Los jóvenes católicos

Bernardo, de 24 años y Berta, de 23 años, era un matrimonio joven que asistía a misa todos los domingos a las 7:00 a.m. para escuchar el sermón del cura Andrés y tomar el sacramento de la Eucaristía e intentar cambiar sus vidas.

Los chicos se conocieron tres años antes en una actividad de la iglesia Perpetuo Socorro de Betania, sus padres eran católicos, ultraconservadores, romanos y apostólicos, intolerantes y regidos por la ley de Dios en todos los sentidos.

Ambos estudiaban en la Universidad Santa María La Antigua, leyes, él obtuvo su bachillerato en el Colegio Javier y ella en María Inmaculada, lo que evidenciaba que la religión era una parte esencial en sus faenas.

De novios, salían al cine, a comer u otra actividad diurna, los padres de ella, no la dejaban asistir a discotecas, ni fiestas nocturnas, mientras que Bernardo, cuando podía la besaba en momentos que miraba los ojos pardos de la dama y acariciaba sus blancas piernas.

Los dos laboraban como pasantes en distintas firmas de abogados y antes de casarse, como es normal, cada loro en su estaca, sin embargo, querían llegar al momento culminante entre las sábanas y no podían.



Decidieron unirse legalmente, algo que no aprobaron los padres de ella, pero al final se salieron con la suya porque ya eran mayores.

Bernardo estaba feliz porque los días de besos y caricias con ropas que le dejaban sus interiores manchados quedaron atrás y ella creyó que su esposo le ayudaría a curar un mal secreto que padecía.

Se fueron de luna de miel a Boquete, Chiriquí, en las tierras altas de Panamá, y fue cuando estalló la bomba.

La noche de bodas, él escaló entre las cimas de sus rosadas montañas, sus papilas gustativas se deslizaron en la nevada espalda de su esposa, gozaba sus negros cabellos, hubo un intercambio de fluidos abundante y sus cuerpos disfrutaron hasta el mínimo segundo.

Al llegar el momento de la felación, la dama competía con Mía Khalifa, tenía destreza con sus dedos y lengua, por lo que el volcán de su esposo a los tres minutos hizo erupción.

Tomaron un descanso y siguieron hasta que la estrenada esposa pedía más y más.



Era una ninfómana, era su secreto y pensó que su pareja le ayudaría a resolver el problema, no obstante, Bernardo no estudiaba medicina, sino Derecho.

Berta nunca le contó al hoy marido su inquietud que le afectaba, en las noches se masturbaba, no se atrevía a confesar su mal y como católica se mantuvo pura para su esposo.

Como Bernardo no probó la miel antes de ir al juzgado desconocía el tema, su piel canela se tornaba blanca y sus oscuros ojos brillaban más de terror al ingresar al apartamento y su mujer lo esperaba con negligés de distintos colores.

Atrás quedó la religión y todos los sermones, porque la dama siempre quería más y más sexo que no distingue credo ni raza, así que los ejercicios diarios de la pareja tenían al caballero como un palillo de dientes.

Sin embargo, como la mujer solamente deseaba arrastrarse entre las sábanas, anduvo con dos compañeros del salón y posteriormente con un abogado de la firma donde trabajaba.

El entristecido esposo se enteró de que era un venado, lloró, se pegó varias jumas y decidió conversar con su esposa para terminar el matrimonio. Afortunadamente, no se casaron por la iglesia.

Berta gritó, lloró y pataleó, le respondió que lo amaba, su ninfomanía era incontrolable y le pidió una última oportunidad.

Bernardo aceptó con la condición de buscar ayuda profesional, fueron al médico, quien le recetó antidepresivos a la mujer, psicoterapia y un grupo de autoayuda.

Los excesivos regaños de sus ultraconservadores padres, insultos, la imposición de la religión sobre todas las cosas, el no dejar que viviera una niñez, una adolescencia normal y una estrictica crianza, la arrastraron a una baja autoestima que compensaba con un apetito sexual incontrolable.

Con ayuda profesional Berta, controló su situación y el matrimonio salió a flote, algo que jamás podría hacer la religión que le impusieron desde su infancia.

  

El ladrón de calzones

En la urbanización Altos de Las Praderas, en La Chorrera, Panamá Oeste, de la noche a la mañana empezaron a desaparecer los calzones tendidos en las partes traseras de las viviendas.

