El muerto que salió del féretro

Cirilo Gaitán llevaba ya tres semanas en la clandestinidad, luego del golpe de Estado del 11 de octubre de 1968 que derrocó al mandatario Arnulfo Arias Madrid, por un grupo de oficiales de la Guardia Nacional (GN).

El caballero, chiricano, de 27 años, de piel canela, ojos pardos, mediana estatura, delgado y pelo negro, era buscado hasta por debajo de las piedras por la GN porque lo acusaban de contrabandear armas para tumbar al gobierno “revolucionario” de los militares.

Los once días que duró el gobierno de Arias Madrid, trabajó como asistente de un diputado del Partido Panameñista en la Asamblea Nacional, era arnulfista de sangre pura y por herencia familiar.

Su casa estaba vigilada las 24 horas, igual que la de sus padres y algunos amigos, sin embargo, el masculino tenía un as bajo la manga, o su novia Rose LaBeff, una zoneíta, rubia, de ojos azules, delgada, alta e hija de un profesor de matemáticas de Balboa High School.



Mientras los milicos intentaban localizar al insurgente para meterlo en la Cárcel La Modelo, llena de presos políticos, en el Hotel Tívoli, se planificaba un escape espectacular, con complicidad de algunos norteamericanos, aunque a su propio riesgo.

Supuestamente, Estados Unidos no intervino en el golpe de Estado y los residentes de la Zona del Canal tenían prohibido participar en política panameña, por lo que si eran sorprendidos estarían en serios problemas.

Había que actuar rápido porque si lo atrapaban pasaría una temporada en La Modelo y posteriormente sería trasladado al penal de la isla de Coiba, donde abundaba los opositores al gobierno militar.

Mark, Reny y Chris, eran tres estadounidenses amigos de Rose LaBeff, de 22 años y estudiante de la Universidad de La Florida, en La Boca, Balboa.

Idearon un plan de llevar a Cirilo Gaitán, en un carro fúnebre, con placa panameña y un estadounidense a bordo, para evitar molestias en el momento que circularan por el límite entre la “quinta frontera” y la ciudad de Panamá.

La fecha era el sábado 2 de noviembre de 1968, día precisamente de los muertos y que aprovecharían para no crear sospechas.

El chiricano estaba escondido en un apartamento en Bella Vista, a pocos kilómetros del territorio donde mandaba el gobernador, nombrado por el presidente de Estados Unidos.



Con los nervios de punta, los norteamericanos se marcharon  a las 5 de la madrugada, esperaron hasta que fuese las ocho para salir, Cirilo Gaitán se metió en el féretro, pero para que no se asfixiara y respirara le abrieron huecos.

Si entraba en la Zona del Canal, lo llevarían a la oficina del gobernador donde llenaría un formulario de asilado político, de lo contrario podría ser hasta asesinado en la isla penal, lo que aterraba a la novia yanqui del panameño.

Contrataron a un conductor panameño, quien también sabía la historia, otro panameñista, luego el vehículo abandonó el edificio, ubicado en calle 45 Bella Vista, frente a la sinagoga Shevet Ahim.

El guía del automotor, lo llevó por la Avenida Justo Arosemena, subió por calle 25 Calidonia, dobló para seguir la Avenida Central, siguió por la Asamblea Nacional, posteriormente subió por la calle contigua, al llegar a Patio Rochet, dobló a la derecha.

Quedó a un costado del bar Ancon Inn, donde un retén lo detuvo para revisión, el conductor, identificado como Armando Barrera, se bajó, pero el estadounidense Reny, protestó, mostró unos papeles y dijo en mal castellano que transportaban el cuerpo de su primo.

Había un guardia raso, un cabo y un sargento, este último se acercó, vio los papeles y dio la orden que el carro fúnebre pasara el límite.

Rose LaBeff, lo esperaba con Chris y Mark, en la Zona del Canal, cuando cruzaron, la dama no aguantó, se bajó del vehículo donde aguardaba, el carro fúnebre se estacionó y la mujer fue a la parte trasera.

Los tres estadounidenses y el panameño, sacaron el ataúd, frente a la mirada atónita de varios zoneítas, luego lo abrieron y salió Cirilo Gaitán, sudado y asustado, vio a su novia, la abrazó y la besó.

El público, tanto del lado panameño como del zoneíta, no tenían idea de lo acontecido, cuando la pareja terminó el beso la chica gritó: “my boyfriend is a free man”, lo que arrancó aplausos de los norteamericanos.

Los guardias panameños observaron todo, pero no entendían lo del muerto que salió del féretro. Creyeron que era una broma.

Solo aprecia la libertad quien en determinado momento no la ha tenido o perdido.


'Du hast mich'

 Cuando la policía ingresó a la lujosa vivienda, ubicada en Coco del Mar, corregimiento de San Francisco, de la capital panameña, uno de los agentes del orden público vomitó de la impresión por la dantesca escena.

