'Cada uno debe creer en sus sueños': José Ramonet

Desde la madre patria hasta el istmo, así es José Ramonet, un ingeniero que ama las letras, aceptó una entrevista con el portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte”, donde cuenta sus inicios e historia. No se pierda la interesante entrevista del literato panameño.

¿Quién es José Ramonet? Explique su mini biografía.

Un joven de 51 años, felizmente casado y padre de dos hijos, la mayor de 13 y el menor de 9.  Soy Ingeniero Técnico Aeronáutico graduado de la Universidad Politécnica de Madrid.  Residí por algo más de 15 años en la capital de España y regresé a Panamá hace unos 15 años también.

¿Cómo nace su pasión por la literatura?

Siempre me gustó leer.  Tomé ese "vicio" de mi madre que leía diariamente.  De pequeño leí comics y todas las historias de "Los tres investigadores".  Con unos 13 años hicimos un viaje a Costa Rica y pedí de regalo libros. 

Me apasionó Isaac Asimov y Stephen King.  Por esos tiempos escribí mi primera novela: "La conquista de la Tierra".  Una historia de ciencia ficción en la que una liga de planetas atacaba nuestro mundo.



 ¿Háblenos de Sueño de Lava?

¿En qué se basó para escribir su obra?

"Sueño de lava" es mi primera novela publicada.  La comencé a escribir como un cuento largo en la universidad. 

Tras haber leído a varios de los clásicos: Tolkien, Louise Cooper, Michael Moorcock y otros, me decanté por una historia de fantasía épica en donde quería darle una segunda vuelta de tuerca al género.

¿Cuál es su público lector?

En general, que les guste la fantasía.  Los jugadores de rol son muy propensos a este tipo de historias, pero, realmente, si profundizas en la historia, al haber tantos personajes, los lectores se identifican con muchos de ellos. 

Por ejemplo, mi hija tenía su favorito que era uno de los magos.  Otra chica de 12 que lo leyó, hija de uno de mis Betas, se identificó con un joven de su edad, pero casi enamorada del personaje.  Los adultos se inclinan por los mayores, por supuesto.



¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

En general, me encanta leer terror y fantasía.  He leído mucho de Stephen King, Clive Barker, Dean R. Koontz, Robert McCammon, adicional de los clásicos como Shelley, Stoker, Lovecraft, Poe.  Muchos de los cuentos que escribí en la universidad eran de fantasía y terror.

¿Cuál es el género literario más leído en para usted? Explique.

El más leído por mí, lo comenté antes, terror y fantasía.

Si es el mercado allá afuera, creo que las novelas y los libros de autoayuda.
¿Qué opina del mercado literario?

En resumidas cuentas, la gente, desafortunadamente, no lee.  En Panamá todavía estamos en pañales, pero se aprecia una pequeña llama en los nuevos autores que debemos procurar avivarla. 

Creo que hay pocas ayudas y los lectores, me incluyo, por mucho tiempo hemos mirado hacia fuera a la hora de leer libros y debemos darle la oportunidad al talento nacional.  En mi caso, en los últimos meses he leído a más de 10 escritores panameños y me he llevado agradables sorpresas, pero también alguna que otra decepción.

Explique el camino del escritor independiente

Creo que hoy contamos con muchas más herramientas que hace 20 años.  La auto publicación está al alcance de todos.  Con los programas disponibles podemos revisar bastante bien la gramática y ortografía (no perfecto, pero algo es). 

Amazon y otras plataformas dan muchas facilidades, pero no debemos olvidar que competimos contra millones de libros.  Localmente, hay que moverse y sudar la gota gorda.



¿Es escritor de mapa o de brújula?

Empecé siendo de brújula.  Yo mismo me sorprendía de las cosas que iban ocurriendo en la historia.  Con "Sueño de lava" llegó un momento que el relato se complicó tanto que tuve que sentarme a organizar las ideas. 

Eso ocurrió el año pasado cuando, tras conocer a varios escritores independientes de España, decidí retomar mi proyecto universitario y luchar para que viera la luz. 

Al final, estamos hablando de una novela de casi 400 páginas, con un mundo completo de fantasía, decenas de personajes, razas inéditas y mucha magia.
¿En qué ocupa sus ratos libres?