Varias vecinas comentaron que alguien las hurtaba por necesidad, sin embargo, cuando al menos ocho casas fueron blanco del delito, se dieron cuenta de que no era una dama pobre sino un caballero travieso.

El fetichismo masculino por la ropa interior de mujer, entre ellos sostenes, calzones o medias largas de nylon, no significan homosexualidad, pero sí que el varón que los usa siente excitación y placer sexual.

Mariana Méndez es una mulata que vive en esa urbanización, con enorme trasero, por lo que sus interiores son grandes. A la dama le hurtaron seis calzones, lo que se significaba que el desconocido la tenía plenamente identificada.



Para el pilluelo, sentir los interiores alrededor de su piel, su boca, sus ojos y su pecho era como transportarlo por el túnel del tiempo de la lujuria, el amor y el final de una extensa carrera.

Mano a mano, era su arma eréctil, a escondidas de su esposa, usaba los calzones para ir a trabajar, llegaba a su casa primero que su mujer, así que los arrojaba a la basura para no ser descubierto.

El hombre era un ingeniero en sistemas, de 30 años, casado con una dama con la misma profesión, y ella  ocupaba más tiempo que su marido en las faenas laborales, lo que le otorgaba suficiente chance a él para hacer sus travesuras.

A Angélica Marín, también le hurtaron varios calzones, por lo que se juntó con Mariana Costas y Dafne Ortiz para cazar al atrevido.

Pasaron dos semanas y el delito seguía cometiéndose, no obstante, tras varios días de vigilancia, ubicaron al sospechoso, quien viajaba en un Kia Picanto, color gris, vidrios polarizados y sin matrícula.

Las cámaras de seguridad de algunas casas lo grabaron, pero usaba pasamontañas y gorra con capa trasera. El tipo no era un idiota y sabía lo que hacía.

En la vida todos cometemos errores, y eso hizo el desconocido ladrón, así que un sábado decidió atacar en la misma barriada popular.



Un grupo se colocó en la entrada y en varias partes, lograron darle la pista hasta que el hombre fantasma, en su vehículo, se detuvo en una calle, bajó, se fue a la parte trasera y hurtó dos calzones de hilo dental.

Abordó rápidamente su carro y lo dejaron ir, sin embargo, cuando llegó a la entrada, los vecinos colocaron cuatro automotores como barricadas para evitar la fuga del caballero.

Al bajarse  le cayeron en pandilla para lincharlo, pero una estudiante de leyes les advirtió  a sus vecinos que mejor era que las autoridades se encargaran.

El hombre era Fabián Mancini, quien laboraba en un ministerio, en el Departamento de Informática.

La policía se lo llevó para que el Ministerio Público lo presentara ante un juez de garantías, quien decidirá la suerte del ladrón de calzones de La Chorrera.

Viejo y pendejo

Los pardos ojos de Jean Ortega se llenaron de alegría y amor al ver la fotografía de Lisa McGregor, una estadounidense de 25 años, supuestamente integrante de la marina de Estados Unidos, afincada en Hawaii.

Conoció a la dama por Internet, sin embargo, la voluptuosa mujer militar solamente le escribía por la aplicación de WhatsApp, no le enviaba mensajes de voz, ni videollamadas porque estaba en una base militar y la seguridad era extrema.

Platicaban a diario, ella le remitía fotografías en traje de baño, en gimnasios, en la playa, donde apreciaba sus enormes Everest, su pálido trasero dejado a la vista por el hilo dental, su abundante caballera rubia y alta estatura.

También le envió imágenes de una residencia en Portland, Oregón, lujosa y hermosa, que era de su propiedad, no vivía nadie y la dama esperaba renunciar a la marina para encontrarse con su novio cibernético panameño y vivir allí.

Para cualquier veterano, de piel canela, cabello, sal y pimienta, de 58 años, un bombón como ese sería la presa perfecta para impresionar a sus amigos, compañeros de trabajo y vecinos.



No obstante, cuando el caballero soltó la bomba de una novia extranjera, empezaron a llover las dudas porque en las redes sociales e Internet cualquier cosa puede pasar.

