Lourdes Galindo no paraba de llorar cuando la policía detuvo a su marido, el turco Emre Demir, a pedido de extradición de la República de Turquía, sindicado por supuestamente formar parte de una banda de ladrones de arte y secuestradores.
La dama no comprendía que el padre de su hijo Emre Demir Galindo, de dos años,
estaría en la cárcel y sería duro porque el extranjero adoraba a su descendiente.
El caballero estaba en la lista de la Policía Internacional (Interpol)
solicitado para que respondiera los delitos que presuntamente cometió, sin
embargo, para su mujer era una santa paloma, un buen padre, comerciante y miembro
del Club Unión de la alta clase panameña.
Aunque la familia de Lourdes no aceptaba al varón, a ella no le interesó,
se divorció de su esposo y se casó por lo civil con Emre, lo que no fue visto por
los socios del club, pero a la mujer no le paraba bola a los comentarios.
Contrató los servicios de un abogado penalista muy famoso, quien, al ver el
expediente, le notificó de inmediato que su cliente no era tal persona porque
su real nombre era Onan Yildiz, estaba plenamente identificado y sus huellas dactilares
lo verificaron.
El edificio de cien pisos que construyó Lourdes se derrumbó, engañada,
criticada, mancillada, su familia tenía razón por que se casó con un
desconocido extranjero, se dejó llevar por las facciones pronunciadas, ojos
verdes, blanca piel y figura de luchador de su marido.
Cuando Lourdes le preguntó a su esposo en la cárcel la razón del engaño, el
turco lloró, nunca pensó enamorarse de verdad, lo estaba, no obstante, su pasado
pesaba demasiado y confesar todo equivaldría a perder todo.
Una vida destruida, un divorcio, ahora su hijo tendría un padre en la
cárcel porque la sentencia que le esperaba a Onan era de 15 años como mínimo,
sus compinches fueron atrapados en Moscú, Paris, Berlín y Nueva York.
La banda fue desmantelada, el cuantioso botín era de millones de euros y se
devolvió abundante, pinturas, esculturas, joyas y piedras preciosas.
Ahora Lourdes no sabía qué hacer, no asistía al Club Unión para no ser
blanco de miradas burlescas, comidillas y bolas de corrillos de la clase
dominante panameña.
Tras noventa días de luchar judicialmente contra la extradición, la Corte
Suprema de Justicia dictaminó viable enviarlo a Ankara.
Lourdes con su pequeño fueron hasta el aeropuerto, donde una batería de
periodistas intentaba entrevistar al turco para que explicara sus actos.
El avión despegó hacia Madrid y posteriormente lo haría ena Turquía, en el aparato iba
un delincuente arrepentido y enamorado, aunque era demasiado tarde porque debía
pagar su deuda con la sociedad y al final Lourdes se casó con un hombre con
identidad desconocida.
Fotografía de Wikipedia y Michel Calcedo de Pexels no relacionadas con la
historia ficticia.