En el pueblo Rabo de Puerco, en Chiriquí, Panamá, existe una leyenda de una pareja que ronda las zonas selváticas, por allá durante los años 40, lo que generaba terror entre sus habitantes.
Rabo de Puerco apenas era un caserío de unas 50 viviendas, la mayoría de barro, donde no
se conocía la energía eléctrica, el pavimento, la telefonía y solo por gestiones de
Luis Thomas, el nieto de un británico terrateniente, se instaló una oficina de
telégrafo.
Luis poseía una inmensa finca con ganado, se sembraba café, tomates, papas,
hortalizas y otros vegetales, era el hombre más rico de la región, sin hijos,
de 50 años, además recién casado con Etelvina Gómez, hija de unos peones.
Ese matrimonio fue casi obligado porque el rico varón la hizo suya casi a
la fuerza, la noticia se supo en la capital de provincia y ante el temor de que
sus enemigos políticos lo detuvieran, optó por casarse.
Y mientras el tiempo transcurría, las apariciones continuaban, los peones
de la finca de Luis renunciaban para laborar en otro lado, ya que el terror se
apoderaba de ellos en las noches cuando debían hacer alguna diligencia.
Los fantasmas rondaban cerca de la propiedad del veterano empatado con la pollita,
lo que se traducía en que un océano de culillo recorría el lugar y huían como
conejos asustados.
Tanto así que solo se quedó con dos trabajadores, les dobló el sueldo para
evitar la dimisión, aunque también decidió enfrentar los medios regionales, incluyendo el
suyo propio, que generaban los espíritus.
Así que un doce de diciembre de 1943, con una noche estrellada, fría, casi a
ciegas se internaron en el monte con la meta de lograr un encuentro con lo desconocido y terrorífico,
Luis fue acompañado de Margarito, su hombre de confianza.
La guaricha la cargaba Margarito con su mano derecha, mientras que Luis con
un revólver 38, con el dedo en el gatillo, caminaron media hora, la brisa y el
sonido de los pájaros era lo único que se escuchaba.
Una hora después, divisaron algo blanco, dos fantasmas, ambos caballeros se
acercaron, con poca visibilidad, Margarito tapó la guaricha con un trapo para no ser descubiertos,
caminaron unos metros y al alumbrar hallaron lo buscado.
Ahí estaba lo que parecía ser dos mantas sucias, la pareja volteó hacia
la luz, luego Luis abrió fuego, los espíritus cayeron, lo que sorprendió a los
varones porque se supone que los fantasmas ya están muertos.
Desagradable sorpresa cuando quitaron la tela que los cubría porque no eran
espíritus, sino su esposa Etelvina, de 21 años, con un antiguo peón llamado Carlitos, de 25 años, amantes
que usaban la vieja historia para sus encuentros sexuales clandestinos.
Al ver la escena, Luis se colocó el arma de fuego en su sien derecha, se
disparó y el sonido del cuerpo caído viajó a lo largo del bosque.
Margarito corrió donde el corregidor para informar de la novedad, pero
cuando llegaron, los cadáveres desaparecieron misteriosamente hasta hoy, no
había sangre, ni casquillos de balas o evidencia de asesinatos y un suicidio.
Por Rabo de Puerco se dice desde 1943 hasta el 2024 que fueron los
verdaderos fantasmas quienes se llevaron los muertos y los espíritus aún rondan.
Fotografía de Cottonbro Studio y Karolina Kaboompics de Pexels no
relacionadas con la historia.
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