Me gusta pasar tiempo con mi familia, el cine, leer (obvio), la TV, los videojuegos (soy gamer desde que salió el Atari 2600) y viajar.
¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Estoy trabajando en el siguiente libro de "Las crónicas de Panameria".  Espero que no tome tanto tiempo como el primero.  También tengo en mente una historia de ciencia ficción ambientada en Panamá en el 2050 aproximadamente.
¿Qué tiene que decir a los escritores anónimos con miedo de publicar obras?

El escritor es el primero que tiene que creer en su obra.  Como le dijo Henry Jones a Indy en "La última cruzada": "Tienes que creer".  Una obra no está completa hasta que alguien, aunque sea sola una persona (que no sea el autor), la lea. 

Cada uno debe creer en sus sueños y luchar por hacerlos realidad, si es que realmente es algo que le apasiona.  Y hoy no hay excusa para no luchar por los sueños y más si son de lava.

 

Topos nocturnos

Cuando a Jacinto Arias lo llamaron el martes 5 de noviembre de 2002 para informarle de que la bóveda del banco Los Andes, fue saqueada durante el largo fin de semana, casi le da un infarto.

Era el gerente de esa sucursal, el comercio estaba al lado de una vivienda en La Chorrera, Panamá, el sábado 2 de noviembre de ese año, cuando arquearon todo estaba bien, se marcharon por los días patrios y al retornar fue la sorpresa.

De inmediato el lugar se llenó de inspectores de la Policía Técnica Judicial (PTJ), peritos del Ministerio Público, policías, camarógrafos, reporteros y fotógrafos que recogían la noticia del mes.

También se presentó Franklin Arosemena, el mismo director de la PTJ, lo que significaba que el asunto era más grave de lo pensado.

Las primeras investigaciones revelaron que se trató de tres hombres de nacionalidad colombiana, quienes arrendaron una vivienda al lado del banco, se llamó al propietario, estuvo detenido 24 horas, sin embargo, le dieron una medida de país por cárcel.

Los sudamericanos desconectaron la alarma, cavaron durante horas y eso lo evidenciaba la gran cantidad de tierra en la sala, la cocina, las habitaciones, el patio trasero e incluso en el baño la arrojaron.



Usaron máscaras de luchadores de El Matemático, El Santo y Tinieblas, además de guantes para no dejar evidencias de ADN, y eso fue lo que salió en el video de la grabación de seguridad.

Tuvieron suficiente tiempo, pero la pregunta que se hacían los inspectores era que cómo sabían exactamente el punto donde estaba la bóveda, porque para excavar y llegar a la zona equis tan exacta, alguien les proporcionó los planos.

El banco calculaba que aproximadamente había 200 mil dólares en la bóveda, ya que se trataba de una sucursal pequeña, pero los periodistas no creyeron el cuento y sabían qué había más.

Durante las sumarias, se conoció que el banco le compró una propiedad a un colombiano (la convirtieron en local comercial), quien falleció hacía diez años, lo que inducía que probablemente uno de sus familiares obtuvo los planos, planearon el golpe y lo ejecutaron.

Solicitaron una asistencia judicial a Colombia que demoró unos cuatro meses en responder, mientras tanto nadie preso, el seguro pagó el monto hurtado y los inspectores se rascaban la cabeza porque los ladrones se esfumaron.

El inmueble fue arrendado a Jairo Arboleda, un nombre tan común en Colombia como los árboles, la asistencia judicial resultó en que no había nadie con ese número de cédula y la fotografía del pasaporte pertenecía a un hombre oriundo de Medellín, asesinado en el año 2000.

Pasados siete meses, el caso se congeló, uno de los investigadores apuntó a que podrían ser zapadores de las fuerzas armadas colombianas o la guerrilla, debido a la velocidad del trabajo era necesario excavar muy rápido sin hacer el menor ruido para no levantar sospechas.

Los antisociales no dejaron evidencias, ni alimentos, botellas de aguas, colillas de cigarros, pisadas, todo lo limpiaron y era como si la misma tierra se los hubiese tragado.

Al año del hurto, el dueño de la vivienda, identificado como Rafael Centella, escuchó la voz conocida de un hombre con acento colombiano, almorzaba con dos caballeros, luego salió del local, encendió un cigarrillo, sacó su móvil y marcó a la PTJ.



En 20 minutos llegaron los petejotas, detuvieron a los tres colombianos, quienes reclamaban que solo comían.

