Haidar Aziz Espinosa, tenía los nervios de punta dentro del autobús Bocas del Toro-Panamá, ese 8 de julio de 2022, ya que la vía Panamericana estaba bloqueada a la altura de la entrada de Tolé, en Chiriquí.
Miembros de la etnia ngäbe-buglé no permitían que los vehículos
circularan en ninguna de las cuatro vías, por lo que no se avanzaba hacia
Chiriquí y Bocas del Toro, ni con destino a las provincias de Veraguas, Coclé,
Panamá Oeste y Panamá. Los indios protestaban por el alto costo del
combustible.
Alto, blanco, ojos pardos, con barba, de 27 años, era
hijo de un sirio-cristiano del mismo nombre y la chiricana Blanca Espinosa,
oriunda de Puerto Armuelles, quien conoció a su marido cuando laboraba en uno
de los almacenes en la frontera tico-panameña.
Haidar Aziz, padre, llegó a Panamá en 1990 con solo 50
dólares en su bolsillo, vendía electrodomésticos y ropa en lugares alejados de
Chiriquí y Bocas del Toro, hasta que logró abrir un almacén en Paso Canoas y
con el tiempo otro en Almirante.
Mientras que el joven, mitad árabe y panameño, había
cometido la gran cagada de su vida, por lo que enfrentaba la ira del autor de
sus días una vez regresara a Almirante.
Todo pelao que comete locuras, así que decidió dejar a
su primo Faisal como administrador del almacén que su papá tenía en Almirante,
con el propósito de viajar a Homs, Siria, para visitar a los parientes de su
padre.
Se pasó diez días en el poblado del oeste de Siria,
mientras que su pariente en el negocio otorgaba créditos a personas sin
capacidad de pago, rebajó mercancía a un precio más bajo que el costo original
y regalaba mercadería para atraer clientes.
Los empleados de Haidar Aziz padre, aterrados, vieron
como Faisal tenía nulo conocimiento de administración de negocios y antes de
que lo quebrara, telefonearon a Paso Canoas para informar de la novedad.
El viejo sirio no tenía idea que su hijo realizó un
periplo tan lejos, se comunicó con él para que dejara a su familia en el país
del Medio Oriente y regresara de inmediato a Bocas del Toro.
Como los vuelos estaban ocupados se fue a la terminal
de Albrook y abordó un autobús Bocas del Toro-Panamá.
Todo iba bien hasta que agarró los retenes de Chame,
Natá de Los Caballeros, Santiago de Veraguas y Tolé, donde los viajantes
pernoctaron porque los nativos se pusieron a cocinar en la noche.
En la mañana siguiente, Haidar Aziz Espinosa, se bajó
del autobús, observó un vehículo del Ministerio de Salud (Minsa), de
funcionarios que programaron hacer una gira de odontología a zonas de difícil
acceso y pensó que ellos lo salvarían.
No obstante, el conductor del microbús, Diego Penna,
le comentó que nada podía hacer, por el contrario, el automotor era un peligro
para los empleados, debido a que en algunas protestas siempre los carros
oficiales eran destrozados.
A las nueve de la mañana del sábado 9 de julio, se
formó una discusión entre los conductores, pasajeros y los indios ebrios que se
negaban a abrir la Interamericana, hecho que grabaron con sus celulares y su
padre, desde Paso Canoas, vio a su hijo discutir con los manifestantes.
Cada hora el joven telefoneaba a su papá para informar
el lugar donde estaba y los pasajeros escuchaban los gritos del comerciante, en
el idioma árabe, molesto con su descendiente.
Tras negociar, “los “grandes” abrieron, pasaron de
bloqueo en bloqueo hasta que a las 9 de la noche lograron llegar a Gualaca,
Chiriquí, donde está el cruce de la carretera que lleva a Bocas del Toro.
Una carretera peligrosa, con picos, en una sierra,
donde la visión es casi nula, se registran derrumbes, llueve mucho y
prácticamente es hacer una carrera a la muerte.
El conductor del autobús y los pasajeros decidieron
avanzar y correr el riesgo de sus vidas porque la meta era terminar el viaje.
La unidad de transporte público arrancó, en ella iba
Haidar Aziz Espinosa, nervioso, pensando en qué acontecería cuando llegara a
Almirante.
No hubo noticias de accidente, por lo que se infiere
que todos están vivos y con ellos el caballero sirio-panameño que protagonizó
un retorno tormentoso a lo árabe.