Iletrada, pero no pendeja

Maritza Boyd Arias se presentó a las celdas de la cárcel Nueva Esperanza de Colón, en Panamá para visitar a su marido Napoleón Bonaparte, donde estaba detenido, tras ser capturado con diez kilos de cocaína.

El matrimonio era oriundo de Ustupo, Guna Yala y era normal que se inscribieran con nombres exóticos, de adinerados o personajes históricos porque para ellos esas identidades latinas las inventaban porque en su idioma tenían sus nombres gunas.

A su marido le esperaban al menos seis años de prisión, investigación que llevaba cabo la Fiscalía de Drogas de Colón y Guna Yala, aunque Napoleón se encontró los estupefacientes en la playa, no lo reportó a las autoridades.

Era un secreto a voces en la región que los comerciantes de drogas colombianos arrojaban las sustancias ilegales al agua antes de ser sorprendidos por el Servicio Nacional Aeronaval (Senan) o la guardia costera de EE. UU.



La droga era arrastrada por la marea hasta la costa, cuando un vecino la encontraba no siempre avisaba al gobierno, sino que la escondía para posteriormente venderla y hacer mucho dinero.

Sin embargo, en el caso de Napoleón, le contó a un amigo sobre el hallazgo, su pasiero le pidió dinero y como el primero se negó, el segundo fue a la policía a delatar al hombre de 34 años.

Así que cuando lo visitó su pareja, Napoleón le dijo a Maritza que se echara la culpa porque por ser mujer, la juez la condenaría a tres meses de prisión, le daría dinero y saldría en poco tiempo.

Maritza le reclamó a su marido por la propuesta diabólica, aunque el cónyuge insistió bajo el argumento que él es quien lleva el sustento a la casa con un pequeño negocio de comida para los turistas.

Napoleón lloró y estaba desesperado para que su mujer se responsabilizara del cargamento de mercancía ilegal, pero la dama recordó que vio en la televisión un caso de una mujer que le metieron diez años por poseer diez kilos de cocaína.

Maritza solo fue hasta tercer grado del colegio, no leía ni siquiera periódicos, no obstante, con la información que observó en el medio masivo, sabía que pasaría una larga temporada en prisión.

Se peleó con su marido, al salir se encontró en la cárcel a un abogado, a quien la explicó la petición de su esposo y el letrado en leyes le aconsejó que ni en sueños complaciera a Napoleón.

La fémina no volvió a prisión, ni siquiera durante los cuatro años que Napoleón estuvo preso, sencillamente por ser una locura. Ella es iletrada, pero no pendeja.

Imagen de Ustupo cortesía de Wikipedia y la droga de internet no relacionadas con la historia.

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