Los interrogaron y todos confesaron ser los autores del hurto en el banco, planificaban dar otro golpe, abusaron de su suerte y los pescaron.

Les dictaron una sentencia de siete años de prisión por asociación ilícita para delinquir, hurto con fractura y destrucción de la propiedad privada.

En la sombra terminaron los topos nocturnos porque su ambición los acarreó a los barrotes porque la fortuna solamente llama una vez a la puerta.

 

19 puñaladas

Ana Lucía lloraba en la sala de audiencias del Segundo Tribunal Superior de Justicia de la capital panameña, su blanco rostro era casi rojo, su hermosa cabellera larga llamaba la atención y sus ojos negros profundos denotaban temor.

Vestía una blusa blanca, una falda larga azul, con una abertura a su derecha que dejaba a la vista sus muslos, sus manos esposadas y pies prisioneros con grilletes que lastimaban sus talones de Aquiles, llevaba una zapatos negros sin tacones.

El lugar lleno de reporteros judiciales, Ana Lucía confesó que le propinó 19 puñaladas a su madre en un apartamento donde ambas vivían en El Cangrejo, sin embargo, hasta el día del juicio no reveló la razón del sanguinario acto.

Tanto los investigadores como los periodistas, sabían que ese tipo de asesinatos eran pasionales, había odio y saña en el actuar de la sindicada, una antropóloga de profesión, egresada de la Universidad de Guadalajara, México, gracias a una beca.



Con un coeficiente intelectual de 150, que solo poseía el 1% de la población panameña, la joven de 25 años, podría pasar un mínimo de 20 años de prisión si era encontrada culpable por el jurado de conciencia.

La defensa estaba a cargo de Gilberto Oro García, un famoso abogado penalista, quien representó a expresidentes, políticos, empresarios, agentes de la Mossad, narcotraficantes y otros delincuentes de alto perfil.

Mientras que la parte del Ministerio Público la realizaba Sofronio Mendoza, un fiscal de armas da tomar, bien preparado, con experiencia, usaba gafas impresionantes y sus alegatos siempre convencían a los jurados.

Este tipo de juicios con jurados de conciencia son una caja de sorpresas o lotería donde cualquiera situación puede ocurrir, las partes en controversia buscan llegar al sentimiento de los jurados.

A confesión de parte, relevo de pruebas, un juicio en derecho sería fatal para la dama, así que la defensa como el Ministerio Público utilizaban el poder del convencimiento y la retórica.

Durante el juicio se reveló que la víctima y la victimaria, eran inteligentes, también bipolares, la última sufrió una violación de cuatro desalmados mientras pasaba un fin de semana en una casa de playa en Punta Barco.



La mujer se negó a subir al estrado por recomendación de su abogado, sus familiares, principalmente su abuelo y dos tías, pidieron clemencia al jurado de conciencia porque era la única nieta y sobrina que existía en la familia.

Algo contradictorio porque en los casos de homicidios los primeros que piden justicia o condena es la familia, no obstante, en ese caso era lo contrario.

Terminó el juicio a las 9 de la noche, fueron tres días, los periodistas y el público esperaron por una hora afuera de la sala de audiencias cuando anunciaron que ya había un veredicto.

En los casos penales, civiles, laborales y contencioso-administrativo alguien gana y alguien pierde, no hay empate y en este juicio de homicidio, el jurado consideró que la imputada era “inocente”.

Las dos tías y el abuelo se abrazaron, lloraron, los reporteros sorprendidos por el fallo, aunque nunca tomaron en cuenta que la propia familia pedía otra oportunidad.

El fiscal agachó la cabeza, la decisión de los jurados es inapelable y se debe aceptar.

Ana Lucía se negó a hablar, fue trasladada a la Cárcel de Mujeres, en San Miguelito, donde un camarógrafo la grabó cuando salía del penal feliz y con una sonrisa pícara como quien dice: “gané y soy libre”.

Nunca se supo la razón del homicidio, la vida le dio una segunda oportunidad y posteriormente la antropóloga desapareció de la vida pública.

Rosa y los trogloditas

Rosa, Orlando y Johnny, eran tres jóvenes que se la pasaban en discotecas, fiestas patronales, arranques, matanzas, laboraban en lugares distintos, pero muy unidos como si fueran casi hermanos, pero no tanto porque entre ella y el último pasó un tórrido romance breve.