En primera instancia porque en las bases militares se hacen llamadas en línea fija, por celulares, videollamadas y en directo en varias redes sociales, siempre y cuando no se muestren secretos castrenses o armas nucleares.

La segunda duda era que la fotografía de la vivienda en Portland, no era de acorde con el salario de un soldado raso, ni siquiera de un sargento, así que sembraba más preguntas que respuestas.

Sus compañeros de trabajo de la publicitaria lo vacilaban y le advertían que tuviese cuidado, que podía ser un estafador o hasta un hombre con intenciones no precisamente benévolas.

La tapa del coco fue que Jean preguntó cuánto costaba enviar a Panamá lingotes de oro, lo que sorprendió a todos.

Su “novia” le contó que en una cueva de Guadalcanal hallaron armas, piedras preciosas y oro. Como premio, su jefe le regaló 42 lingotes.

-Si eso me ocurre a mí, ni a mi mamá le cuento eso, menos a alguien que jamás vi-, respondió el viejo José Chanis, al escuchar la historia.



Un lingote cuesta 500,000.00 dólares y multiplicado por 42 suman 21 millones de dólares, aunque Jean mostró la fotografía de un maletín con lingotes que su novia norteamericana le remitiría.

El caballero enamorado seguía hasta que la chica le pidió 5 mil dólares porque necesitaba efectivo para sacar los lingotes de Hawaii y enviarlos al istmo de Panamá.

Jean hizo un préstamo, remitió el dinero vía Wester Union y a los cuatro días la gringa desapareció.

Cuando se hizo la triangulación a los 15 días, un soldado puertorriqueño llamó al número de la pareja del diseñador gráfico, sin embargo respondió un hawaiano y dijo que el celular lo encontró en una calle de Honolulú.

Era un número prepago, el dueño o la dueña desapareció sin dejar rastro y ahora Jean debe pagar el préstamo a la financiera o 18 mil dólares.

Así terminó la historia de un hombre maduro que creyó en las redes sociales sin verificar que ese mundo está preñado de ladrones, estafadores, timadores y personas con varias identidades o cuentas.

El veterano José Chanis dijo que entiende que a un joven le ocurra por su inexperiencia, no obstante, el caso de Jean fue muy lejos porque a pesar de ser viejo lo agarraron de pendejo.

 Imágenes ilustrativas de Dreamstime.


Travesía por el Cricamola

Cuando a Zacarías Sáez, lo nombraron como docente en el colegio de San Agustín de los Agostinos Recoletos, en Kakintú, Comarca Ngäbe-Buglé, en Panamá, le informaron que debía estar en el muelle de Chiriquí Grande, provincia de Bocas del Toro, a las 6:00 a.m. y allí llegó 20 minutos antes.

El motorista le dio la bienvenida, eran cinco profesores que también impartirían clases, así que le colocaron los chalecos salvavidas, el conductor arrancó el motor y rumbo a la reserva indígena.

Un cielo oscuro, apenas el sol despertaba de su sueño, las aguas saladas aún dormían, la lancha de fibra de vidrio no se estremecía, así que todo tranquilo y los profesores conversaban sobre su nueva vida.

Muy poco la embarcación brincaba. Eso acontecía solamente cuando llovía, la motonave se eleva hasta cinco metros y a controlar el peso porque la estructura no incluye agarradero.

Una buena columna vertebral y rodillas que soporten la caída de la lancha a las caribeñas aguas, es lo que se debe tener.



Despierta el sol, se divisaban los petroleros que buscaban el vital líquido para transportarlos a otras partes del globo terráqueo y las nubes vistosas daban la bienvenida.

Unos 30 minutos después, los ojos miel de Zacarías miraron el delta del río Cricamola, cuyo afluente es de 62 kilómetros de largo y 2,363 kilómetros de superficie de cuenca, bello y sereno en ese momento.

Era el inicio de la aventura, cuando el mar se junta con las bocas de los ríos, las lanchas, chalupas o canoas tienden a bailar y a brincar muy aprisa, por lo que se debe sujetar de lo que se pueda.

Los pasajeros están nerviosos, todos son novatos en esta travesía, pero el “lanchero” cuenta con más de 10 años de experiencia, así que para él es como conducir una bicicleta en una calle sin vehículos.

Brinca la motonave, los docentes se miran entre ellos, pero Arturo, el motorista, le dice que todo está bien.