En un sofá grande de cuero, color blanco, estaba el cuerpo de un hombre de aproximadamente 60 años, a pocos metros en la alfombra, el cadáver de una dama de unos 25 años y a una distancia corta, yacía un caballero muerto, de aproximadamente 30 años y sangre a montón.

Manchado de rojo estaba el sofá grande, un comedor Luis XV, con cojines gris, con restos de sangre, en la mesa aún había comida, vino, un pavo, uvas, una botella de güisqui, un paquete de cigarrillos y en la pared colgado un cuadro de Guillermo II, el último emperador de Alemania.

Varias pisadas de sangre corrían por toda la alfombra azul, llegaban hasta la cocina y volvían al sofá donde estaba el cuerpo del adulto mayor, cuyo cadáver no tenía una sola herida de arma blanca, pero sí una jarra para beber cerveza que aún tenía algo de líquido.

Los vecinos llamaron a la policía porque escucharon gritos de una mujer en alemán, posiblemente ruidos de cristales rotos y otros sonidos extraños.



Se trataba de Guido Müller, de 63 años; su hijo, Franz Müller Ríos, de 34 años y, Mina Schmidt de Müller, de 27 años, esposa del primero, quien fue traída de Oberame para casarse con Guido porque quería una mujer de su tierra natal.

Franz Müller Ríos, era hijo del germano con la chorrerana Efigenia Ríos, quien laboraba como mesera en un restaurante cuando Guido Müller, llegó de Alemania a trabajar como cocinero en el istmo.

El migrante logró abrir su propio negocio y posteriormente tenía cuatro en la Ciudad de Panamá, muy concurridos por la clase alta, lo que le llevó a tener una vida cómoda.

Cuando Efigenia Ríos, murió, el pequeño Franz contaba con ocho años, fue educado en un internado suizo y a los 12 años retornó a Panamá para convivir con su papá.

Ya siendo adultos, el europeo se sentía solo y quería una mujer bávara como él (era de Munich), así que consiguió una en un pueblo pequeño como Oberame, se la trajo al istmo y se casaron al mes.

Sin embargo, el viejo alemán sentía celos de su propio hijo, debido a que congenió muy bien con su joven madrastra, aunque Franz Müller Ríos era bisexual, tenía una novia, no estaba casado ni tenía hijos.



La esposa del cocinero nunca coqueteó con su hijastro, solamente intentaba llevarse bien, en la casa únicamente se hablaba alemán y en los restaurantes era donde la chica aprendía castellano.

Mina y Franz, bebían abundante cerveza, comían salchichas alemanas y papas fritas, escuchaban grupos de rock germanos como Rammstein, Tokio Hotel y Helloween, entre otros, lo que se traducía en que hacían química, pero solo eso y más nada.

Los celos carcomían al empresario alemán hasta que planificó hacer una cena para que los tres bebieran y comieran, aunque les tenía la sorpresa de su vida.

Se alimentaron y chuparon alcohol como cosacos, Guido Müller les incluyó rohypnol en polvo a los tragos, luego su hijo quedó totalmente dormido, no obstante, Mina Schmidt de Müller, aguantó y quedó con algún grado consciente.

Franz Müller Ríos ni siquiera sintió las 18 puñaladas que su padre, afectado seriamente por el alcohol, le introdujo en distintas partes del cuerpo. Quedó en la alfombra mientras su sangre corría.

Pero Mina sí gritó, intentó correr, se caía, trataba de levantarse, lo que generó que se apoyara dos lámparas que fueron a dar al piso, se rompieron, arrojó un adorno de hierro a la ventana y lo destruyó.

El migrante germano logró dominarla y una a una la apuñaló 17 veces, mientras ella decía en momentos que agonizaba “du hast mich” (tu me tienes), posteriormente cuando la neutralizó se fue a la cocina, luego al sofá y bebió cerveza mezclada con cianuro.

Las pruebas de laboratorio encontraron la droga y el cianuro, se determinó quién era el asesino, se notificó a la embajada alemana, quien a su vez se contactó con Peter Müller, de 55 años, hermano menor de Guido.

Peter Müller ahora sería el heredero de cuatro restaurantes lujosos en la ciudad de Panamá, luego de la tragedia de 35 puñaladas, pero la rechazó y nunca arribó al istmo porque no quería esa sangrienta herencia.

Los restaurantes fueron administrados por los empleados en una cooperativa.

'La historia tiene vida': Plinio González

 

Una grata sorpresa encontrará en el escritor panameño Plinio González, chorrerano de pura cepa y con una imaginación incalculable para crear historias. El literato conversó con el portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte” y abre las autopistas de su inicio y carrera literaria.

¿Quién es Plinio González? Explique su mini biografía.

Nacido un lunes en La Gran Chorrera, específicamente el 16 de diciembre de 1985. Desde pequeño mostró mucha imaginación y creció escuchando cuentos que le leían de aquel compendio "Érase una vez" y los cuentos que su abuelita le contaba.

Graduado de ingeniería electrónica y telecomunicaciones en la Universidad Tecnológica de Panamá en el 2009.