La dama, de 23 años, era oriunda de Chitré, Herrera, blanca, cabello rojizo de tinte, ojos miel, delgada, pechos atractivos y mirada inocente, mientras que Orlando, capitalino, de 24 años, era de baja estatura, algo obeso, abundante cabello negro, ojos pardos y blanco.

Johnny, de 23 años, capitalino, tenía la piel canela, facciones acholado, ojos oscuros, musculoso, cabello negro y de mediana estatura.

Se pegaban unas jumas bravas en las discotecas, en ocasiones no se sabía quién cargaba a quién, principalmente en los bares abiertos los días de semana, aunque ninguno faltó a su centro laboral, tras los arranques.



En una ocasión, el padre de Rosa, le prestó el automóvil para que el grupo acampara en la playa, se fueron a Gorgona y encontraron una vivienda sin habitar con mobiliario.

Contaba con aire acondicionado, equipo de sonido, camas, televisor, cable, ollas, alimentos, cerveza y güisqui, así que montaron su fiesta con música trance, salsa, merengue y típico.

Al terminar la parranda, cruzaron el muro, ebrios, se instalaron a 500 metros de la propiedad y cuando la policía se presentó todos respondieron que pensaron que una fiesta privada y más nada.

Los tres estudiaban diseño gráfico en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panamá (UP), sus compañeros los llamaban “Rosa y los trogloditas” por parranderos, comelones y unidos.

Otra noche, fueron de paracaídas a la celebración de un matrimonio en el Hotel Panamá, la cuñada del novio quedó enamorada de Orlando, el chico manejó la situación, pero no le gustaban las damas.

Se colaron en los pisos de las habitaciones para pasar la noche después de la farra, le comunicaron a la dama de la limpieza que le consiguiera la llave magnética maestra, Johnny la convenció y mujer accedió.



Cuando salió el sol, de forma clandestina, salieron sin ser descubiertos por el resto de los empleados del hotel.

Llevaban dos años y medio en ese ritmo, casi a punto de terminar materias para posteriormente el proceso de tesis, decidieron celebrar al culminar el último semestral.

Como a las doce de la noche, Orlando yacía en uno de los sofás de la discoteca hasta la zapatilla en licor cuando vino la bomba.

Rosa le confesó a Johnny que siempre lo amó, que el romance breve y el sexo la enloqueció, simuló todo lo que pudo, tuvo vacilones con otros chicos de semanas, sin embargo, él era el hombre de su vida.

Un aluvión de nuevos días se acercaba para la pareja porque el caballero respondió lo mismo, que su inmadurez no le permitía aceptar que se moría por ella, le ofreció disculpas por pasearle mujeres en su cara.

-Lo siento tanto Rosa. Mi mente de chiquillo no vio más allá, no acepté que te amo y que buscaba una salida, pero esa salida eras tú-.

-Eso no importa, ya que también hice lo mismo con algunos hombres. Lo que acontezca en el futuro es lo que vale-.

Cuando se graduaron, a Orlando le ofrecieron un trabajo en Guadalajara, México, se marchó en busca de nuevos horizontes, mientras que Rosa y Johnny terminaron en la Catedral Metropolitana unidos en matrimonio católico.

Solo quedaron los recuerdos de las noches y las locuras de jóvenes inmaduros universitarios, dos de ellos que se juraron amor eterno y tuvieron tres hijos varones.

Por su parte, Orlando se consiguió un novio en México y se mudó con él, por lo que feneció el grupo de “Rosa y los trogloditas”.

 

 

 

 

 

El diablo a la italiana

La gente de Nuevo Tonosí, en Colón, se preguntaba cómo Eusebio Herrera, de 30 años, en tan solo un quinquenio, tenía hectáreas sembradas de arroz, maíz y más de 60 cabezas de ganado, cuando llegó a la población para vender ropa y zapatos.

El masculino era blanco, ojos miel, cabello castaño claro, alto y atlético, se le conocían varias mujeres y dos hijos, pero los trataba de la patada como si fuesen parte de su finca.

Algunos decían que el caballero tenía un pacto con satanás para que le proporcionara tierras, dinero y poder, ya que fue uno de los pocos que se estableció en esa zona sin plata y se volvió rico.

