A Gordón López lo detuvieron en casa de su madre, un ejército de policías con un despliegue impresionante de seis patrullas, dos helicópteros, cámaras de video y armas de grueso calibre.
Un video lo captó en el momento que estrangulaba en una
esquina a una bailarina exótica al salir de un bar nudista, ubicado en Calidonia,
la ciudad de Panamá.
Identificado el criminal, le dieron seguimiento, los
gritos de su madre reventaban cualquier odio, a Gordón le dieron una puñera
porque el odio era inmenso y sobre él pesaban la sospecha de matar otras cuatro
damas de forma similar.
Media docena de policías tuvieron que neutralizarlo,
usaron la pistola de descarga eléctrica y bastante tolete porque imposible
atrapar a un hombre fortachón de casi dos metros de altura.
Tras ser detenido, a punta de palo que le dejaron la
cabeza rota, lo llevaron a Medicina Legal donde le suturaron varios puntos en
el cráneo, el gobierno anunció su captura y venía la otra parte.
Los medios de comunicación se dieron banquete con
diversas publicaciones, no obstante, los psiquiatras recomendaron no procesarlo
judicialmente porque Gordón padecía de alteración psíquica.
No era responsable de sus pensamientos, sentimientos,
estados de ánimo y su comportamiento, aunque para el juez que llevó el caso el
criminal podía ser enjuiciarlo por los crímenes cometidos.
La razón principal del juez John Rodríguez es que aspiraba
a ser magistrado del tribunal de apelaciones, una condena dura a un tipo como
ese ganaría simpatía de los medios de comunicación e influiría en la decisión de
la comisión que nombraba los cargos superiores del Órgano Judicial.
Rodríguez se convirtió en toda una celebridad, alabado
por los medios por atreverse a hacer lo imposible, lo trataron casi como un
dios o artista del séptimo arte.
Gordón fue condenado a 30 años de prisión por el asesinato
de la bailarina, lo internaron en la gran Joya, donde los presos lo evitaban
porque alguien con ese dictamen mental en menos de cinco segundos se transforma
de ángel a demonio.
Al afectado mental, en la primera semana le fue bien,
pero la segunda, asesinó a su compañero de celda, a otro preso en el gimnasio y
uno en la cocina, ninguno recluso quiso intervenir porque solo querían salvar su
vida.
Cuando se conoció la noticia, hubo escándalo, el jefe
de Medicina Legal acusó al juez de buscar y rebuscar publicidad para un
ascenso, sabía del dictamen y lo ignoró porque no quería ser linchado por los
medios de comunicación.
Luego de la revuelta, Rodríguez dimitió para no seguir
siendo atacado por los mismos medios que lo adularon en el pasado.
Su error judicial fue muy caro porque, aunque eran internos,
los delitos en que incurrieron eran menores.
Fotografía de Ron Lach y Los Muertos Crew no
relacionadas con la historia.