Luego completa estudios de maestría en Gerencia de Proyectos en la Universidad Interamericana de Panamá, logrando la certificación como Project Management Professional (PMP), del Project Management Institute (PMI) en el 2011.



Desde muy joven tenía el deseo de escribir un libro, pero no es hasta 2020, en tiempos de pandemia, que escribe y autopublica su primer libro, El Gen Arcano, novela de ficción, misterio y suspenso.

Su segunda auto publicación, Halloween Inmortal, un cuento corto para participar en el concurso Internacional para narrar las historias, fue seleccionado como uno de los ganadores.

En 2021 libera su segunda novela: Asesinos del Pasado: Jamais Vu, un thriller que sin duda te estremecerá.

Hombre de familia, dedicado a su trabajo, amante de los viajes, la playa y hacer deportes, tiene como meta llevar una de sus obras a la pantalla grande, según sus propias palabras no hay que limitarse y para soñar mucho menos.

 


¿Cómo nace su pasión por la literatura?

Para ser honesto, no soy un apasionado de la lectura. Me gusta leer y consumo muchos tipos de literatura, pero no podría decir que soy un ratón de biblioteca.

Soy más bien un fanático de las buenas historias. Desde pequeño siempre sentí que podía crear una película en mi cabeza con las historias que leía o me leían.


¿Háblenos de su obra El Gen arcano?

El Gen Arcano es mi primera obra. Realmente es una trilogía, la primera parte es El Gen Arcano: Secuestros. La lanzamos en el 2020 en plena pandemia. Trata de una serie de secuestros que sacuden Londres, unas mujeres sin relación aparente desaparecen en circunstancias muy extrañas.

Los agentes de CIL (Agencia de Inteligencia de Londres) descubren una conspiración tan antigua como la humanidad y una guerra entre líneas de sangres que podría cambiar el mundo como lo conocemos.

La situación llega al clímax cuando el lector descubra que nada es lo que parece y todos son sospechoso, en medio de todo esto emerge El Gen Arcano.

 ¿En qué se basó para escribir su obra?

La obra está basada en mitología, creencias antiguas y mucha cultura popular. Es una mezcla bastante interesante de muchas cosas, también agregué tecnología, genética y teología, brindando una teoría alternativa al génesis de la humanidad.

Quiero decir también que tengo mucha influencia de series de misterio y terror, videos juegos y anime, he combinado todo eso para producir esta trilogía.



 ¿Cuál es su público lector?

Mi público objetivo, son aquellos lectores que les gusta las historias de misterio, suspenso, mucha adrenalina y sobre todo entretenimiento.

Tratamos de crear una historia de alto contenido de entretenimiento, mucha adrenalina y mucha acción. Este tipo de lectura es sencilla y al grano, puede ser ligera, pero, también está cargada de mucha descarga de acción, es casi una película escrita.

 ¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

Mi género preferido es el misterio, suspenso, Thriller. Las historias donde no se puede determinar lo que en verdad está ocurriendo en la trama, donde tienes que pensar un poco más sobre lo que está ocurriendo realmente en la historia.

 ¿Cuál es el género literario más leído en Panamá para usted? Explique.

Creo que el género más leído es autoayuda. He visto bastante movimiento en ese género, con muchos autores publicando sus historias de la vida real y mucha reflexión. Siento que es el género que más se mueve en la literatura de Panamá, al menos es mi percepción.

 ¿Qué opina del mercado literario panameño?

Es un mercado realmente difícil. No somos tantas personas y realmente, siendo honestos, no tenemos una cultura hacia la lectura.

En Panamá, claro que hay muchas personas que leen, pero en porcentaje, por lo que he vivido en estos casi tres años de experiencia en el mercado, es un porcentaje bajo.

Hay que invertir más en la juventud, mostrarle más géneros, darle más apoyo al talento local.

Quizás un plan para leer autores nacionales en las escuelas, los clásicos están bien, pero creo que ha pasado tanto tiempo y hay tantas historias nuevas que se debería actualizar un poco las lecturas en las escuelas buscando enganchar a la juventud que tiene otros gustos en esta época.

Hablo de potenciar otras lecturas, a la par de los clásicos, diversificar, quizás obtendríamos otros resultados.

 Explique el camino del escritor independiente.

Muy difícil, tienes que ser autodidacta, tienes que pelear por tus lectores, tienes que darlo todo, es algo que hay que darle mucha atención y tiempo, pero vale la pena.

En medio de todas las críticas y cosas que se dan, también hay cosas buenas, siempre hay lectores que les gusta tu historia. También tienes independencia en las acciones y rumbos que quieres tomar y puedes manejarte según tu propia idea, eso es bueno.

 ¿Es escritor de mapa o de brújula?

Ambos. Me gusta tener la idea completa de como inicia la historia y cómo va el final, incluso en mis trilogías, ya sabemos cómo inicia y como termina y vamos desarrollando la historia.

También debo confesar que muchas veces, la historia tiene vida, la historia me va llevando hacia qué camino giran los eventos, al final la historia llega al final que ya habíamos planeado.