Todos los fines de semana mataba una res, hacía grandes fiestas con lindas chicas, güisqui, abundante cerveza, comida y música típica con orquestas. ¿De verdad llamó al diablo?

Eusebio Herrera ostentaba un lunar en la frente, en forma de una media luna, lo que inducía a los vecinos del pueblo de que era una marca que satanás le colocó para identificarlo antes de llevarlo al infierno.



Los rumores eran más fuertes a medida que transcurría el tiempo y el hombre adquiría más terrenos, aumentaba su volumen de vacas y toros, además las cosechas eran excelentes.

Ninguno de sus animales sufría de enfermedades, no le cayó una sola plaga a sus cultivos y el masculino tampoco padecía de afectaciones a su salud.

Jamás asistía a la misa, a pesar de que el párroco solicitó numerosas citas con el latifundista para convencerlo de la palabra de Jesucristo, por el contrario, sus contribuciones al clero local eran nulas.

Pasaron dos años, en el pueblo se estableció una italiana llamada Speranza Rinaldi, de 40 años, blanca, hermosa, de ojos verdes, cabello negro, voluptuosa, quien compró algunas tierras colindantes a las de Eusebio Herrera.

Parecía que todo iba bien entre Eusebio Herrera y Speranza Rinaldi, hicieron buena amistad, bebían juntos, pasaban mucho tiempo los dos y para que no lo jodieran, el caballero envío a sus dos hijos a estudiar a España.

La dama, oriunda de la península itálica, cautivó a los varones de Nuevo Tonosí, menos al párroco del pueblo, llamado Oscar Vasco.

El laico estaba convencido de que la mujer era el mismo demonio porque fue la única que logró domar al hacendado capitalino, algo que no sucedió con otras damas.



Tiempo después, en las noches, los vecinos escuchaban aullidos de animales, perros, coyotes y de pronto en otras fincas amanecían muertos, ganado porcino y bovino, menos en la de la italiana y su novio.

Se contaron avistamientos de una figura nocturna con cachos y cola, por lo que los residentes de Nuevo Tonosí, decidieron encerrarse cuando el sol se ocultaba.

Para la noche del 3 de abril de 2015, era Viernes Santo, los moradores escucharon gritos, el ganado de la finca de Eusebio Herrera, enloqueció, emitían su peculiar sonido y corrían hasta caer al pasto.

Algunos vecinos salieron de sus casas y vieron fuego, pero nadie se atrevió a entrar a la propiedad ajena.

Al amanecer, todos los animales murieron, al llegar la policía con funcionarios del Ministerio Público, encontraron tres cruces al revés, enterradas, dos vacías y en la del centro estaba el cuerpo de Eusebio Herrera con los ojos abiertos.

Quedó el rumor de que Speranza Rinaldi era el diablo en el cuerpo de una mujer y se llevó al capitalino para cobrar su deuda.

La fémina nunca apareció y de allí nació la historia del diablo a la italiana en Nuevo Tonosí, Colón.

 

El don Juan chichipati

Corría el año 1993, era febrero y venían los fabulosos carnavales en Las Tablas, Los Santos, donde el jolgorio se mezcla con el alcohol, las chicas hermosas en pantalones cortos, cabellos recogidos y vasos en las manos para beber.

Un grupo de seis masculinos arrendaron una vivienda en Nuevo México, en la capital santeña, con camas, sofás, nevera, una estufa y utensilios de cocina para preparar los alimentos.

“Tato”, “El Tigre”, “Cola de Perro”, “Huevo Frito”, “Concolón” y “Cantina al Hombro”, estaban felices porque pasarían cuatro días de farra, conocerían guiales nuevas, bailarían mucho y tomarían licor como soldados, tras ganar una batalla.

El viernes 19 de febrero, el primero que llegó a la casa fue “Cola de Perro”, luego “Huevo Frito”, quien se presentó con cuatro damas que no tenían dónde pernoctar durante las fiestas, mientras que el último que se apersonó fue “Tato” con su novia alemana, llamada Heidi Heinz.

Todos cargaron para Chitré, Herrera, en los carnavales de la barraquera con cerveza y ron, donde gozaron hasta quedar ebrios y se mojaron en los famosos culecos nocturnos.



El sábado de carnaval tableño, “Cantina al Hombro”, trajo cinco estudiantes de enfermería, damas que buscaban asilo temporal, así que ninguno de los caballeros rechazó a las preciosas universitarias.

