Cuadrangular de por vida

Los periodistas panameños acostumbran a jugar bola suave en la liga Solo Periodistas de la Asociación Deportiva Solo Periodistas (Adespe), en el cuadro cercano al Ministerio de Obras Públicas (MOP).

Ese sábado jugaba el canal 3 de televisión contra el equipo del periódico, El Mundo, ganador de unas cinco copas y campeón de la última temporada, con unidades bien preparadas y toleteros a montón.

Una de las pocas oportunidades que tenían los comunicadores sociales para reunirse, beber algunas cervezas, platicar, estar con su familia, comer y deleitarse de una camaradería fabulosa.

Corría el 2006, las gradas llenas, los equipos iniciaron el partido y tiempo después, los jugadores de El Mundo empezaron a meter sus imparables ante los aplausos del público.



El marcador iba 13-1, a favor de los campeones, pero le correspondía el turno al bate a Richard Córdoba, de 29 años, reportero y jardinero del Canal 3, de tez canela, alto, ojos pardos, abundante cabello negro, delgado y corría como una gacela.

Ya llevaba dos tiros en contra, a punto de ser abatido, cuando el lanzador le disparó una recta, el bateador se acomodó y le metió un “leñazo” a la pelota que viajó a una impresionante velocidad de 90 kilómetros por hora.

Los fanáticos del Canal 3 se levantaron, pero la esférica se fue en dirección a la derecha o hacia las gradas que tenía una malla de protección, sin embargo, había un pequeño orificio del tamaño de tres pelotas de bola suave.

Por ironías de la vida, la pelota ingresó por ese hueco y se dirigió donde Ema María, blanca, de ojos avellana, cabello castaño oscuro, de mediana estatura, delgada y muy linda, quien laboraba como locutora en la radioemisora La JK.



La fémina platicaba con una periodista y ninguna de las dos se dio cuenta de lo acontecido, un camarógrafo gritó su nombre, pero cuando Ema María volteó la cara, la bola impactó contra la joven de 27 años.

Un diente afuera, sangre, el tabique roto y todo el público corrió para ayudar a la mujer, llamaron a una ambulancia, los paramédicos le dieron los primeros auxilios y la trasladaron al hospital Santo Tomás.

Richard Córdoba, era un caballo jugando y todos se sorprendieron por el batazo.

Tras el golpe, estaba más blanco que la nieve, fue donde la dama y la acompañó a la ambulancia, además del nosocomio.

Él era divorciado sin hijos, ella también, no obstante, tenía una niña de dos años.

A la fémina le dieron dos semanas de incapacidad, Richard la visitaba a diario, le llevaba flores e hicieron gran amistad, aunque él se sentía culpable y con mucho remordimiento.

Ema María le dijo que no tenía nada que perdonar, fue un accidente deportivo,  con el tiempo empezaron a salir como amigos y posteriormente de novios.



Luego de dos años se casaron, hicieron tremenda rumba con orquesta de salsa y muy concurrida en su mayoría por comunicadores sociales.

Maritza Miller, prima de Emma María, fue la madrina de la boda, cuando le correspondió hablar, todos rieron por sus palabras.

-Richard, no eres gran jugador, pero con mi prima metiste un cuadrangular de por vida-.

Fotos cortesía de Rubén Polanco.

 

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