Cuando corría su automóvil Alfa Romeo, Próspero Marendi, pensaba que iba en algunas de esas carreras automovilísticas de Europa, América o Asia y se molestaba cuando un carro de marca más baja lo rebasaba.
Por las noches, con otros niños ricos, hacían competencia
a lo largo de calle 50 en Panamá, muchas veces la policía poco actuaba porque era
imposible meterse con familias del poder económico.
A Próspero lo sorprendieron varias veces conduciendo
bajo los efectos del licor, pero de una vez llamaba a su tío que formaba parte
de la cúpula militar y que en esos momentos gobernaba el país centroamericano.
En la sociedad capitalista, quien tiene dinero e
influencias, cuenta con un escudo protector a menos que cometa un asesinato y
en muchos casos, los parientes intentan sacarlo del país con el fin de evitar
la cárcel.
Los días pasaban y durante en una de esas carreras,
los locos conductores bajaban la loma de Dos Mares, atravesaban la Tumba Muerto
y cruzaban hasta la calle Harry Heno, frente a la fábrica de harina Gold Mills
de Panamá.
El reto era una carrera de aceleración sin hacer alto
en la Tumba Muerto, lo que convertía la acción en algo peligroso en extremo y
que le llamaba, la loma de la muerte.
Esa noche, el caballero conoció a Alessandra Testa,
una chica italiana, pelinegra, ojos, verdes y delgada que vestía un pantalón de
cuero negro y camiseta corta que resaltaba sus pechos.
Los competidores le cayeron como hienas a una cebra
cuando sedientos de hambre, la dama le prestó atención a un culiso apodado
Papo, residente en Chanis, hijo de un médico y quien tenía un Toyota SR.
Papo
era el más limpio de todos los corredores, sin embargo, contaba con una astucia
en el volante que todos los ricos le envidiaban, así que no les quedó otro
remedio que aceptarlo.
Los yeyesitos no soportaban que la dama europea
eligiese alguien de clase media, un jovencito que tenía algo porque sus padres
estudiaron en la universidad y a pesar de que ellos nadaban el dinero, la mujer
ni siquiera los determinó.
Una de esas noches, Próspero retó a Papo a que cruzaran la loma de la muerte tres veces, Alessandra le pidió a su novio que no lo hiciera porque una vez estaba bien, pero tres era comprar un pasaje al más allá.
Próspero le gritó maricón y que, si no era lo suficientemente
hombre para aceptarlo, entonces no merecía un hembrón de novia y se buscara un travesti,
lo que enfureció a Papo y casi se agarran a golpes.
A pesar de la negativa de Alessandra, su pareja y Próspero,
iniciaron la carrera, bajaron la loma, cruzaron la vía hacia el centro, pero Papo
vio un contenedor que venía a toda velocidad, aceleró y logro pasar.
Sin embargo, Próspero no tuvo la pericia, el gigantesco
vehículo impactó al Alfa Romeo, lo dejó como un pedazo de papel, lo que generó
que su conductor fallecería de forma instantánea.
Alessandra corrió, como los demás espectadores, ella
abrazó a su novio, se encontraba asustado, aunque a salvo.
Desde ese día se acabaron las carreras.
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