Porque realmente en mi imaginación las escenas transcurren muchas veces sin secuencia, es decir, a veces veo el final primero y la trama va a ocurrir poco a poco después.

 ¿En qué ocupa sus ratos libres?

Bueno, tengo muy pocos ratos libres. Pero los pocos que tengo, me gusta estar con mi familia, salir con ellos, ir a pasear o comer algo.

También cuando me es posible hacer algo de deporte, trotar un poco o jugar al futbol. Para escribir realmente lo hago a las 5 am, como buen chorrerano hasta los domingos me levanto a esa hora.

 ¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Estoy desarrollando dos Trilogías paralelas: El Gen Arcano y Asesinos del Pasado. Ya he publicado El Gen Arcano: Secuestros y Asesinos del Pasado: Jamais Vu.

Pronto estaré publicando la segunda entrega de El Gen Arcano: Profecías, es la continuación directa de la primera obra y tiene relación con la segunda trilogía. Esperamos que sea del agrado de los lectores.

Luego de que terminemos estas dos trilogías, ya a mediano y largo plazo, tenemos varias ideas esperando, pero quiero trabajar en una obra de Terror y también en una comedia romántica, esa es mi meta literaria como escritor.

 ¿Qué tiene que decir a los escritores anónimos con miedo de publicar obras?

Ánimo, no se limiten ni se pongan barreras. Todos tenemos historias que compartir y estoy seguro de que, si tienen la voluntad, le meten mucho empeño y esfuerzo, pueden llegar a publicar su obra.

Hoy día hay muchas formas de llegar a publicar una historia, no se rindan, estoy seguro de que valdrá la pena.

No teman, todos experimentamos ansiedad, miedos y un montón de cosas con nuestras historias, pero yo los invito a dar ese paso al frente, a compartir sus historias con otros.

Estoy seguro de que hay alguien con muchas ganas de leerla, yo estoy seguro de que hay un lector esperando esa historia que tienen para compartir, créanlo, para cada historia existe un lector.


El 'honorable' pedófilo

Los que más sorprendidos estaban en la sala de audiencias eran los reporteros judiciales porque no creían que un magnate panameño estuviese en la silla de los sindicados, acusado de estrupo en perjuicio de unas cinco adolescentes, todas residentes en el empobrecido barrio de Calidonia.

Un hombre blanco, de 68 años, ojos oscuros, poco cabello invadido por la nieve, con un elegante traje de calle negro y costosa corbata gris, conversaba con su abogado, Teófilo Cartolini, antes de iniciar el juicio.

Con el sistema judicial inquisitivo, en el año 1999, el acusado logró presionar con su poder económico para evitar ir a prisión preventiva, como ocurre generalmente cuando pedófilos, hijos de la cocinera o sin dinero son procesados.

No era un imputado cualquiera, Vicente López era un banquero, ganadero, dueño de una fábrica de ropa, tenía caballos, un terrateniente en varias partes de Panamá y tronco de “honorable” familia.



Su defensa utilizó todos los recursos judiciales a su favor para dilatar el proceso, tácticas que van desde ofrecer indemnización a las víctimas, a sus familiares, recusaciones, incidentes de controversia, amparo de garantías constitucionales y recurso de hecho, entre otros.

Apeló a sus influencias empresariales para presionar en los medios de comunicación social, con sus socios comerciales o a través de la publicidad, para evitar que la noticia fuese publicada.

Sin embargo, también tenía enemigos y adversarios políticos, quienes no dudaron en hacer público que Vicente López, se paseaba en Calidonia, con su elegante Mercedes-Benz, en busca de chicas de raza negra y adolescentes.

Fue ministro de Estado de varios gobiernos y amigo de la dictadura militar, uno de los primeros en visitar la junta de uniformados que dio el golpe en 1968, ya que los negocios son primero que la democracia.

La audiencia empezó, primero con la sustentación de la vista fiscal, el representante del Estado Rogelio White, explicó detalladamente el modus operandi del oligarca, hacia dónde llevaba a las adolescentes y posteriormente les “tiraba la toalla” para callarlas.

-Un hombre de honorable familia, como dice llamarse, violó la ley, tuvo relaciones sexuales con menores, les ofreció dinero, luego volvía e incurría en lo mismo-, manifestó Rogelio White.

Por su parte, la defensa argumentó que las chicas le mintieron a su cliente porque le dijeron que eran mayores, él no les pidió su cédula y su aspecto corporal era de mujeres, no de adolescentes.





Con esa historia, el juez Manuel García y los periodistas observaron al magnate, quien a pesar del aire acondicionado sudaba de los nervios. Estaba a pocos pasos de ir a la cárcel.

La excusa de mentir no era de peso, debido a que un caballero siempre debe verificar si la chica es mayor o menor, de lo contrario se montará en el tren de problemas judiciales.

Tras tres horas terminó el juicio, una barrera de escoltas taparon al empresario para no ser fotografiado o grabado en video y abandonó el Palacio Gil Ponce, en Ancón, Panamá.

