Vicente Navaza iba extraditado, desde Panamá hacia Vigo, Galicia, en España, donde lo esperaban para ser procesado por el homicidio de una docente, quien fue asesinada bárbaramente con un arma punzocortante.
Pero Vicente no era un criminal cualquiera, sino un
antiguo miembro de la Guardia Civil española, de tez blanca, alto, ojos verdes,
cabello castaño claro, con 1.85 metros de altura y atlético.
Llegó a Panamá, en agosto de 2016, con otro expolicía,
identificado como Mario Hassan, de origen marroquí y nacido en Vigo, de piel
canela, alto, ojos miel, cabello negro y ojos pardos.
Ambos, de 30 años, se contactaron con pandilleros panameños
para incursionar en la venta y tumbe de drogas, amedrentar a personas que se
negaban a transportar mercancía ilícita al exterior y otros delitos como hurtos
en residencias lujosas.
Durante seis meses los españoles se dedicaron a sus
acciones criminales, eran muy famosos entre el bajo mundo como el dúo gallego, las mujeres quedaban
loquitas con los caballeros, aunque no les interesaba ese tema.
Sin embargo, Hassan decidió retornar a Galicia porque
su mamá estaba enferma y su padre había fallecido seis meses antes en un
accidente automovilístico en Lugo cuando regresaba de visitar unos familiares.
Vicente se quedó dos meses más en el istmo para ganar
dinero sucio hasta que por fin retornó a su país, pero se encontró con que su
compañero de delitos tenía una novia llamada Esther González, de 25 años,
maestra de escuela y con quien planificaba casarse.
Molesto porque su novio
no solo regresó, sino que tenía una pareja y no le informó, Vicente se
introdujo en el piso de la dama, aprovechando la ausencia de Hassan y la asesinó
de doce puñaladas.
A los dos días regresó a Panamá para seguir en el bajo
mundo de las drogas y las pandillas, hasta que hubo intercambio de disparos
entre dos grupos y el extranjero fue herido en una pierna.
Las autoridades panameñas ya lo tenían fichado o
identificado por su historial de crímenes.
Cuando verificaron en la base de datos de la Interpol
descubrieron que un tribunal de Vigo lo requería por el asesinado de la
prometida de su antiguo novio, así que de inmediato se comunicaron con la
embajada de España en Panamá para tramitar la extradición.
Los pandilleros locales contrataron un buen abogado
penalista para evitar la acción judicial que duró 90 días, sin embargo, todas
las instancias legales confirmaron el envío de Vicente a la madre patria.
El caballero, todo un guapetón y peligroso, enfrenta
una condena de mínimo 20 años de cárcel por el asesinato de su rival.
Imágenes cortesía de la Guardia Civil de España no
relacionadas con la historia ficticia.