Y se lo llevó

Luego de cumplir una sentencia de cuatro años de prisión por introducir varios cheques canguros por 15,000.00 dólares, Tito Carballo decidió no cometer más delitos, aunque buscaría la forma de llevar un alto nivel de vida.

En una sociedad exigente, consumista, criticona y falsa, donde poseer dinero, vehículos de doble tracción, codearse en los mejores bares, comprar ropa costosa, viajes y chicas lindas, representaba ser un varón exitoso.

Los 1,200.00 dólares como administrador de la empresa donde laboró antes de ingresar a prisión era muy poco para el esclavizante horario, con entrada a las 8:00 a.m. y sin una salida definida.

Dijo que no sería más explotado como si se tratara de un niño trabajador en las minas de coltán en África, así que seguiría el consejo de su amigo haitiano Charles, a quien conoció cuando pagaba su cana.



Charles le recomendó formar un pentagrama con velas negras, luego rociar la sangre de un currucutú, arrojar río abajo y río arriba una pluma de esta ave y de inmediato el diablo se le aparecía.

Podría pactar con él la forma de hacer dinero en casinos, loterías o apuestas y ligar con hermosas féminas.

Posteriormente de varios meses obtuvo el ave, la sacrificó, hizo el ritual y se fue a un campo en Veraguas para lanzar una pluma rio arriba y al tirarla la segunda río abajo se le apareció un anciano.

—¿Qué desea usted? Si me has llamado es porque quieres algo muy importante para perturbar mis quehaceres—.

Tito soltó la carcajada, no se imaginaba al diablo con un aspecto de un hombre pasados los 80 años, encorvado, con cabellos como la nieve y ojos perdidos.

—Creo que esto es una broma, señor campesino—.

—Así que para ti soy un campesino. ¿Sabes con quién hablas—?

—Se supone que eres el diablo, pero no asustas ni a una hormiga—, respondió el avaro caballero, volvió a reír, bajó la cabeza, y al levantarla no estaba el hombre.



Una fría brisa sintió el  antiguo preso en su piel, las nubes se movían muy rápido, la luna alumbraba poco, el agua del río empezó a subir hasta las rodillas a Tito.

Intentó salir, sin embargo, imposible mover sus pies, vio al anciano parado sobre el agua, le extendió la mano, ofreció sus disculpas y aceptó que era el diablo.

Al hombre de tercera edad, fue rejuveneciendo, le salieron alas, rojas, cachos y cola, ojos negros muy profundos, con pelos, unas largas y una risa aterradora que atravesó el bosque.

Levantó vuelo, de sus manos salió una bola de fuego, la lanzó donde Tito, quedó atrapado entre el fuego y el agua.

Al día siguiente la policía encontró sus documentos, ropa y 300 dólares, pero ni un rastro de Tito.

Unos 20 años después nadie sabe qué pasó con el forastero Tito, pero los bañistas del río Cobre, en Soná, dicen que se quiso pasar de listo con el diablo y se lo llevó por idiota.

Fotografía del diablo cortesía de Dreamstime.

2 comentarios:

  1. Estimado Fígaro, tu historia es buena. Hay muchos que escriben sobre este personaje diabólico y lo pintan de muchas formas, algunas inimaginables. Con todo el respeto que mereces, solo necesitas darle unas revisión de concisión en algunas líneas para que adquieran sentido. Por lo demás, está bien desarrollada. Felicidades. 👌🤗🤗🤗

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