A pesar de las presiones, el hombre fue condenado a 50 meses de prisión por el delito de estrupo, no obstante, su defensa apeló, se fueron a segunda instancia al Segundo Tribunal Superior de Justicia que confirmó la pena y llegaron hasta la Sala Segunda Penal de la Corte Suprema de Justicia.

Esta instancia, tomando en consideración la edad del imputado y una enfermedad, le redujo a 40 meses de cárcel.

Posteriormente inició la estrategia de solicitar aclaraciones de sentencias para ganar tiempo en la última instancia.

Las víctimas recibieron una indemnización no revelada, pero Vicente López, murió al año del último fallo.

Con su muerte logró burlar el sistema judicial y con su poder económico evadió los barrotes, cosa que no hubiese ocurrido de ser acusado un hombre humilde o de clase media porque en esta sociedad capitalista, vale más el dinero que los valores junto con la ley.

Clara y el diablo

Por: Osiris González

Clara Mendieta, era una chica de 35 años, trigueña, simpática y de un cuerpo escultural, pero se sentía sola y andaba en bares y discotecas tratando de conocer el amor de su vida.

Salía con uno y con otro, pero no duraban más de dos semanas porque ellos buscaban no ser "el amor de su vida" sino momentos de placer.

En uno de sus arranques conoció a Leonardo Camarena, un hombre alto, guapo y de ojos verdes, por quien Clara se perdió desde el primer momento.



Leonardo se percató de la mirada fija y coqueta de Clara, por lo que se acercó y ofreció pagarle unos tragos. 

Hablaron hasta el amanecer de temas triviales y del interés de Leonardo en encontrar una buena mujer para quedarse con ella "para siempre", aunque con el cliché, la fémina quedó "enamorada" del masculino. A la semana ya vivían juntos.

Todo era amor y pasión hasta que un día desenfrenado, Leonardo sacó su verdadero "yo" al maltratar a Clara durante sus apasionados momentos de intensidad e intercambio de fluidos.

La dama resultó con moretones en todo el cuerpo, sangraba y sin poder caminar, quedó tendida en la cama por dos días, mientras que Leonardo estaba con las energías renovadas.

Él le pedía pescado, ella corrió a cocinarle uno, a lo que su marido le arrojó el plato al piso y la golpeó.

-¿Esto es lo que me das? Quiero muchos pescados, es lo que necesito-.

Clara corrió al mercado y por varios lugares con el fin de comprar  los productos del mar que encontrara para llevarle a su ahora compañero de vida.

Así pasaron los meses, mientras Clara perdía peso, enferma, demacrada y con ojeras bien marcadas, Leonardo andaba lleno de vida y abusando de la incredulidad de la dama. 

Un día la mamá de Clara fue a visitarla y hablarle por todo lo que veía.



-Hija, ese hombre te trata muy mal, mira cómo te tiene. Escucha como aúlla al comer. Él solo come pescado crudo, eso no es normal-.

Clara le comentó a la autora de sus días que no hablara alto, ya que su pareja sabía todo de ella e incluso hasta lo que pensaba y le daba miedo enojarlo.

-Lo ves. Eso no es bueno, vamos a casa, deja a ese hombre o esa cosa porque no sabemos si es el diablo mismo-.

-No lo puedo dejar porque él es el amor de mi vida y debo quedarme con él para siempre-.

Lamentablemente, Clara siguió con Leonardo hasta que un día la encontraron muerta y el caballero desapareció.

Así sucede con muchas damas guapas e inteligentes, quienes por mantenerse al lado de un hombre que les da mala vida se lo aguantan todo por no estar solas.

El paletero suertudo

Todas las tardes por elegante barrio de Obarrio, pasaba Aníbal Sotelo, de 24 años, un paletero, oriundo de La Villa de Los Santos, Panamá, recién llegado a la capital, buscó de trabajo para luchar contra la pobreza y eso fue lo único que obtuvo.

De baja estatura, cabello castaño oscuro, ojos miel, blanco, pero con la piel colorada por el inclemente sol diario que tomaba mientras arrastraba su carretilla llena de paletas de frutas y de helados con el fin de ganarse unos reales.

Residía en Tocumen, se levantaba a las cinco de la madrugada, era el primero que estaba en la entrada de Helados La Italiana, ubicado en la avenida Justo Arosemena para recibir su carrito y así laborar.

Como era poco lo que ganaba, almorzaba un pan con queso, con una bebida pequeña de a 35 centavos y cenaba sopa de paquete con huevos, no tenía hijos y vivía en la extrema pobreza.



Dormía en un cuarto pequeño, con una cama diminuta, un radio transistor, no tenía televisor, unas cuatro mudas de ropas, unas cutarras que amaba mucho y solamente se las colocaba cuando iba al jardín “Los Santos”, a escuchar música típica y zamparse un par de “lavagallos” en su día libre.

En ocasiones desayunaba café y una tortilla para aguantar hasta cuando tuviese suficientes ventas que le aseguraran el día.

