Ambos adolescentes de 16 años eran vecinos de un edificio en la antigua ciudad de Stalingrado (hoy Volgogrado), usaban un fusil rudimentario para defender su hogar de los invasores alemanes que arrasaron parte de la geografía de la desaparecida Unión Soviética.
Corría el año 1941 cuando los tres millones de
soldados alemanes invadieron el gigantesco país con el fin de apoderarse de sus
recursos naturales, desaparecer el sistema comunista que regía a la URSS
y contar con espacio vital para los ciudadanos alemanes.
Aliska y Misha, fueron parte de los voluntarios que defendieron la
ciudad, con mínimo entrenamiento militar, ya que el Ejército Rojo fue casi
decapitado por las purgas del dictador José Stalin.
Desde una fábrica, los chicos se unieron con otros
soldados porque la lucha era en desventaja, los rusos casi sin fusiles, al
caer muerto una unidad, otro recogía su arma de fuego para disparar contra el invasor germano.
No había amor entre los jóvenes, los unía el nacionalismo,
defender su territorio y evitar que la población civil fuesen víctimas de las barbaridades
de la Wehrmacht, quienes consideraban a los soviéticos como subhumanos.
Civiles fusilados, mujeres violadas, judíos soviéticos
enviados a campos de concentración, cosechas robadas y la infraestructura destruida
por la Luftwaffe, así que motivos sobraban para batallar.
El odio era grande, una ciudad sitiada, sin agua, energía
eléctrica, con pocos alimentos, y constantemente bombardeada, generaba que cada
alemán dado de baja por Aliska y Misha, fuese celebrado.
Sin embargo, el invasor descubrió el escondite,
gracias al soplo de una quinta columna que vendió a su patria por tres latas de
atún, un pedazo de pan, mermelada y chocolates.
Así que los alemanes enviaron un grupo de hombres al
lugar desde donde mataban a los nazis, a los veinte minutos fueron descubiertos
y empezó el tiroteo en la fábrica.
Aliska, Misha y su grupo solo contaban con fusiles, algunos de
ellos tomados de los alemanes muertos, mientras que el invasor tenía morteros,
cañones, granadas y ametralladores MG-42.
Ciento veinte hombres contra una docena, desventaja
total, aunque para llegar al primer piso de la fábrica los alemanes perdieron
treinta soldados y seguía la lucha.
Tras tres horas de combate, solo quedaron los adolescentes
y tres hombres más, pelearon hasta que los cercaron, no hubo piedad del invasor
y abrieron fuego hasta dejar como coladero al resto de los defensores.
Aliska y Misha junto con sus compañeros fallecieron, no obstante,
cuatro años después la gran Alemania nazi fue derrotada por su peor adversario,
murieron más de 20 millones de soviéticos, pero nunca dejaron de defender su patria.
Fotografías de archivos de la II GM no relacionadas
con la historia.