Ninguna de las mujeres cocinaba porque argumentaban que viajaron a festejar, no para agarrar platos, cortar carnes o pollo y sentir el calor, así que la gastronomía quedó en manos de “Tato” y “Cola de Perro”.

El domingo de carnaval, "Huevo Frito" estaba tan borracho que perdió la cartera con 200 dólares, limpio, sin un centavo, sin documentos, pero eso no le robó el sueño porque sus amigos hicieron una colecta de 250 dólares.

Esa tarde, todos se fueron a dormir tras los culecos, menos “El Tigre” y “Concolón”, quienes decidieron “chupar” güisqui a montón en El Praga, aunque para la noche “El Tigre” se encontraba mal, con taquicardia y obvio que afectado por el exceso de alcohol.

Por las noches, se turnaban las rondas de pintas, a 75 centavos la cerveza para 17 personas que conformaban la delegación de chuposos, el costo era de 12.75 dólares, así que la cartera debía estar bien forrada en dinero.

El lunes de carnaval, en Punta de Fogón, “Cantina al Hombro” se quedó solo porque las universitarias fueron recogidas por otros varones, principalmente la más bella o María, de piel canela, pocotona, cabello negro, largo y ojos pardos. “Cola de Perro” la conquistó.



“Cantina al Hombro” lo tomo de buen humor, no se molestaba y solamente reía cuando todos coreaban: “nadie es de nadie”.

La germana sorprendida por el tumulto de personas bajo los efectos del alcohol, parejas comiéndose a besos, policías alertas para evitar peleas, la música a un volumen incontrolable y las vulgaridades de los Dj, eran la característica de las fiestas.

El lunes de carnaval lo tomaron con más calma, pero la novia de “Tato” al ver tanta gente borracha decidió hacer lo mismo y cayó en un charco de lodo que ni levantarse podía.

Cuatro días de farra, bebiendo en la mañana, tardes y la noche, con varias aristas nuevas parejas, nuevos matrimonios y nuevos rompimientos de relaciones.

Decidieron retornar el martes de carnaval a las 9:00 a.m. porque ya era suficiente y mientras se despedían le coreaban a “Cantina al Hombro” que nadie era de nadie.

El grupo dejó la casa destruida, el inodoro tapado, la manguera del tanque de gas obstruida y los muebles dañados.

Una resaca de madre fue lo llevaron a la ciudad de Panamá, ese febrero de 1993, en la que un caballero fue el don Juan chichipati del carnaval.

 

'La literatura nos da el poder de transformar': Aileen Brown

Le encanta la lectura y escribir, es economista y le gustaría hacer literatura infantil, facetas descubiertas por las respuestas de la escritora panameña Aileen Brown, quien accedió a una entrevista con el portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte”.

La literata cuenta sus inicios, su formación y cómo nace el amor por las letras, en el interesante diálogo con este portal.

¿Quién es Aileen Brown? Explique su mini biografía.

Es una panameña, licenciada en Economía, por la Universidad de Panamá.

Está incluida en distintas antologías aparecidas en 2021: “Consumación de Eros. Antología del cuento erótico en Panamá”, “Ofertorio: Secuencias y Consecuencias. 

Antología de mujeres cuentistas de Panamá:  Siglo XXI” (ambas en Foro/taller Sagitario Ediciones), y Antología del Bicentenario de Centroamérica (Ayame editorial).

En ese mismo año publica, junto a la escritora Melissa Sánchez Salazar, el libro “Revelaciones” (Foro/taller Sagitario Ediciones).   Es egresada en el 2017 del primer Programa de Formación de Escritores (Profe) del antiguo Instituto Nacional de Cultura (Inac), actual Ministerio de Cultura, categoría cuento; en años posteriores: cursó ahí novela, escritura creativa y poesía.

Participó en el taller de cuento avanzado del escritor Enrique Jaramillo Levi.  Actualmente, se desempeña en el área de estudios económicos en el sector público.



¿Cómo nace su pasión por la literatura?

Creo que nace de una serie de hechos en mi vida.  Empezando cuando de niña me encantaba escuchar las historias de mi abuela acerca de Darién y de gente tan pintoresca que casi lograba verlas en mi mente. Era como ir armando personajes.  Eso alimentó mucho mi creatividad.