Marion Poll, era una estadounidense de origen alemán, jubilada del ejército de 42 años, que vivía con su hermana de 50 años, en la urbanización de Obarrio, donde el humilde hombre, sin escolaridad alguna, pasaba a diario con su carretilla.

Le compraba paletas y practicaba el castellano con el caballero, ya que trabajaría en una empresa norteamericana como supervisora de ventas.

Un lluvioso día, Aníbal Sotelo, intentaba cubrirse de un aguacero de proporciones bíblicas debajo de un árbol, cuando la extranjera lo vio, ella detuvo su vehículo y prácticamente lo obligó a subir.

Le pagó todas las paletas, le dio comida, y ropa, le dio de beber güisqui, y se lo cogió.

Marion Poll, era una dama liberal, si le gustaba el hombre se acostaba con él y ya.



El hecho se repitió varias veces, salía con dinero de la casa de la gringa, lo llevaba a pasear en su carro, pero todo de forma clandestina sin que sus amistades o hermana descubrieran el romance.

La mujer estaba casada con un capitán jubilado, quien estaba bajo tratamiento médico en un hospital militar de EE.UU.

A los tres meses de gozar a la estadounidense, un día estaba en la vía España con su carretilla, cuando observó a Marion Poll, salir de un restaurante elegante con un hombre maduro, tomados de manos con adolescentes.

Era el esposo de Marion que llegó de Estados Unidos.

Aníbal Sotelo, bajó la cabeza, cambió de ruta, también comprendió que solamente era sexo y diversión, además que no fue él quien disfrutó, sino ella.

Marion Poll echó sus canas al aire y cada uno agarró su camino desde ese momento para no verse más.

 

 

 

 

 

 

 

Retorno tormentoso árabe

Haidar Aziz Espinosa, tenía los nervios de punta dentro del autobús Bocas del Toro-Panamá, ese 8 de julio de 2022, ya que la vía Panamericana estaba bloqueada a la altura de la entrada de Tolé, en Chiriquí.

Miembros de la etnia ngäbe-buglé no permitían que los vehículos circularan en ninguna de las cuatro vías, por lo que no se avanzaba hacia Chiriquí y Bocas del Toro, ni con destino a las provincias de Veraguas, Coclé, Panamá Oeste y Panamá. Los indios protestaban por el alto costo del combustible.

Alto, blanco, ojos pardos, con barba, de 27 años, era hijo de un sirio-cristiano del mismo nombre y la chiricana Blanca Espinosa, oriunda de Puerto Armuelles, quien conoció a su marido cuando laboraba en uno de los almacenes en la frontera tico-panameña.

Haidar Aziz, padre, llegó a Panamá en 1990 con solo 50 dólares en su bolsillo, vendía electrodomésticos y ropa en lugares alejados de Chiriquí y Bocas del Toro, hasta que logró abrir un almacén en Paso Canoas y con el tiempo otro en Almirante.



Mientras que el joven, mitad árabe y panameño, había cometido la gran cagada de su vida, por lo que enfrentaba la ira del autor de sus días una vez regresara a Almirante.

Todo pelao que comete locuras, así que decidió dejar a su primo Faisal como administrador del almacén que su papá tenía en Almirante, con el propósito de viajar a Homs, Siria, para visitar a los parientes de su padre.

Se pasó diez días en el poblado del oeste de Siria, mientras que su pariente en el negocio otorgaba créditos a personas sin capacidad de pago, rebajó mercancía a un precio más bajo que el costo original y regalaba mercadería para atraer clientes.

Los empleados de Haidar Aziz padre, aterrados, vieron como Faisal tenía nulo conocimiento de administración de negocios y antes de que lo quebrara, telefonearon a Paso Canoas para informar de la novedad.

El viejo sirio no tenía idea que su hijo realizó un periplo tan lejos, se comunicó con él para que dejara a su familia en el país del Medio Oriente y regresara de inmediato a Bocas del Toro.

Como los vuelos estaban ocupados se fue a la terminal de Albrook y abordó un autobús Bocas del Toro-Panamá.

Todo iba bien hasta que agarró los retenes de Chame, Natá de Los Caballeros, Santiago de Veraguas y Tolé, donde los viajantes pernoctaron porque los nativos se pusieron a cocinar en la noche.

En la mañana siguiente, Haidar Aziz Espinosa, se bajó del autobús, observó un vehículo del Ministerio de Salud (Minsa), de funcionarios que programaron hacer una gira de odontología a zonas de difícil acceso y pensó que ellos lo salvarían.

No obstante, el conductor del microbús, Diego Penna, le comentó que nada podía hacer, por el contrario, el automotor era un peligro para los empleados, debido a que en algunas protestas siempre los carros oficiales eran destrozados.



A las nueve de la mañana del sábado 9 de julio, se formó una discusión entre los conductores, pasajeros y los indios ebrios que se negaban a abrir la Interamericana, hecho que grabaron con sus celulares y su padre, desde Paso Canoas, vio a su hijo discutir con los manifestantes.

