Eladio Julio creía que no contaba con más opciones porque su carácter no demostraba firmeza, la sociedad lo presionaba para tener una esposa, hijos, una casa y un vehículo que la gente aceptara.
Ya con 31 años, lo criticaban
por no estar casado, no tener descendientes e incluso su propia madre le recordaba
que en Panamá y otros lugares ya debía formar una familia.
Estaba en el tercer piso de
la vida, el que dirán es una estaca muy dura para quienes no aguantan los
dardos verbales como si fuese obligación casarse desde la mitad de los 20 y
tener hijos.
Eladio laboraba como asistente
de contabilidad, no había terminado la carrera porque debió ganarse la vida para
ayudar a su madre soltera y sostener a sus dos hermanos que estudiaban en la
universidad.
Sacrificio para él y
prioridad para los otros, era inmolarse para salvar al resto de sus parientes.
Alguno que otro sospechaba
de una posible homosexualidad, aunque tuvo varias novias, solo una le apretó el
cuello para ir al juzgado con anillos, pero el caballero se negó bajo el
argumento que uno no se casa a lo loco.
Había que tener una
vivienda, estabilidad laboral y él, por el momento, estaba de contrato en
contrato, ningún banco le concedería una hipoteca por no contar con estabilidad
de trabajo y se negaba a arrendar un apartamento.
Antonia, su novia, lo
dejó, se quedó solo, sin embargo, su madre lo alentaba a buscarse otra mujer,
matrimoniarse y vivir en el pequeño apartamento, donde apenas cabía la familia.
La difícil vida que llevaba
Eladio, el pensar y pensar, las presiones provocaron que le diese un principio
de derrame cerebral, a pesar de su edad, aunque a los seis meses volvió a otra
empresa porque la terapia lo ayudó.
Era el sustento, no obstante,
ganaba menos dinero, tuvo que laborar vendiendo ropa al por menor los fines de semana hasta que
tomó la decisión final.
Requería descansar de
tantos conflictos familiares y con la sociedad, pero no fue lo mejor que escogió, Eladio ingirió
pastillas con güisqui en una pensión de mala muerte donde alquiló un cuarto.
Al llamar la recepcionista
y no obtener respuesta, ordenó abrir la pieza para encontrar la evidencia de un
suicidio.
Eladio quedó muerto, la
sociedad no pagó ni un centavo de su sepelio, no enviaron flores, ni tampoco
auxiliaron a los deudos.
Fotografías cortesía de
Pixbay no relacionadas con la historia.
Triste hacer lo que está establecido por la sociedad. Cada quien debe hacer las cosas en su momento, cuando lo sienta y si así lo desee. La presión lo llevó al suicidio.
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