Pillado

Todo estaba preparado para la fiesta que le tenían a Macedonio, en su cumpleaños número 35, con cervezas, güisqui, vino, picadas, alimentos, música, donde asistirían algunos compañeros de trabajo, vecinos y clientes de su negocio.

Macedonio se dedicaba a la venta de tortillas de harinas de maíz desde hacía diez años, se levantó de la nada y contaba con dos microbuses que distribuían el producto por varios comercios.

Si bien es cierto que no llevaba una vida de millonario, el caballero pagaba su casa, los gastos de servicio, ropa, alimento y de vez en cuando darse algunos lujos como salir con varias chicas.

Era un hombre totalmente infiel, dedicado a su trabajo, carecía de intenciones de formar una familia, al menos no por el momento, a pesar de que tuvo algunas damas dispuestas jurarle amor frente al altar o un juzgado.



Macedonio salía con Alicia y Teresa, ambas vivían en Calle Tercera, Vacamonte, mientras que él en Los Cerezos Dos, en Arraiján, Panamá, así que la suerte lo acompañó porque no era descubierto por ninguna de las dos.

Sus largas jornadas laborales y ventas eran la excusa perfecta para manejarse con la primera que contaba con 25 años y la segunda fémina rondaba por los 29 abriles.

El sábado en la tarde se hicieron todos los preparativos para celebrar el cumpleaños del caballero y hasta un cantante callejero del ritmo salsa se presentó en la vivienda.

Los invitados se zamparon ron y cervezas, el vino casi ni lo tocaron porque la gente de pueblo en Panamá no acostumbra a consumir bebidas que se ingieran al clima cálido del istmo.



Teresa, era la culisa pocotona que acompañó a su novio a la parrada porque el infiel le comunicó a Alicia (de tez blanca) que se iba para Chiriquí con la familia de su padre, por lo que se zafó de un problema.

Pasaron las horas, hasta que se hizo diez de la noche, cuando Alicia se presentó en la actividad social y vio a su pareja tomado de la mano con una dama desconocida.

Lógicamente, hubo reclamos de Alicia, mientras que Teresa también se la armó a Macedonio porque se sintió herida, engañada y mancillada.

Teresa y Alicia se unieron, destruyeron los adornos, estrellaron botellas, lanzaron sillas y se fueron juntas a un bar en Vista Alegre, donde la segunda confesó que recibió una llamada en la que le informaron que su novio estaba en una fiesta con otra dama.

Macedonio se quedó solo y con el tiempo las víctimas de la infidelidad se hicieron grandes amigas.

Fotografía de cerveza cortesía de Elevate en Pexels no relacionada con la historia.

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