Vender libros en Panamá es como abrir un bar en Irán (I)

 

Cuando vi las cifras de 2016 del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) y la Agencia de Cooperación Española, no fue sorprendente, quizás porque es uno de los pocos datos estadísticos que se tiene de Panamá sobre la edición y venta de libros.

Los tristes números de esa investigación reflejan que en el 2015 se editaron 974 libros con ISBN, mientras que un año antes la cifra fue de 2,975, lo que reflejó una caída del 67.3%, estadísticas que haría gritar a cualquiera dedicado a la enseñanza y la cultura.

Son 2,001 solicitudes de ISBN menos, solamente en el período de un año, lo que me lleva a preguntar lo siguiente: ¿Se lee en Panamá o no y qué pasó?



Claro que sí se lee, sin embargo, el mercado panameño es reducido y tampoco hay cifras de las autoridades, ni privadas que demuestren lo sucedido durante los últimos cinco años hasta aterrizar al 2021 y así corroborar que el asunto mejoró o empeoró.

Solamente los escritores conocemos lo difícil que es ir a una feria del libro, independientemente de su organizador, ya que hay que ser un verdadero mago para atraer público y que te compren.

Si vendes cinco o seis ejemplares, brinca de un pie y celebra porque generalmente se vende poco, peor si eres literato emergente o en otras palabras que solo te conoce tu familia y el grupo de escritores  con quienes te desenvuelves.

El Cerlalc indica que, de la cifra de 2016, el 87% de esos libros son impresos y el 13% digital, lo que explica que aún estamos “verdes” para entrar al mundo de la tecnología de descargas y audiolibros en Panamá.

“Me gusta sentir el olor del papel, hojearlo, verlo y tocarlo”, es una frase que he escuchado muchas veces de personas que no les gusta el formato digital. Es su derecho invertir su dinero en lo que le gusta o prefiere. En eso no hay debate que valga.

Un dolor de cabeza y muchas esperanzas, así que si usted planifica entrar el mundo de la literatura no piense que se hará rico de la noche a la mañana porque para estar entre los 100 más vendidos  en las plataformas digitales toma años de labor.

"Vender libros en Panamá es como abrir un bar en Irán", digo a modo de chiste esta frase porque se debe trabajar duro y sin descanso para hacerte un nombre. 

Sin cifras es difícil hacer un análisis de la realidad, no obstante, se palpa en cualquiera actividad cultural donde haya compra-venta de libros, pero no hay espacio para rendirse porque la lucha continúa.

La primera batalla es con mi campaña en redes sociales: “Ama las letras porque ellas no muerden” y la segunda fomentado la lectura.

Respetados lectores, todo menos tirar la toalla porque este encuentro boxístico acaba cuando deje de respirar.

Continuará…

2 comentarios:

  1. Muy buen artículo, siento que una parte muy importante que no mencionas es enseñar a los emprendedores/escritores a comercializar su libro desde un punto de vista tecnológico, tal vez si el gobierno, tipo el Ministerio de Cultura, creara un tipo de plataforma donde ciertos expertos colaboren con el tema.
    E incentivar a las personas a escribir y a leer.

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  2. De acuerdo parcialmente, en especial que es difícil, pero compararlo con la venta de licor en Irán me parece un poco extremo, ya que allá esto es ley y prohibido, más en nuestra sociedad no está prohibida la lectura. Concuerdo que es un camino largo, como cualquier actividad y requiere de mucho tiempo para hacerse conocer. Estar claros que como en cualquier actividad debemos prepararnos integralmente, en especial si eres emprendedor. Conocer de recursos humanos, ventas, mercadeo, redes sociales, finanzas, contabilidad y una pizca de psicología. Buscar la venta y el conocer nuestras presentando productos de calidad con buena narrativa y sin faltas ortográficas. Esto es lo que hará que las letras, hablando del entorno panameño, logren ser apoyadas y reconocidas. Interesante artículo.

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