En las afueras de David, Chiriquí, el ganado empezó a desaparecer, los propietarios de estos animales alertaron a la policía de posibles cuatreros, sin embargo, no dejaban ninguna pista y había numerosos testimonios sobre un gallinazo que rodeaba las fincas antes de que se llevaran a los rumiantes.
Dentro de las haciendas no había huellas de sangre, neumáticos o pisadas de calzado
alguno que diese con la cantidad de personas que se mezclaban en la oscuridad
de la noche para delinquir, aunque en el día el ave que sobrevolaba las zonas.
Mientras las autoridades investigaban, don Páncreas, un costarricense
residente en la periferia de la capital chiricana, hacía sus pociones mágicas con
las que se ganaba la vida, luego de huir tras embarazar a una menor en Tibás,
Costa Rica.
El señor de 68 años era muy popular entre los clientes, quienes lo buscaban
para trabajos de brujería con el propósito de joder al adversario o al enemigo,
conquistar una mujer, un varón o suerte en la lotería.
Páncreas desaparecía todos los sábados desde las nueve de la noche, en su
casa construyó un establo donde no había acceso a personas, el hombre era muy
astuto, vivía solo y conquistaba damas de edades de entre treinta y cinco a cuarenta años.
Una noche sabatina durante un recorrido, dos policías vieron algo grande que
aterrizaba en la propiedad del tico, decidieron husmear, pero no encendieron
las luces, caminaron lentamente, entraron y llegaron al establo.
Unas veinte reses, posiblemente las desaparecidas se encontraban en la
propiedad de Páncreas, imposible de creer porque no tenía camiones para
transportarlas y personal para ello.
Ya había un presunto responsable, faltaban los implicados, se trasladaron
hacia la vivienda, una ventana estaba abierta y vieron al costarricense en
medio de un ritual de magia negra.
Más de una docena de velas oscuras, cráneos, máscaras con formas de
animales, un cuadro de barón Samedi, muñecos con alfileres, ron, abundante fruta
y un altar.
No había dudas que Páncreas era un brujo, practicante del peligroso vudú, no
obstante, los uniformados sin una orden judicial no podían llevarse nada, solo
alertar a sus compañeros.
Decidieron irse cuando un grito aterrador los hizo esconderse, se volvieron
a asomar para ver al hombre transformarse en un gallinazo, sus piernas se
redujeron, su cabeza cambió y sus brazos se convirtieron en alas.
El ave se dirigió hacia la puerta, se dio cuenta de que fue visto, lanzó pequeñas
bolas de fuego desde su pico contra los policías y emprendió vuelo.
Al día siguiente, se allanó la finca, los investigadores encontraron que el
ganado era el hurtado, una carta de amor evidenciaba que las vacas serían entregadas
a Mélida, una doncella que el tico quería conquistar.
Usaba la magia para convertirse en gallinazo, con la fuerza increíble del
vudú las atrapaba por las patas y las dejaba en el establo.
Páncreas no volvió a David a defenderse de los cargos de cuatrerismos, ni a
ejercer sus derechos de su propiedad. Dicen que el cielo se lo tragó.
Fotografías de Fígaro Ábrego y Cottonbro Studio de Pexels.