Marco estaba aburrido de andar en autobuses, con tres años en su trabajo de vendedor internacional en la Zona Libre de Colón, decidió adquirir un vehículo que consumiera poco combustible y lo transportara desde la ciudad de Panamá hasta Colón.
Se fue con su amigo Pepe
a una feria en el centro de convenciones Atlántico Pacífico (Atlapa) donde le encantó
un Kia Picanto, color rojo y con todas las extras, cuyo financiamiento fue de
210 dólares mensuales por ocho años.
Con su nuevo automotor,
el caballero viajaba desde una ciudad a la otra y comenzó a salir con chicas, ya
que, a sus 25 años, le fascinaban las damas, principalmente rubias.
Así que con su carrito en
dos semanas Marcos se convirtió en un real Don Juan, empezó a gastar dinero en féminas
para enviar flores, ropas, zapatos, joyas, relojes y cualquier regalo para conquistar.
En esas salidas conoció
en una discoteca a Felicia, una chica de 21 años, rubia, interesada, fría,
calculadora y con un cuerpo voluptuoso cuyos senos pasaron por el quirófano con
el fin de incrementar su tamaño.
Marco quedó loquito con Felicia,
oriunda de la provincia de Chiriquí, quien emigró a la capital en busca de
mejor vida, logró explotar su hermosura y los varones caían ante sus encantos.
La pareja se empató y a
las dos semanas ya vivían juntos en un apartamento en Betania, Marco era
exprimido económicamente por su nueva media naranja, dejó de ser mujeriego para dedicarse
únicamente a su rubia mujer.
A los cuatro meses de tener
el Picanto, el marido y la fula, se fueron un fin de semana a Punta Barco
para asistir a una fiesta yeyesona, Marcos conducía y al llegar la pasaron
excelente.
Mucho güisqui y vino, el
masculino se pegó una borrachera, mientras que Alfonso, el dueño de la fiesta,
le aconsejó pernoctar en la residencia veraniega porque era peligroso conducir
así.
Sin embargo, Felicia
quería retornar a las dos de la madrugada, le dijo a su marido que, si no
volvían a Betania esa noche, no le daría de su miel que atrapaba a los varones, así que
el enamorado vendedor internacional complació a su quita frío.
A Marcos se le cerraban
los ojos producto del licor, el cansancio y el sueño, su novia se durmió y
cuando iban a la altura de cerro Campana, el carro se salió de la carretera e
impactó contra un árbol.
Las bolsas de aire
salvaron la vida del conductor y la pasajera, no obstante, el vehículo quedó
pérdida total.
Estuvieron un día en el
hospital, les dieron de alta y cuando Marco fue a reclamar el seguro le informó
que no le correspondía pago alguno porque el parte policivo decía que conducía
borracho.
A la semana, Felicia lo
dejó a su marido por un tipo que andaba en un BMW descapotable y con mucha
plata.
La parrada le resultó costosa
a Marco porque debe todos los meses pagar el financiamiento del vehículo durante el
tiempo pactado y sin pareja.}
Imagen de brindis de Isabella Mendes de Pexels no relacionadas con la historia.
🙈🙈
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