Cada hora el joven telefoneaba a su papá para informar el lugar donde estaba y los pasajeros escuchaban los gritos del comerciante, en el idioma árabe, molesto con su descendiente.

Tras negociar, “los “grandes” abrieron, pasaron de bloqueo en bloqueo hasta que a las 9 de la noche lograron llegar a Gualaca, Chiriquí, donde está el cruce de la carretera que lleva a Bocas del Toro.

Una carretera peligrosa, con picos, en una sierra, donde la visión es casi nula, se registran derrumbes, llueve mucho y prácticamente es hacer una carrera a la muerte.

El conductor del autobús y los pasajeros decidieron avanzar y correr el riesgo de sus vidas porque la meta era terminar el viaje.

La unidad de transporte público arrancó, en ella iba Haidar Aziz Espinosa, nervioso, pensando en qué acontecería cuando llegara a Almirante.

No hubo noticias de accidente, por lo que se infiere que todos están vivos y con ellos el caballero sirio-panameño que protagonizó un retorno tormentoso a lo árabe.

 

 

Escape por Las Lajas

Tres caballeros y una dama, quienes laboraban para una productora independiente, venían de la frontera tico-panameña, donde realizaron un documental sobre un campamento de migrantes en la provincia de Chiriquí para la televisora alemana en español o la DW.

Pamela Louis, de 27 años; Rolando Dos Santos, de 57; Elpidio Córdova, de 53 años e Iñaki Bilbao, de 35 años, quedaron atrapados en el kilométrico embotellamiento vehicular en la vía Interamericana, a la altura de la entrada de San Félix y las Lajas, en Chiriquí, el domingo 10 de julio de 2022.



A su izquierda estaba la carretera hacia la Comarca Ngäbe-Buglé y a la derecha el hermoso balneario de Las Lajas, sin embargo, debían llegar a toda costa a la ciudad de Panamá ese día porque el lunes 11, Pamela Louis, viajaba a Berlín en la noche.

Los originarios protestaban por el incremento del precio del combustible, en sus manos estaba la suerte de cientos de ciudadanos ticos, venezolanos, panameños, alemanes, estadounidenses, colombianos, nicaragüenses, africanos y haitianos.

Intentaron negociar con el líder indígena ngäbe-buglé y una maestra, los cabecillas de la protesta en San Félix, aunque ambos se negaron porque los únicos autorizados a atravesar el bloqueo eran las ambulancias.



El resto debía esperar un acto “humanitario” para levantar los troncos de árboles, piedras gigantescas, neumáticos y muros Jersey.

Varados, con poco dinero, sin ropa limpia, se asearon en la mañana y no tenían la menor idea de su futuro incierto, la espera podría ser de tres o cuatro horas, ya que la noche anterior los automovilistas y pasajeros pernoctaron en la carretera Panamericana.

Tras dos horas, Pamela conversó con un residente de Las Lajas, quien le comentó que había un viejo puente colgante sobre el río San Félix, en un camino de tierra, ubicado después del Inadeh, pero que era peligroso y que al verlo se darían cuenta.

Debían ser cuidadosos, si los nativos descubrían su plan, el microbús donde viajaban sería destrozado en su totalidad, no obstante, no era un momento para debilidad o duda.

Los cuatro tomaron la decisión de cruzar, arriesgaban sus vidas porque si el puente caía, morirían todos de algún golpe o arrastrados por la corriente del afluente natural.

Subieron al carro, Rolando Dos Santos, conducían, vieron la oficina del Inadeh, posteriormente el camino de tierra, el autobús pequeño danzaba por la pésima vía y tras unos seis minutos estaba el puente.

Su estructura de cemento carcomida por el tiempo, los soportes oxidados y abajo el río San Félix, deslumbrante, hermoso, unos niños se bañaban en su orilla, mientras que en frente el conductor de un camión de hielo miraba la corriente. No se decidía pasar.





Pamela, Elpidio e Iñaki, se bajaron con el equipo para que el automóvil no tuviera tanto peso, pero un desalmado arrojó tierra en la parte final para que los vehículos no transitaran.

La pequeña montaña de tierra, recién regada, impedía el paso a la libertad, pero los aventureros no tenían otra salida y Rolando condujo suave, logró cruzar y quedó atrapado en el obstáculo.

Unos 20 minutos después llegaron varios autos, entre ellos dos vehículos todoterreno, con palos y una pala escarbaron para bajar la tierra, una soga unió un Toyota Land Crusier y el busito, lo remolcó por la parte frontal y el microbús venció el atasco.

Los cuatro brincaron de alegría, pasaron el peor obstáculo de San Félix, se irían por una vía hacia Remedios y aunque los bloqueos estaban en varios puntos de la vía internacional, era más fácil pasar.

A las 11 de la noche vieron el legendario Puente de Las Américas. 

Ya Pamela podría viajar a Berlín y mientras Rolando conducía, cantaban y reían, transitaban por el famoso puente que une a la capital con el resto del país.

Con astucia, la cabeza fría y el corazón caliente, los viajeros lograron un escape por Las Lajas hacia la libertad de tránsito.

