eran dos nativos de la etnia guna que pescaban tilapia en el lago Bayano, en Panamá Este, en horas de la noche, mientras fumaban algunos cigarrillos antes de zarpar con el fin de atrapar una buena cantidad de peces para alimentarse.

En la comarca había un rumor de que esporádicamente se aparecía un animal que la ciencia no conocía, aunque sus avistamientos eran no comprobados y el asunto solo quedaba en un chisme.



Pero esa noche, los dos pescadores salieron en su chalupa a trabajar como lo hacían siempre, cayó una fuerte lluvia, estaban en medio del lago, las estrellas desaparecieron y los árboles del bosque danzaban.

Sus armas de labor eran redes, un arpón rudimentario de madera, unas medias de seco porque la noche se hacía fría, cigarrillos, botellas con agua potable, unas mantas y una nevera portátil de hielo seco para guardar el producto de su trabajo.

Moss y Albert, empapados, sus pardos ojos observan las gotas caer sobre las aguas del lago, miraban los círculos al impactar, el primero levantó la vista al cielo y de pronto sintió miedo.

—Mira el agua Moss, parece que se mueve—.

—No digas locuras, Albert, porque es solo tu imaginación—.

Ante el terror, Albert tomó el remo para llevar la embarcación a tierra firme, sin embargo, su camarada lo objetó.

—No seas culilloso. Ni un solo pescado atrapamos, así que esperaremos un rato y luego nos vamos—.

Pasaron diez, minutos, los nativos se sorprendieron cuando vieron un remolino en el agua, se asustaron, dejó de llover, la luna alumbró poco, Albert tomó la linterna para alumbrar el fenómeno natural.



Las aguas empezaron a moverse, pero la canoa no se volteó, escucharon un zambullido y ahí estaba.

Era parecido al karanus komodoensesi o el dragón de Komodo, con alas, piel escamosa, ojos azules, una larga lengua, patas cortas, de ocho metros de largo, volaba alrededor de ellos y emitía un sonido a baja frecuencia que perturbaba los oídos de los masculinos.

Tenía unas luces encima de su cabeza, con ellas alumbraba el lago y divisó a los pescadores, posteriormente abrió su inmensa boca, con su lengua empujó la canoa, Moss abandonó la chalupa, pero no Albert.

Aterrado solamente miraba el monstruo que seguía volando cerca de los hombres, atrapó primero a Albert y luego a Moss.

En la mañana siguiente encontraron la chalupa en la orilla oeste, lo que generó la leyenda de que el Monstruo del lago Bayano se tragó a los humildes trabajadores.