Escape por Las Lajas

Tres caballeros y una dama, quienes laboraban para una productora independiente, venían de la frontera tico-panameña, donde realizaron un documental sobre un campamento de migrantes en la provincia de Chiriquí para la televisora alemana en español o la DW.

Pamela Louis, de 27 años; Rolando Dos Santos, de 57; Elpidio Córdova, de 53 años e Iñaki Bilbao, de 35 años, quedaron atrapados en el kilométrico embotellamiento vehicular en la vía Interamericana, a la altura de la entrada de San Félix y las Lajas, en Chiriquí, el domingo 10 de julio de 2022.



A su izquierda estaba la carretera hacia la Comarca Ngäbe-Buglé y a la derecha el hermoso balneario de Las Lajas, sin embargo, debían llegar a toda costa a la ciudad de Panamá ese día porque el lunes 11, Pamela Louis, viajaba a Berlín en la noche.

Los originarios protestaban por el incremento del precio del combustible, en sus manos estaba la suerte de cientos de ciudadanos ticos, venezolanos, panameños, alemanes, estadounidenses, colombianos, nicaragüenses, africanos y haitianos.

Intentaron negociar con el líder indígena ngäbe-buglé y una maestra, los cabecillas de la protesta en San Félix, aunque ambos se negaron porque los únicos autorizados a atravesar el bloqueo eran las ambulancias.



El resto debía esperar un acto “humanitario” para levantar los troncos de árboles, piedras gigantescas, neumáticos y muros Jersey.

Varados, con poco dinero, sin ropa limpia, se asearon en la mañana y no tenían la menor idea de su futuro incierto, la espera podría ser de tres o cuatro horas, ya que la noche anterior los automovilistas y pasajeros pernoctaron en la carretera Panamericana.

Tras dos horas, Pamela conversó con un residente de Las Lajas, quien le comentó que había un viejo puente colgante sobre el río San Félix, en un camino de tierra, ubicado después del Inadeh, pero que era peligroso y que al verlo se darían cuenta.

Debían ser cuidadosos, si los nativos descubrían su plan, el microbús donde viajaban sería destrozado en su totalidad, no obstante, no era un momento para debilidad o duda.

Los cuatro tomaron la decisión de cruzar, arriesgaban sus vidas porque si el puente caía, morirían todos de algún golpe o arrastrados por la corriente del afluente natural.

Subieron al carro, Rolando Dos Santos, conducían, vieron la oficina del Inadeh, posteriormente el camino de tierra, el autobús pequeño danzaba por la pésima vía y tras unos seis minutos estaba el puente.

Su estructura de cemento carcomida por el tiempo, los soportes oxidados y abajo el río San Félix, deslumbrante, hermoso, unos niños se bañaban en su orilla, mientras que en frente el conductor de un camión de hielo miraba la corriente. No se decidía pasar.





Pamela, Elpidio e Iñaki, se bajaron con el equipo para que el automóvil no tuviera tanto peso, pero un desalmado arrojó tierra en la parte final para que los vehículos no transitaran.

La pequeña montaña de tierra, recién regada, impedía el paso a la libertad, pero los aventureros no tenían otra salida y Rolando condujo suave, logró cruzar y quedó atrapado en el obstáculo.

Unos 20 minutos después llegaron varios autos, entre ellos dos vehículos todoterreno, con palos y una pala escarbaron para bajar la tierra, una soga unió un Toyota Land Crusier y el busito, lo remolcó por la parte frontal y el microbús venció el atasco.

Los cuatro brincaron de alegría, pasaron el peor obstáculo de San Félix, se irían por una vía hacia Remedios y aunque los bloqueos estaban en varios puntos de la vía internacional, era más fácil pasar.

A las 11 de la noche vieron el legendario Puente de Las Américas. 

Ya Pamela podría viajar a Berlín y mientras Rolando conducía, cantaban y reían, transitaban por el famoso puente que une a la capital con el resto del país.

Con astucia, la cabeza fría y el corazón caliente, los viajeros lograron un escape por Las Lajas hacia la libertad de tránsito.

Solo aprecia la libertad quien en determinado momento la ha perdido o no la tuvo.

 

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