Solo aprecia la libertad quien en determinado momento la ha perdido o no la tuvo.

 

40 horas prisioneros en la Interamericana

Wilmer Montesinos estaba feliz porque logró obtener su nombramiento como odontólogo en el Hospital Regional de Almirante, provincia de Bocas del Toro, Panamá, zona fronteriza con Costa Rica y emprendió el viaje.

Era hijo de un misionero español y una nativa Ngäbe-Buglé, de Kädriri; blanco, con aspecto acholado, de ojos pardos, alto y delgado, lector, culto, le gustaba el vino y fanático del Real Madrid.

Se fue por la carretera acompañado de su novia Iris Manforte y un amigo identificado como Ernesto Miller, oriundo también de Bocas del Toro y abogado de profesión.

No obstante, la felicidad, ese viernes 8 de julio de 2022, se transformaría en un periplo de tortura, necesidades, experiencias, desesperación, tensión y solidaridad.

Era un país con protestas por el elevado precio del combustible, entre otras aristas, grupos de presión empezaron a cerrar las arterias vehiculares en la capital y posteriormente se extendieron por todo el país.



El viernes 8 de julio, los protagonistas quedaron apresados en el primer bloqueo en Chame, luego en La Pintada, en Santiago de Veraguas, pero en esta ciudad lograron esquivarlo por atajos.

El gran premio fue Cerro Pelado, Tolé, San Lorenzo, El Salao y San Félix porque ni para atrás ni para adelante.

Cientos de vehículos atrapados en un kilométrico embotellamiento, autos particulares, busetas interprovinciales, locales e internacionales, automóviles oficiales, particulares y comerciales.

En ellas viajaban españoles, africanos, alemanes, costarricenses, colombianos, panameños, entre otras nacionalidades, quienes resultaron víctimas del cierre de calle por nativos de la etnia ngäbe-buglé.

Los originarios “protestaban” por alto costo de la vida, bloquearon la vía con muros Jersey, neumáticos, palos y piedras, lo que dejó a los pasajeros y automovilistas a merced de las decisiones de los manifestantes molestos y muchos con visibles signos de estar bajo el hipnotismo de Bachhus.

Hasta unos dos kilómetros de la entrada de Tolé llegaron, los segundos eran horas y las horas semanas de tensión, las personas hacían sus necesidades fisiológicas en el monte, mientras desalmados grababan con su teléfono celular a algunas mujeres en sus privados momentos.

Deben pernoctar en la zona, los únicos locales para comprar alimentos es el restaurante El Viajero y una estación de combustible que vende solo chucherías.

El restaurante no da abasto, la gente hambrienta, pide lo que hay porque el estómago baila, los varones compran las cervezas y dos turistas jóvenes israelíes son el centro de atención de un grupo de varones que las piropean.



La Panamericana se convierte en un gigantesco hotel, con personas que juegan dominó con las luces de sus autos, barajas, se ríen, hay música, algunos bailan y los herbazales se convierten en retretes al aire libre.

El odontólogo y su novia se comen a besos en el carro y su amigo bebe cerveza con otros viajeros.

Se acaba el vital líquido, sin embargo, eso no es problema porque un automóvil vende gaseosas, agua y cervezas, hace unos cinco viajes. Es necesario quitarse el estrés.

Amanece, es sábado 9 de julio, los autos avanzan hasta El Salao, donde se registra una discusión entre los afectados e indígenas ebrios que cerraron la calle.

Tras tres horas, una líder indígena informa que por razones “humanitarias” abrirán la vía por 60 minutos, quien pasó se salvó y el que no se jodió, luego el grupo llega a San Félix.

Un carro fúnebre lleva un cuerpo, se está descomponiendo, una mujer encinta es amenazada por un indio que le disparará su biombo porque ella pide cruzar debido a su estado y el nativo no quiere.

No hay salvación, pobres, de clase media, baja, alta, ricos e incluso de la etnia que protestan, están detenidos en la carretera internacional, no hay autoridad y nadie toma decisiones.

Los ciudadanos están solos sin que nadie los defienda y la tensión provoca enfrentamientos verbales entre pueblo contra pueblo.

Wilmer Montesinos se preguntaba quién pagaba los alimentos de los nativos, el alquiler de los vehículos para transportarlos, las botellas de cerveza que había en las calles y  por qué había muchas mujeres y niños.

Además, el joven observaba que en cada cierre había un izquierdista o educador que “asesoraba” a los miembros de los pueblos originarios.

Dan la orden de abrir en San Félix, los automovilistas conducen como en una competencia de fórmula 1, no quieren quedar atrapados en el próximo retén, pero el grupo odontólogo cruza hasta hasta Gualaca.

No pueden ir hasta Bocas del Toro de noche, la vía es peligrosa, llueve, hay derrumbes y es cordillera con abundante neblina.

Deciden dormir en David para el domingo 10 de julio ir a Bocas del Toro.

Son felices, pero están cansados, agotados, tensos y con sueño, tras vivir prisioneros 40 horas en la Interamericana.