El ladrón de calzones

En la urbanización Altos de Las Praderas, en La Chorrera, Panamá Oeste, de la noche a la mañana empezaron a desaparecer los calzones tendidos en las partes traseras de las viviendas.

Varias vecinas comentaron que alguien las hurtaba por necesidad, sin embargo, cuando al menos ocho casas fueron blanco del delito, se dieron cuenta de que no era una dama pobre sino un caballero travieso.

El fetichismo masculino por la ropa interior de mujer, entre ellos sostenes, calzones o medias largas de nylon, no significan homosexualidad, pero sí que el varón que los usa siente excitación y placer sexual.

Mariana Méndez es una mulata que vive en esa urbanización, con enorme trasero, por lo que sus interiores son grandes. A la dama le hurtaron seis calzones, lo que se significaba que el desconocido la tenía plenamente identificada.



Para el pilluelo, sentir los interiores alrededor de su piel, su boca, sus ojos y su pecho era como transportarlo por el túnel del tiempo de la lujuria, el amor y el final de una extensa carrera.

Mano a mano, era su arma eréctil, a escondidas de su esposa, usaba los calzones para ir a trabajar, llegaba a su casa primero que su mujer, así que los arrojaba a la basura para no ser descubierto.

El hombre era un ingeniero en sistemas, de 30 años, casado con una dama con la misma profesión, y ella  ocupaba más tiempo que su marido en las faenas laborales, lo que le otorgaba suficiente chance a él para hacer sus travesuras.

A Angélica Marín, también le hurtaron varios calzones, por lo que se juntó con Mariana Costas y Dafne Ortiz para cazar al atrevido.

Pasaron dos semanas y el delito seguía cometiéndose, no obstante, tras varios días de vigilancia, ubicaron al sospechoso, quien viajaba en un Kia Picanto, color gris, vidrios polarizados y sin matrícula.

Las cámaras de seguridad de algunas casas lo grabaron, pero usaba pasamontañas y gorra con capa trasera. El tipo no era un idiota y sabía lo que hacía.

En la vida todos cometemos errores, y eso hizo el desconocido ladrón, así que un sábado decidió atacar en la misma barriada popular.



Un grupo se colocó en la entrada y en varias partes, lograron darle la pista hasta que el hombre fantasma, en su vehículo, se detuvo en una calle, bajó, se fue a la parte trasera y hurtó dos calzones de hilo dental.

Abordó rápidamente su carro y lo dejaron ir, sin embargo, cuando llegó a la entrada, los vecinos colocaron cuatro automotores como barricadas para evitar la fuga del caballero.

Al bajarse  le cayeron en pandilla para lincharlo, pero una estudiante de leyes les advirtió  a sus vecinos que mejor era que las autoridades se encargaran.

El hombre era Fabián Mancini, quien laboraba en un ministerio, en el Departamento de Informática.

La policía se lo llevó para que el Ministerio Público lo presentara ante un juez de garantías, quien decidirá la suerte del ladrón de calzones de La Chorrera.

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