Cirilo Gaitán llevaba ya tres semanas en la clandestinidad, luego del golpe de Estado del 11 de octubre de 1968 que derrocó al mandatario Arnulfo Arias Madrid, por un grupo de oficiales de la Guardia Nacional (GN).
El caballero, chiricano, de 27 años, de piel canela,
ojos pardos, mediana estatura, delgado y pelo negro, era buscado hasta por
debajo de las piedras por la GN porque lo acusaban de contrabandear armas para
tumbar al gobierno “revolucionario” de los militares.
Los once días que duró el gobierno de Arias Madrid, trabajó como
asistente de un diputado del Partido Panameñista en la Asamblea Nacional, era
arnulfista de sangre pura y por herencia familiar.
Su casa estaba vigilada las 24 horas, igual que la de
sus padres y algunos amigos, sin embargo, el masculino tenía un as bajo la
manga, o su novia Rose LaBeff, una zoneíta, rubia, de ojos azules, delgada,
alta e hija de un profesor de matemáticas de Balboa High School.
Mientras los milicos intentaban localizar al
insurgente para meterlo en la Cárcel La Modelo, llena de presos políticos, en
el Hotel Tívoli, se planificaba un escape espectacular, con complicidad de
algunos norteamericanos, aunque a su propio riesgo.
Supuestamente, Estados Unidos no intervino en el golpe
de Estado y los residentes de la Zona del Canal tenían prohibido participar en
política panameña, por lo que si eran sorprendidos estarían en serios
problemas.
Había que actuar rápido porque si lo atrapaban pasaría
una temporada en La Modelo y posteriormente sería trasladado al penal de la
isla de Coiba, donde abundaba los opositores al gobierno militar.
Mark, Reny y Chris, eran tres estadounidenses amigos
de Rose LaBeff, de 22 años y estudiante de la Universidad de La Florida, en La
Boca, Balboa.
Idearon un plan de llevar a Cirilo Gaitán, en un carro
fúne
La fecha era el sábado 2 de noviembre de 1968, día
precisamente de los muertos y que aprovecharían para no crear sospechas.
El chiricano estaba escondido en un apartamento en
Bella Vista, a pocos kilómetros del territorio donde mandaba el gobernador,
nombrado por el presidente de Estados Unidos.
Con los nervios de punta, los norteamericanos se marcharon a las 5 de
la madrugada, esperaron hasta que fuese las ocho para salir, Cirilo Gaitán se
metió en el féretro, pero para que no se asfixiara y respirara le abrieron
huecos.
Si entraba en la Zona del Canal, lo llevarían a la oficina del gobernador donde llenaría un formulario de asilado político, de lo contrario podría ser hasta asesinado en la isla penal, lo que aterraba a la novia yanqui del panameño.
Contrataron a un conductor panameño, quien también
sabía la historia, otro panameñista, luego el vehículo abandonó el edificio,
ubicado en calle 45 Bella Vista, frente a la sinagoga Shevet Ahim.
El guía del automotor, lo llevó por la Avenida Justo
Arosemena, subió por calle 25 Calidonia, dobló para seguir la Avenida Central,
siguió por la Asamblea Nacional, posteriormente subió por la calle contigua, al
llegar a Patio Rochet, dobló a la derecha.
Quedó a un costado del bar Ancon Inn, donde un retén
lo detuvo para revisión, el conductor, identificado como Armando Barrera, se
bajó, pero el estadounidense Reny, protestó, mostró unos papeles y dijo en mal
castellano que transportaban el cuerpo de su primo.
Había un guardia raso, un cabo y un sargento, este
último se acercó, vio los papeles y dio la orden que el carro fúnebre pasara el
límite.
Rose LaBeff, lo esperaba con Chris y Mark, en la Zona
del Canal, cuando cruzaron, la dama no aguantó, se bajó del vehículo donde
aguardaba, el carro fúnebre se estacionó y la mujer fue a la parte trasera.
Los tres estadounidenses y el panameño, sacaron el
ataúd, frente a la mirada atónita de varios zoneítas, luego lo abrieron y salió
Cirilo Gaitán, sudado y asustado, vio a su novia, la abrazó y la besó.
El público, tanto del lado panameño como del zoneíta,
no tenían idea de lo acontecido, cuando la pareja terminó el beso la chica
gritó: “my boyfriend is a free man”, lo que arrancó aplausos de los
norteamericanos.
Los guardias panameños observaron todo, pero no
entendían lo del muerto que salió del féretro. Creyeron que era una broma.
Solo aprecia la libertad quien en determinado momento
no la ha tenido o perdido.
Buenas anécdotas y con datos históricos. Me encantó 🤝
ResponderBorrar