Marciano Cárdenas no le creyó en un principio a Estrella cuando la dama le dijo que laboraba en el centro de diversión de adultos La Loma, ubicado en Las Tablas, Panamá, porque su vestimenta no era extravagante o llamaba la atención, aunque sí su físico.
El ganadero, residente en
Tonosí, viajó a Las Tablas a realizar una venta de reses, luego ingresó a un
almacén a comprar abonos para sus siembras de arroz y maíz, al salir se tropezó
con la dama.
Estrella llevaba una
chicha de naranja que se le derramó, Marciano, como un buen caballero se disculpó,
le ofreció comprar una camisa nueva y lo vertido, pero ella se negó con una
sonrisa.
Oriunda de Maracaibo,
Venezuela, con un marido y dos hijos, llegó al istmo en busca de trabajo,
estuvo laborando en una casa de familia hasta que una paisana le comentó que
fuera a Los Santos porque ganaría mucho dinero como prostituta.
La dama, de piel canela,
ojos pardos, figura voluptuosa, robó el corazón del ganadero, casado y con cuatro
hijos, dueño de inmensas tierras y gran cantidad de animales.
Sin embargo, Tonosí está distante
de Las Tablas, por lo que la mujer le dio el número de teléfono que Marciano anotó
con en el nombre Pedro Moreno para no despertar sospechas de su mujer.
Pasaron tres semanas, la
pareja hablaba por celular cuando la esposa del empresario agropecuario estaba
en el colegio dando clases porque era maestra y cuadraron que Marciano fuese a
una cita clandestina en la primera oportunidad que se le presentara.
Al mes ese momento llegó,
el varón salió a su encuentro en las instalaciones de La Loma, la mujer vestía
un traje negro que dejaba a la vista su hermosa figura, cabello suelto y
alisado.
Marciano entró, la
saludó, le entregó el dinero a la mujer, ella ingresó a la parte donde están las
piezas para irse al paraíso, Estrella se devolvió para darle los 60 dólares al
encargado de la caja, eran tres tiempos a razón de 20 dólares por cada 15
minutos.
La hora cero, besos, caricias,
algo raro en una prostituta, posteriormente vino lo fuerte y Marciano estaba arriba
de la dama cuando sintió un dolor en el pecho.
La fémina se asustó, Marciano,
se quejaba, colocaba su mano izquierda en su tórax y cerró los ojos. Un infarto dejó caído al soldado del amor.
El dictamen forense arrojó
alcohol y restos de viagra en la sangre del ganadero, no aguantó y lo peor es
que todo Los Santos se enteró de que don Marciano murió de un paro cardiáco en
medio del sexo con la chama.
Fue preparado para luchar
en tres tiempos, no obstante, en el primer asalto, sus 57 años lo traicionaron.
Fotografía de Alexander Krivistkiy
de Pexels y Fígaro Ábrego no relacionadas con la historia.