Sueño de opio

 Arcadia Hall, sufrió los embates de viajar desde su natal Venezuela por varios puntos de la geografía colombiana, cruzar el peligroso tapón del Darién y finalmente llegar hasta México.

Su propósito fue el de cumplir con el sueño estadounidense proyectado en las pantallas de Hollywood y la televisión de ese país que se difundía por todo el globo terráqueo.

Arcadia, soñaba con ser rica, 22 años eran buenos para migrar desde Mérida, hacerse millonaria como exportaba la ciudad del cine o todo el que llegaba a Estados Unidos sería rico.

La joven juntó dinero, pagó su viaje, soportó la humillación de tres hombres que pisotearon su castidad, aunque debía cruzar el río Bravo para entrar hasta el paraíso.

Había que ingresar por Texas como fuese, era necesario pasar la página de la afrenta sufrida a su dignidad como dama, la esperanza, la riqueza y los sueños contenían más valor que lo vivido en el periplo.

Tras vencer los obstáculos, la dama logró cruzar la dura frontera, entre coyotes malvados, falta de agua y alimentos, no obstante, la fortaleza de su juventud la ayudó a llegar El Paso, San Diego y de allí a Los Ángeles.

Una prima suya la recogió en Skid Row, el paraíso de la pobreza en la cuna del capitalismo, con gran cantidad de indigentes, drogadictos, sin hogar y vagabundos.

El segundo obstáculo, la nula dominación de la lengua anglosajona empezaron a destruir su sueño porque solo había plazas laborales duras como lavar platos, limpiar oficinas, cocinas o apartamentos.



En su natal, Venezuela, 600 dólares semanales por ese tipo de trabajos la convertían en millonaria, sin embargo, en California se encontraba por debajo de la línea de la pobreza o en la pobreza extrema estadounidense, además debía laborar como mula.

Ironías de la vida, Arcadia salió de su país para huir de las carencias y terminó en tierras extranjeras siendo más pobre que los ciudadanos estadounidenses.

A los seis meses de vivir en California, la joven se encontraba sin papeles, sin futuro, con el corazón en la boca a cada momento que veía un policía, temía ser deportada, las cosas eran tan distintas, no como las películas del cine y la televisión.

Muy diferente a las narraciones de que obtendría un trabajo bien remunerado, tendría un carro convertible, casa o apartamento, tarjetas, cuentas bancarias y se dio cuenta de que había mucha explotación laboral con los indocumentados.



Decidió regresar a Venezuela porque muchas minas en el camino, embustes del cine, la televisión y un sueño de opio porque hasta el Departamento del Tesoro te agradece por abrir una cuenta bancaria.

Por supuesto, es necesario pagar muchos impuestos cuando se tienen más de 700 bases fuera del territorio continental y ser fanático de los juegos de guerra.

Foto de migrantes tomada de internet y de Paul Deetman de Pexels no relacionadas con la historia.

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