¡Están secuestrados!

La habitación de unos diez metros cuadrados, en una residencia en Los Montes de María, departamento de Bolívar, en Colombia, estaba pintada de negro, con las ventanas tapadas y un bombillo que solamente se encendía tres veces al día a la hora de comer.

Allí estaban encadenados  en el piso, James Maldonado, Dulce y Azucena Maldonado, hijas del caballero, egresado de la Universidad de Cartagena de Indias, en Derecho y Ciencias Políticas y de 43 años.

Dulce rompió a llorar, golpeaba con una taza de metal el suelo para indicar que necesitaba ir al inodoro, luego entró un hombre con una capucha que ocultaba su rostro.

-Callate la boca. Rocordá que están secuestrados-, dijo el desconocido masculino, delatado por su acento antioqueño.

La historia inició un viernes 11 de abril de 2003, cuando el abogado, su esposa Mercedes Pulgarín y sus hijas, cenaban en su apartamento, a las 6:30 p.m. en Cartagena de Indias y llamaron a la puerta.



Era un masculino blanco, se identificó como “Mono Churro”, le comentó a James Maldonado que había cuatro hombres detenidos en la cárcel de la ciudad, por lo que requería que los representara legalmente.

Sin embargo, los presos no eran cualquiera, sino miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), los paramilitares de derecha que arrasaban, mataban y sembraban terror en los pueblos donde la guerrilla izquierdista controlaba tierras.

El abogado, sorprendido ante la visita, aceptó defender a los paracos, además no tenía otra opción, ya que las AUC conocían su dirección.

Una Colombia convulsionada, principalmente en tierras donde el Estado no tenía presencia, fue foco para crear los paramilitares de derecha, enemigos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).

Despojo de territorio, robo de ganado, matanzas colectivas, desplazados, asesinatos de políticos, tanto de la derecha como la izquierda, coches bomba y ataques militares, destruían el hermoso país sudamericano.



Mientras tanto, James Maldonado, logró a los tres meses sacar de prisión a los derechistas, cobró sus servicios profesionales y siguió su vida como docente en la universidad, donde se graduó y litigando hasta que pasaron dos semanas.

El letrado en leyes estaba con sus hijas en Bocagrande, a las 8 de la noche, cuando se acercaron cuatro hombres armados, le apuntaron con pistola y lo introdujeron en un vehículo con vidrios polarizados. También se llevaron a sus princesas de 13 y 15 años.

James Maldonado, era acholado, piel canela, alto, ojos oscuros, cabello lacio, oriundo de Tunja, departamento de Boyacá, su padre emigró con su familia a la ciudad costera para trabajar en el puerto como supervisor de carga.

Sus hijas salieron a su madre, una pastusa, blanca, de ojos miel, pelo rubio y mediana estatura.

Mercedes Pulgarín estaba de vuelta y media con toda su familia privada de libertad, mientras que el ejército peinaba zonas como Arjona, Turbaco y El Carmen, entre otras, para liberarlos.

Todo Colombia conocía el secuestro y las víctimas eran alimentadas con arepa, huevo y café, no se bañaban, tampoco les proporcionaban ropa y no habían pedido rescate. Llevaban una semana ocultos.

Un vecino de los Montes de María le dijo a un soldado que en una casa había cuatro hombres y uno de ellos compró una toalla sanitaria, lo que alertó al militar de un posible escondite.


A las tres horas, soldados colombianos fuertemente armados, llegaron en silencio a la vivienda, rompieron la puerta, detuvieron a los secuestradores e ingresaron donde estaban las víctimas.

El sargento encendió la luz y vio a los secuestrados, las niñas empezaron a llorar, su padre también, pero de alegría.

-Bienvenidos a la libertad-, comentó un soldado raso.

Los paramilitares pensaban solicitar un rescate de  4 millones de pesos (unos 2 mil dólares para la época) o lo cobrado por el abogado por sus servicios, pero nunca lograron comunicárselo a la víctima.

Eso fue lo que le dijeron al ejército, luego se llevaron detenidos a los paracos y la familia logró reunirse. 

1 comentario:

  1. Momentos de terror que debe sentir una persona secuestrada, más con su familia. Al leer la historia siento la angustia del protagonista. Qué miedo !

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