Cinco minutos después, se ven las primeras casas de madera, con pilastras que son usadas para elevar las viviendas y así evitar que inunden con la crecida del río.

Zacarías toma fotos con su teléfono móvil, los maestros lo imitan, el motorista incrementa la velocidad, la nave tiene 9.8 metros de largo y 2.68 ancho, corre hasta 37 kilómetros por hora y es fabricada en Colombia.



Viene la primera curva, el bote se inclina, una profesora grita de los nervios porque da la impresión que la embarcación se volteará con todos sus ocupantes, Arturo la mira, no dice nada, pero quiere reír.

Arturo baja la velocidad, se aproximan dos niños residentes de la comarca en una canoa, no son mayores de diez años, sin embargo, saben remar.

Si no reduce la velocidad, la corriente del agua llevaría olas a la chalupa de los chicos y corre el peligro volcarse.

En la comarca estos son los carros, las personas viajan a diario hacia Almirante y Chiriquí Grande, en las mañanas para laborar y regresan en las tardes, como si se tratara de un autobús.

Quien puede compra una y hace negocios, algunas tienen techo para evitar que los viajeros se quemen por el sol, no obstante, con el golpear de las olas se rajan y se dañan.

A lo largo del periplo, gente que se baña en los ríos, mujeres que lavan ropa y se aprecian, las casas curiosas, con sus pequeños muelles donde amarran su canoa con motor fuera de borda o remos.

Una niña de unos siete años cruza de un extremo a otro, el “lanchero” reduce la velocidad, posteriormente sigue el camino marítimo, se aproximan unos troncos enterrados en la tierra, el motorista los esquiva como si condujese una carrera de obstáculos en motocicleta.

Los pasajeros miran asombrados, se fueron los nervios, aunque de vez en cuando, al inclinarse la embarcación, todos callan.

Durante la travesía otras lanchas pasan, todos se saludan y continúan, mientras que la blanca piel de Zacarías no está quemada, el cielo se oscurece y posiblemente venga una tormenta.

Llegan al poblado de Bisira, donde tomarán el único vehículo 4X4 que los llevará por un brutal camino de piedra, tierra y fango a Kankintú, una comunidad más desarrollada en esa comarca.

Por su baja estatura, Zacarías tiene problemas para bajar del bote, un nativo, lo ayuda, sale, toma su equipaje, saca un pañuelo para secarse el sudor de la frente y sus castaños cabellos.

Apenas su aventura docente empezaba, pero feliz de llegar con vida.

 

'El escribir te libera': Elizabeth Hay

Una mujer de armas a tomar, en el plano profesional y el cultural. Se trata de la escritora panameña Elizabeth Hay, quien concedió una entrevista al portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte”, donde comenta cómo nació su pasión por las letras.

No se pierda la interesante entrevista con la literata istmeña.

¿Quién es Elizabeth Hay? Explique su mini biografía.

Fue escogida como la ganadora de relatos cortos de mujeres centroamericanas en el concurso de la revista digital Parafernalia Ediciones, colaboró escribiendo mini columnas y artículo para la revista digital de la Asociación Panamá-Cataluña.

Nació en Ciudad de Panamá en 1980, se licenció en Finanzas y Administración de Empresas (Universidad de Panamá), se trasladó a Barcelona en el año 2006, en donde más tarde obtuvo el título de magister en Project Manager por la (Universitat de Barcelona) y se sacó un grado superior en Auditoría Contable por la Academia Adams en Girona, España.

Es emprendedora, lectora ávida, amante de la literatura y las artes. Es la autora de novelas de romance, aventura, drama y suspense como: Almas Salvajes: Triskelion las reliquias perdidas y el velo del tiempo, La Casa de las Delicias, El Acertijo del Espiral, Claroscuro: La historia de una asesina, La piel tiene Memoria, Tormenta y Tempestad; también es la autora de un libro misceláneo de poesía, cuento, relatos cortos y picture history titulado “Venas Abiertas”

Actualmente, ejerce como Manager y escritora de Profesión e imparte talleres de escritura creativa.



¿Cómo nace su pasión por la literatura?

La escritura me llegó por la lectura. Tenía una amiga en la infancia fanática de las enciclopedias, ella lo leía todo allí.

