Efigenia Castroverde lloró cuando su marido fue llevado del colegio privado
donde enseñaba matemáticas, a una fiscalía que investigaba una denuncia
presentada por la madre de una de las estudiantes del docente.
La autora de los días de la adolescente descubrió por accidente conversaciones
vía WhatsApp de tono elevado entre profesor y estudiante, fotografías escandalosas
y evidencias de un romance ilegal.
Sencillamente, un profesor de 26 años con una adolescente es una
relación ilícita porque lo prohíbe la legislación panameña, aunque el noviazgo
clandestino duró cinco meses porque el hoy detenido cesó la relación.
La pareja se veía en el apartamento barato del caballero, ahí el linóleo
que adornaba la propiedad se rasgaba por el movimiento de la cama y que
generaban intercambio de fluidos, caricias y eyaculaciones impactantes.
El método anticonceptivo fue usado para que la adolescente no resultara
embarazada, por lo que su familia no descubrió el peligro secreto que escondía
al estudiante de bachillerato en ciencias.
No aparentaba su edad, con piernas gruesas, trasero grande y senos
pronunciados, la jovencita fácil podría pasar por tener 21 o 22 años, siempre y
cuando vistiese como una mujer.
Efigenia debía soportar la afrenta pública, un esposo detenido e investigado
por mantener de novia una estudiante menor, aguantar las miradas acusadoras de
sus vecinos y compañeros de labor.
Aunque Efigenia y el profesor Randall Santos no tenía hijos, toda la
familia se vio afectada, pero el daño estaba hecho.
El docente aceptó en el Ministerio Público su relación con su estudiante,
tampoco tenía opción porque su teléfono móvil contenía no solo fotografías, sino
videos, mensajes de texto y de voz que evidenciaban el delito.
Todos los periódicos, las televisoras y plataformas digitales divulgaron
el caso del profesor preso por tener relaciones sexuales con una menor.
Al presentarse ante un juez de garantías que dictó seis meses de prisión
preventiva, el abogado defensor pidió un acuerdo con los representantes del Estado
y las partes pactaron 15 años de prisión.
Una brillante carrera de docencia destruida, además de un matrimonio con
una dulce y hermosa esposa culminado.
Sin embargo, cuando fue trasladado al centro penitenciario para cumplir
su condena, un grupo de internos lo esperaban para que corriera la misma suerte
que los pedófilos, violadores o sujetos que mantienen relaciones sexuales con
menores.