Era la noche de Cachao porque se dio cuenta de que Solinda Pérez, lo miraba constantemente durante la fiesta del 25 aniversario del Banco de Inversión y la parranda era fabulosa con abundante comida, bebida y hasta una orquesta de música pindín.
Desde que llegó a laborar
como cajero, Cachao, le pegó el ojo a Solinda, la diferencia de 20 años
no interesaba porque ella contaba con 45 años y él con 25, pero en el amor y el
sexo los años no interesan cuando hay ganas.
Ambos casados, a ella le gustaba
el pollito, se saludaban en el banco por los pasillos, sin embargo,
ninguno de los dos se atrevió a dar el primer paso hasta que se presentó la oportunidad
esa noche.
La dama vestía un traje
rojo que dejaba a la vista sus pequeños pechos, pegado al cuerpo que levantaba
el volumen de su trasero, una abertura del lado derecho que descubría sus pálidas
piernas y robaba las miradas de los varones en el evento social.
Cachao
era un fanático de la música cubana, coleccionaba discos de acetato, compactos
y USB con la música de su país y en la universidad sus compañeros le pusieron
ese apodo porque su compositor favorito era el cubano Israel López, el popular Cachao.
La pareja bailó varias
canciones de merengue, él bebía seco con arándano y ella algo de vino porque
debía conducir hacia su residencia, ubicada en la avenida Ricardo J. Alfaro de
Panamá.
Muy pegados al rito de ‘Allá
en el campo’ de Dorindo Cárdenas, los compañeros del banco solo miraban a los tórtolos
que se querían desayunar, almorzar y cenar con sus pupilas.
El marido de Solinda
estaba en Bocas del Toro y la mujer de Cachao, no reclamaba porque tenía
un amante, así que el matrimonio aplicaba la consigna de ‘Cada loro en su
estaca’ o sin reclamos por infidelidades.
Pero, Cachao se pasó de
tragos, se sentía mareado, le dijo a Solinda su estado, ella decidió llevarlo a
su casa en Juan Díaz, sin embargo, se desviaron en una casa de citas de esas
que abundan en la avenida Domingo Díaz.
Entraron, empezaron los
besos y las caricias, los fluidos y quejidos de ella eran intensos cuando
sentía los labios varoniles por su pecho, posteriormente en las pantorrillas y
espalda.
Con dificultad Cachao
podía sostenerse producto del licor, así que la mujer le dijo que se acostara
para mejor comodidad, ella estaba de pie, se levantó el vestido, quedó en
interiores y luego como vino al mundo.
Al varón todo le daba vueltas,
la mujer se acostó, le acariciaba en el pecho a su pareja de ocasión, no
escuchaba nada del caballero y levantó la vista para verlo dormido y borracho.
Intentó despertarlo, no
obstante, nada, así que Solinda, se vistió, salió de la habitación, entró a su
carro, se fue y dejó al hombre desnudo y dormido en la pieza.
Ella se molestó, nunca
más le habló a su compañero y él con la vergüenza de que quedó fuera de combate
por el licor. No hubo otra oportunidad.
Imagen de Trinity Kubassek
y Kristin Vogt de Pexels no relacionadas con la historia.