Ella me metió de lleno en el mundo de las mil y una noches y las novelas ejemplares de Cervantes, allá por los lejanos 9 años.

Soñábamos con conocer mundo y trasladarnos allí donde se gestaba el arte y la historia. Nuestro mundo mágico era el mundo de la creatividad y la fantasía y eso me llevó hasta aquí.

Lo que me motivó a ser escritora fue mi fascinación por descubrir nuevos universos y países, la necesidad de crear ese tipo de puente entre lector y escritor, y en la medida de lo posible, transmitir conocimientos y crear sensaciones en la gente.

¿Háblenos de su obra más importante?

Todas mis obras son para mí muy importantes. Pero si tuviese que elegir esa que causó un hito en mi trayectoria como escritora sería sin lugar a dudas la Trilogía: Almas Salvajes.

Inicia con “Triskelion, las reliquias perdidas y el velo del tiempo”, porque fue la primera vez en la que me aventuré a escribir ficción histórica, mi género favorito, en el que mezclo varios siglos diferentes en un trampolín exponencial para tejer esa historia que salta entre épocas y parajes, contando la historia de dos las tribus guerreras enemigas, como los celtas y los vikingos.

Esas mismas tribus, que marcaron el mundo occidental y la cual requería para su desarrollo de un trabajo arduo de investigación, fue un reto que me propuse y sigue siéndolo con el “Acertijo del Espiral”, mi nuevo lanzamiento de este año y la ya empezada tercera parte y cierre “La Acrópolis del Miedo”, pero estoy encantada, y más cuando los lectores te responden de una forma tan bonita y especial.



¿En qué se basó para escribir sus obras?

Mis obras suplen quizás una necesidad de conocimiento, una problemática social, o la simple fascinación por algo puntual, para Elizabeth Hay, no hay nada escrito, puede idear universo, oyendo música, viendo series, leyendo otros libros, conversando con amigos, viajando por el mundo, simplemente porque todo es literatura.

 ¿Cuál es su público lector?

Mi público lector es el mayor de 16 años

¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

Todos. No tengo ninguno específico, aunque me decanto por la novela; ya sea drama, romance, thriller, aventura, suspense, misterio, erótica. Aunque también escribo poesía, teatro, relato y cuento.

¿Cuál es el género literario más leído en Panamá para usted? Explique.

Según lo que dicen los lectores y por lo visto en la trayectoria y concursos, es el cuento.

Pero, creo que esto ha ido cambiando en los últimos años, nuestros jóvenes, el grupo focal lector panameño se aboca mucho por la novela últimamente, y el adulto mayor prefiere el cuento o relato corto, quizás por tiempo y practicidad; y aunque inclusive existen excepciones la novela está entrando a Panamá con fuerza.

¿Qué opina del mercado literario panameño?

El mercado literario en Panamá está en auge y me alegra muchísimo formar parte de ese cambio como escritora del que se hablará en futuro-

Esto implica que nuestros jóvenes crearán un precedente, y de lo que hacemos hoy día sentará las bases del futuro en el que espero que no se diga que en Panamá no se lee ni se escribe sino, que además nuestros jóvenes hayan podido dejar atrás algunas de nuestras carencias como la comprensión lectora.

Es un trabajo arduo en conjunto: jóvenes, padres de familias, docentes, escritores para así girar la rueda y que el conocimiento solo sea la base que les estimule a buscar más, a leer más y a conectar con el mundo real y el imaginario.



Explique el camino del escritor independiente.

El camino del escritor independiente es arduo y tenaz, número uno: por la insuficiencia de recursos; número dos, por el tiempo que te toma en el día a día; número tres, por el desconocimiento del mercado y número cuatro, también lo es por la poca colaboración de librerías y medios locales-

Y por supuesto, es a su vez una problemática para el escritor novel o desconocido, si los recursos son escasos o inexistentes; lo que conlleva a la nula exposición del escritor en medios de comunicación, reconocimientos de librerías y lectores. Sumado esto al impacto directo a manera personal. Un escritor requiere de tiempo, tiempo que le roba a la familia o a la formación profesional o personal para poder evadirse y crear, y de no poseer otra fuente de recursos es muy difícil que pueda dar ese paso, aunque siempre hay excepciones a la regla.

¿Es escritora de mapa o de brújula?

