Inteligente y vanidoso

 Fabian Díaz laboraba como cajero en el Banco de Fomento Industrial de Costa Rica, residía en Tibás, junto con su hermano mayor, su madre y su padre, poco hablaba con los vecinos y era casi misterioso.

Sus relaciones con el sexo contrario eran fugaces, le gustaba el vino, los trajes de calle, pasear por las montañas y comprar relojes.

Llevaba cinco años en su puesto hasta que se dio cuenta de que podía hacer dinero fácilmente y nadie lo descubriría.

Muy hábil con los números, decidió limpiar los centavos que dejaban los restos de colones que ni sumaban, ni restaban porque no llamaban la atención.



El colón, la moneda costarricense, se cotizaba entre 524 o 536 colones, así que decidió separar el último dígito y colocarlo en una cuenta ficticia para sumar a lo largo del tiempo.

Por ejemplo: una transacción de 12,578 colones, el número final no era de importancia, por lo que ese monto, aunque era pequeño, lo restaba para colocar en la cuenta 12,570 colones.

Lo cierto fue que nadie lo pilló, sus arqueos eran perfectos, nunca tuvo problema alguno con su supervisor u otro oficial de crédito ni gerente, así que el hurto iba viento en popa.

Pasaron tres años más, se apareció con un vehículo doble tracción, lo que llamó la atención del gerente del banco, quien lo interrogó y la respuesta que obtuvo fue que sus padres le dieron el abono inicial.

El gerente no quedó satisfecho porque sabía que los familiares de Fabian no eran pudientes, sospechaba que algo no estaba bien y decidió investigar, pero no acosó al cajero.



A los cinco meses del silencioso audito, se descubrió que el joven rubio, ojos verdes y 28 años, logró hurtar 43,323, 368.00 colones, lo que al cambio es un aproximado de 80 mil dólares.

Era un lunes cuando no lo dejaron entrar al banco, dos miembros del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lo esperaban para arrestarlo, tras una denuncia por hurto y alteración de documentos.

Fabian se declaró culpable, le echaron ocho años de cárcel, le incautaron el auto y obligado a devolver el monto, una vez cumpla su pena de prisión en La Reforma.

Su vanidad lo delató porque si no hubiese llevado el carro a su centro laboral, nunca lo habrían descubierto.

Imágenes cortesía de Dreamstime  y el Ministerio de Seguridad de Costa Rica no relacionadas con la historia.

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