Luego, estando en la escuela primaria, me enganché a las historias cortas del libro “Narraciones panameñas”, y allí despertó la lectora.

Es en el año 2017, cuando entré a los talleres de formación para escritores (Profe), del Ministerio de Cultura (Inac para ese entonces) y, bueno, lo que pensé que duraría aproximadamente tres meses, ahora no tiene fecha de culminación. Mientras más aprendo, más leo y más escribo, más deseo continuar.

¿Háblenos de su obra más importante?

Hasta el momento, diría que mi obra más importante es “Revelaciones”, que en realidad son dos libros en uno, una colección de cuentos que publiqué junto a la escritora  Melissa Sánchez Salazar.  Este libro cuenta con un total de 46 cuentos. Está dividido en dos grandes secciones (con 23 cuentos en cada una).

Para mí es el más importante porque representa un paso adelante en mi avance como escritora.  Es un libro que no solo recopila cuentos, sino el resultado de muchísimas horas de talleres (de diversos géneros), clases, tertulias literarias y trabajo.

¿En qué se basó para escribir sus obras?

Como decía Cortázar, una triple experiencia “leer, escribir y vivir”. Mis historias se basan en la mezcla de lo que me ha dado la lectura, la escritura (incluyendo a las personas que he conocido gracias a ella) y la vida misma, día con día.



¿Cuál es su público lector?

Por ahora, no es para un público infantil. Del resto no hay límites. Todo el que desee llevarse una sorpresa, un giro inesperado o un motivo para reflexionar es bienvenido. Siempre que tenga en cuenta que no todos los cuentos son de hadas.

 ¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

Leo de todo, pero me gusta mucho la brevedad de los cuentos y las novelas cortas.  Dicen que no es fácil decir mucho en poco espacio, pero yo siempre he sido de pocas palabras al hablar. Tal vez por eso me atrae el poder de la síntesis.

¿Cuál es el género literario más leído en Panamá para usted? Explique. 

Considero que el género más leído en Panamá es la novela.  Basando mi respuesta en lo que he podido observar en distintos grupos de lectura. Pero el cuento y la poesía se están abriendo camino entre los lectores.

¿Qué opina del mercado literario panameño?

Es un mercado pequeño y difícil. Le toca al escritor independiente navegar en él con mucho ingenio y perseverancia.

Explique el camino del escritor independiente.

Es un camino pedregoso; pero no intransitable. Requiere de arduo trabajo y de cumplir múltiples funciones si no se cuenta con el capital suficiente para pagar por algunas de ellas.

Un escritor independiente debe saber un poco de todo, en torno a la publicación de un libro, y estar en constante formación.  Pero, el poder de decisión y la satisfacción final lo valen.



¿Es escritora de mapa o de brújula?

Confieso que no tengo un método específico al escribir. A veces brújula, porque algunos cuentos salen como si una vocecita te los fuese susurrando al oído. Otras veces mapa, que es la forma que considero más divertida, porque es un juego de armar y desarmar piezas en la historia hasta que esté lista para escribirla.  

¿En qué ocupa sus ratos libres?

Leer es infaltable. Un escritor que no lea, no creo que realmente lo sea.  También me gusta mucho el cine, sobre todo de suspenso, y pasear; siempre hace falta el contacto con la naturaleza.

¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Me gustaría llegar a publicar un libro infantil. Los niños son el semillero de futuros grandes lectores y escritores.

También estoy iniciando los trabajos de una novela corta que verá la luz cuando sea digna, no importa el tiempo que tome. No hay prisa.

¿Qué tiene que decir a los escritores anónimos con miedo de publicar obras?

Siempre digo que la literatura nos da el poder de transformar nuestros peores miedos en belleza a través de las palabras.  Entonces, sería un desperdicio no aprovecharlo. Por supuesto, teniendo en cuenta la responsabilidad de leer, formarse y  contar con asesoría profesional de un buen editor antes de publicar para entregar al lector un producto de calidad.

Amor a la mexicana

 Xotchil Lizalde, llegó a trabajar al centro de llamadas de una empresa de telefonía móvil en Panamá, por recomendación de su tío, una accionista de la compañía mexicana Telefonía Azteca (Telaz) y la pusieron a laborar desde abajo como una operadora más.

En ningún momento podía revelar que era heredera de parte del consorcio, ni decir que su papá poseía el 25% de las acciones de la transnacional, ya que fue enviada al istmo como castigo por su indisciplina.