Escritora mapa, sin duda, aunque del desarrollo en sí puede ser un poco escritora brújula.

Creo en la buena documentación de los hechos e inicio casi siempre con lo que título, la columna vertebral de mis novelas, luego todo es aleatorio, todo puede cambiar.

Mis novelas crecen a medida que las escribo, hay cosas que no estaban pensadas en un inicio, pero si en el camino me impactan y siento la necesidad de incluirlas, y doy fe que suelo hacerlo.

Así que diría que me concibo como escritora mapa, pero aquella que también siempre puede tomar esa brújula de aventura y seguir creando.

¿En qué ocupa sus ratos libres?

Aún me apasionan las mismas cosas que cuando era joven: la escritura, la lectura, la escultura, la pintura, la música y todas las artes escénicas, entre ellas: el ballet clásico y la ópera son mis favoritos.

Soy aficionada al gimnasio y a los viajes, me encantan los animales y el contacto con la naturaleza, las caminatas por la montaña, la playa a horas muy tempranas; el bailar y cantar a todo pulmón, aunque no se me dé tan bien, y, sobre todo, me fascina el clima frío y las series de TV de la época.



¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Actualmente estoy escribiendo la tercera parte de la trilogía Almas Salvajes que se titula: “La Acrópolis del Miedo”, y una Antología de Romance

A su vez, uno de los proyectos que me gustaría concretar es implementar ese programa para jóvenes talentos escritores, promover mucho más la literatura y las artes en mi país, hacer llegar el conocimiento y la lengua a los sectores más sensitivos, empobrecidos y apartados, y crear en los jóvenes esa mella que les impulse a confiar en ellos mismos y luchar por sus sueños. 

En cuanto al plano personal, abocarme a mi nueva pasión, aprender nuevos idiomas, en este caso sería estudiar el mandarín, francés y alemán. Y por supuesto, seguir conociendo el mundo y su multitud de pueblos y culturas, seguir viajando y soñando despierta.

¿Qué tiene que decir a los escritores anónimos con miedo de publicar obras?

Que se atrevan, que den el paso. 

Quizás no lo saben, pero en cualquier parte del mundo alguien les lee y pueden cambiar la vida de esas personas-

Las personas suelen pasar por situaciones difíciles y es cierto y constatado por todos que cuando este lector se ve reflejado, cuando siente que no es el único que pasan por este tipo de vicisitudes, su perspectiva cambia y esto hace cambiar su percepción y su vida.

 Además, el escribir te libera, te hace más consciente, más crítico. Creo que todo el que tenga esta motivación por transcribir y crear este arte que es la literatura, debería atreverse a dar ese salto de fe.

La libertad no tiene precio

Fulgencio Díaz, llevaba tres meses de una condena de cuatro años en prisión por meter la mano en la empresa donde laboraba como Contador Público Autorizado (CPA) durante diez años.

Tiempo que se fue por la borda del desprecio, el engaño y ahora solamente quedaron restos de arrepentimiento, culpabilidad y deseos de salir de los barrotes donde estaba.

Las cosas no serían como antes, la prisión es un mundo dentro de otro, eso lo saben los delincuentes comunes y corrientes, pero no les importa entrar y salir con frecuencia porque no quieren otra opción, además delinquir está en su ADN.

Fulgencio Díaz, aprendía a diario nuevas cosas en el penal, como que el más fuerte gana siempre, quien tiene dinero ostenta poder, compra cigarrillos, drogas, licor, soborna a los guardias y custodios.



Su piel canela se blanqueaba poco a poco por el mínimo sol que tomaba, alimentaciones colectivas, tener seis ojos y ocho orejas para ver y escuchar cualquier rumor hasta en las paredes.

Violencia, pandillerismo, inodoros sucios y lo peor es que no tienen divisiones, así que las necesidades fisiológicas se hacen delante de cualquiera o nula privacidad incluso al momento de evacuar.

Aunque eso es el mínimo problema de los internos porque a los profesionales del crimen, no les interesa que los vean cagando, sino ser identificados junto con un boleto de entrada al penal.

Homosexualismo, violaciones, los pedófilos son penetrados a la fuerza entre varios internos para que aprenda a no jugar al sexo con las niñas, noches largas y un calor terrible en el hotel cercado con un gigantesco muro y alambre de púas.

Cámaras que vigilan dentro y fuera la prisión, guardias tan toscos como los ucranianos que cuidaban los campos de concentración alemanes, amigos falsos y numerosos enemigos.

En la cárcel, el 99% de los detenidos dicen ser inocentes, a pesar de tener el arma de fuego con la que asesinaron, la droga que le decomisaron o la mujer que violaron supuestamente lo confundió con otra persona.

Pocos usan máquina de afeitar, no las permiten para que no se usen como armas, no obstante, los detenidos con cualquier cosa fabrican objetos punzo-cortantes, uno de ellos son los cepillos de dientes.



Tiempo sobra para pensar, los ojos miel de Fulgencio, en ocasiones se inundan de lágrimas, acaricia sus lacios cabellos castaño claro, cuando piensa el grave error que cometió.

La lujuria, la ambición de dos pezones rosados, unos ojos verdes, nalgas blancas y grandes fue lo que le acarreó al mal que ahora sufre, su esposa lo abandonó por infiel, sus hijos lo visitan muy poco y se quedó solo.

Oye tantas historias de otros presos, de parejas que los queman, salen encinta mientras ellos purgan condenas o simplemente nunca los visitan.

Debe aprender la lección ahora, otros detenidos se evaden, pero es peor y alarga la sentencia, así que a soportar el encierro.

En la cárcel se puede tener de todo, dinero, guaro, mujeres, celulares, armas de fuego, cuchillos, drogas, televisor último modelo, videojuegos, comida externa, no obstante, los internos piensan en escapar uno del otro porque la libertad no tiene precio.

El laberinto de Santiago

La tormenta provocó que se apagara la energía eléctrica, los rayos y centellas iluminaban el oscuro cielo en una noche con luna en cuarto menguante y las gotas de lluvia impactaban como roca en el rostro de Santiago.

Un camino de piedras, el hombre mira hacia atrás, ve una casa al estilo español del siglo XVII, de ladrillos, con dos pisos, el mismo número de ventanas arriba y una puerta, mientras que abajo solamente una ventana y una entrada.

Levanta su vista, cuervos vuelan alrededor de la vivienda, aves que apenas puede observar, vuelve a colocar sus verdes ojos al frente, cuatro antorchas alumbran el camino romano y decide correr hacia la luz.



No conoce la propiedad porque nunca ha estado en ella, las ramas de los árboles se estremecen, dan la impresión que quisieran atraparlo para devorarlo, a su derecha unas 12 coralinas con su lengua afuera y a la izquierda una bestia desconocida.

Tiene patas de cerdo, cuerpo de rana y cabeza de león, no sabe qué es, sin embargo, el animal emite en sonido peculiar a baja frecuencia que no aguanta, corre y encuentra árboles con una escalera en el centro.

Santiago decide bajar, se detiene un momento, el sonido le jode los tímpanos, voltea y de lejos mira cuando el animal se come a las culebras, luego observa el cielo, los cuervos tienen una pelea entre ellos.

Baja las escaleras, hay seis caminos, no se decide cuál tomar, no obstante, sabe que está en un laberinto de árboles, usados generalmente para citas amorosas clandestinas.

Toma el segundo trayecto a la izquierda, debe encontrar la salida, sigue la tormenta, oye un sonido de unos cascos, es una especie de caballo, con cabeza de cobra y cola de brillante, color oro.

Quiere internarse entre las ramas para que la bestia no lo vea, lo consigue, pero en parte de su blanco brazo derecho corre un hilo de sangre porque se cortó, aunque está vivo y eso es lo importante.



Camina aprisa, ve una antorcha, la agarra, ya cuenta con una luz, tiene 10 minutos caminando, se topa con un hechicero de la edad media, con su gorro puntiagudo, barba blanca, una varita y un traje negro.

El anciano tiene una risa casi demoníaca, Santiago se persigna y la figura desaparece de inmediato, el masculino inclina la cabeza en señal de cansancio porque está aterrado y agotado.

Ha caminado por 25 minutos, no encuentra la puerta para abandonar el lugar tormentoso donde está, se dirige hacia el centro con la esperanza de huir, posteriormente un lobo blanco cena un cordero y su hocico está manchado de rojo por la sangre.