La mexicana tuvo dos abortos, estuvo detenida en una ocasión por posesión de marihuana y le suspendieron la licencia por conducir borracha, así que le dieron un escarmiento para que aprendiera.

En realidad, Xotchil Lizalde era una pobre niña rica, con padres siempre ausentes en casa, cuidada por una criada desde los dos años, mimada, malcriada, pero una excelente guitarrista.

Llevaba tres meses en el istmo, con turnos rotativos, era blanca, pelinegra, delgada, ojos profundamente hermosos y oscuros, además de su acento charro que cautivaba, sin embargo, no le paraba bola a ningún varón.



Residía en un cuarto de hospedaje en urbanización Obarrio con unas chicas venezolanas y una española, por lo que caminaba para ir al trabajo porque su centro laboral estaba cerca de donde pernoctaba.

Todo ese tiempo evitó consumir alcohol y drogas e iba de viento en popa en su proceso de recuperación, mientras que el tiempo del castigo era hasta que cambiara su modus vivendi.

A los cinco meses de estar la mexicana en Panamá, entró a trabajar al centro de llamadas, un caballero identificado como Julián Bárcenas, de raza negra, alto, musculoso, vivía con su madre y dos hermanos en Río Abajo.

Julián Bárcenas estaba en proceso de la tesis de arquitectura, tenía 25 años y laboraba desde los 20 años para ayudar a la manutención de sus dos hermanos, bebía ocasionalmente cerveza, no fumaba ni consumía drogas.

La extranjera se la montó de una vez a Julián porque era el único que no la piropeaba, ni a ella ni a otra chica de las instalaciones de la empresa porque su madre era demasiado posesiva.

Si su hijo mayor se casaba, obviamente se iría de la casa y perdería una fuente de ingresos que difícilmente encontraría en otra parte, debido a que la mayoría de los hombres no quieren cargar responsabilidad ajena, así que un novio o esposo nuevo ni pensarlo.

Xotchil Lizalde, le tiraba indirectas, lo “torcía los ojos” y bajito le decía al oído “negro de mierda”, aunque en el fondo se moría porque el caballero le diera un beso.



En la empresa había un hombre llamado Alberto Ramírez, blanco, alto cabello negro, ojos pardos y enamorado locamente de la mexicana, no obstante, ni lo determinaba.

También en el fondo Julián Bárcenas le gustaba Xotchil Lizalde, aunque prefería mantener sus sentimientos ocultos porque ya sabía que la fémina rechazaba a todos los caballeros que la cortejaba, además creía que lo odiaba por ser negro.

Pasaron seis meses desde su instalación en el istmo, Alberto Ramírez, cabreado en su orgullo de hombre, consiguió un revólver 38, se lo llevó a la empresa y cuando se encontró con la charra la gritó que, si no era para él, tampoco sería para otro varón.

Momentos de tensión, lo intentaron calmar, pero Alberto Ramírez, con lágrimas en los ojos y la mano derecha temblorosa sostenía el arma, intervino Julián Bárcenas, se colocó delante de Xotchil Lizalde, el otro caballero disparó e impactó sobre el hombro izquierdo de Julián Bárcenas.

Al ver a su compañero en el suelo herido, Alberto Ramírez, tiró el arma y huyó, sin embargo, fue capturado por miembros de la seguridad de la empresa y entregado a la policía.

En el hospital Santo Tomás, la mexicana lloró, agradeció al varón por su valentía en salvar su vida, le ofreció disculpas por el maltrato hacia él y le confesó que en realidad lo amaba y por eso actuaba tan infantil porque no aceptaba estar enamorada.

Julián Bárcenas respondió que actuó solamente por amor, ya que tenía un sentimiento oculto y jamás pensó decirle.

La herida no fue mayor, la bala entró y salió, le dieron de alta en el nosocomio y desde ese momento se hicieron inseparables.

Xotchil Lizalde le contó toda su historia a su novio, él sorprendido de conocer la vida de su pareja, la amó más, decidieron legalizar su relación en un juzgado, vivir juntos, mientras que la suegra  de la operadora no tuvo otra opción que aceptar el matrimonio porque los hijos son prestados.

Ese fue el amor a la mexicana del laopecillo de Río Abajo, Julián Bárcenas.