Santiago se detiene, el animal lo mira, emite su aterrador aullido y le muestra sus filosos colmillos, por lo que el hombre retrocede, gira hacia otro camino por la derecha, donde se encuentra con un niño rubio.



El infante hace malabarismo con cuatro doblones y luego le habla castellano con notable acento inglés.

-¿Sabes dónde estás Santiago?-.

-No tengo ni la menor idea-.

-Yo sí sé dónde estás. Te encuentras en tu propio yo para que sepas lo que eres y cómo tratas a los que consideras que son menos que tú. Te recuerdo que si sigues así en este mismo laberinto te espero-.

Santiago no respondió, sin embargo, al niño le salieron alas de murciélago, cola, colmillos y patas de águila. Posiblemente, el demonio, lo que aculilló al masculino.

Caminó cinco minutos más, una luz tenue, recorrió hasta que divisó una escalera que eligió y cuando subía, le cayeron al cuerpo docenas de cobras.

En ese momento Santiago despertó, sudado, asustado, con sus castaños oscuros cabellos empapados y lloró.

Nada que preguntar. El mensaje estaba claro.

 

Los peligros del escritor

 

El ataque del escritor indo-británico Salman Rushdie, en Nueva York, no es un hecho aislado y todo apunta a un autor fanático islamista, tras 33 años de publicada la novela Versos Satánicos y que encendió la irá de países musulmanes.

Rushdie no es el único escritor que fue blanco de atentados, ya que a lo largo de la historia literatos han sido asesinados, amenazados y otros tuvieron que partir al exilio por sus gobiernos o porque las mafias le ponen precio a su cabeza.

Desde los tiempos de los monarcas absolutos, la literatura es, fue y será enemigo del estatus quo, debido a que rompen con el molde tradicional, arrastran a los lectores conocer realidades ocultas y les enseñan el otro lado de la luna.



Gobiernos de derecha, de izquierda, dictaduras, fanáticos religiosos, tanto católicos, musulmanes y de otros credos, son los defensores de la censura, de forma abierta o bajo presión, a las casas editoriales, para evitar que determinada obra se publique.

El portal https://www.comunidadbaratz.com/blog/20-libros-prohibidos-hace-tiempo-y-que-ahora-son-realmente-influyentes-en-la-literatura-universal/ publicó una lista de 20 libros que fueron prohibidos en su momento.

Irónicamente, los países que más aparecen son Estados Unidos y el Reino Unido, naciones que condenaron enérgicamente el cobarde ataque al escritor Rushdie.

Casos como los del literato búlgaro Georgi Markov (1929-1978), asesinado por los servicios secretos de su país en Londres, pinchado con la punta de un paraguas que contenía veneno.

Héctor Abad Gómez (1921-1987), era un médico y ensayista colombiano, fue asesinado en Medellín por denuncias contra los paramilitares de extrema derecha.

Aquí hago una pausa para evidenciar que tanto la ultraderecha como la ultraizquierda, ordenan asesinatos porque lo que se practica es silenciar toda voz disidente.

En el hermoso México, la periodista Lydia Cacho escribió el libro “Los demonios del Edén”, luego de una investigación sobre trata de blancas y pedófilos, lo que la llevó incluso a ser detenida y trasladada desde Puebla a Quintana Roo.

La comunicadora social divulga testimonios contra poderosos empresarios que mantenían relaciones sexuales con menores de edad y, aunque el libro no fue prohibido, Lydia Cacho aún mantienen un proceso judicial por el delito de difamación.



Mientras que, en la milenaria Italia, el escritor, ensayista y periodista Roberto Saviano, autor de la obra “Gomorra”, fue amenazado por la mafia o el clan de los Casalesi.

Una amenaza real que llevó al gobierno, desde el 2006, a ponerle una fuerte escolta al comunicador social.

Estos son solo pocos ejemplos de ataques, pruebas de fuego o asesinatos a escritores o escritoras porque sencillamente no les gusta a algunos lo que plasman en sus obras.

No obstante, nada detendrá a un escritor con dedos de hierro para redactar su pensamiento, hacer denuncias o romper barreras.

 

 Primera imagen: captura de video de Mary Newsom.

 Segunda fotografía: Georgi Markov, asesinado por el gobierno comunista de Bulgaria.