La gente de Nuevo Tonosí, en Colón, se preguntaba cómo Eusebio Herrera, de 30 años, en tan solo un quinquenio, tenía hectáreas sembradas de arroz, maíz y más de 60 cabezas de ganado, cuando llegó a la población para vender ropa y zapatos.
El masculino era blanco, ojos miel, cabello castaño
claro, alto y atlético, se le conocían varias mujeres y dos hijos, pero los
trataba de la patada como si fuesen parte de su finca.
Algunos decían que el caballero tenía un pacto con
satanás para que le proporcionara tierras, dinero y poder, ya que fue uno de
los pocos que se estableció en esa zona sin plata y se volvió rico.
Todos los fines de semana mataba una res, hacía
grandes fiestas con lindas chicas, güisqui, abundante cerveza, comida y música
típica con orquestas. ¿De verdad llamó al diablo?
Eusebio Herrera ostentaba un lunar en la frente, en forma
de una media luna, lo que inducía a los vecinos del pueblo de que era una marca
que satanás le colocó para identificarlo antes de llevarlo al infierno.
Los rumores eran más fuertes a medida que transcurría
el tiempo y el hombre adquiría más terrenos, aumentaba su volumen de vacas y
toros, además las cosechas eran excelentes.
Ninguno de sus animales sufría de enfermedades, no le
cayó una sola plaga a sus cultivos y el masculino tampoco padecía de
afectaciones a su salud.
Jamás asistía a la misa, a pesar de que el párroco
solicitó numerosas citas con el latifundista para convencerlo de la palabra de
Jesucristo, por el contrario, sus contribuciones al clero local eran nulas.
Pasaron dos años, en el pueblo se estableció una italiana
llamada Speranza Rinaldi, de 40 años, blanca, hermosa, de ojos verdes, cabello
negro, voluptuosa, quien compró algunas tierras colindantes a las de Eusebio Herrera.
Parecía que todo iba bien entre Eusebio Herrera y
Speranza Rinaldi, hicieron buena amistad, bebían juntos, pasaban mucho tiempo los dos y
para que no lo jodieran, el caballero envío a sus dos hijos a estudiar a España.
La dama, oriunda de la península itálica, cautivó a
los varones de Nuevo Tonosí, menos al párroco del pueblo, llamado Oscar Vasco.
El laico estaba convencido de que la mujer era el
mismo demonio porque fue la única que logró domar al hacendado capitalino, algo
que no sucedió con otras damas.
Tiempo después, en las noches, los vecinos escuchaban
aullidos de animales, perros, coyotes y de pronto en otras fincas amanecían muertos,
ganado porcino y bovino, menos en la de la italiana y su novio.
Se contaron avistamientos de una figura nocturna con
cachos y cola, por lo que los residentes de Nuevo Tonosí, decidieron encerrarse
cuando el sol se ocultaba.
Para la noche del 3 de abril de 2015, era Viernes
Santo, los moradores escucharon gritos, el ganado de la finca de Eusebio
Herrera, enloqueció, emitían su peculiar sonido y corrían hasta caer al pasto.
Algunos vecinos salieron de sus casas y vieron fuego,
pero nadie se atrevió a entrar a la propiedad ajena.
Al amanecer, todos los animales murieron, al llegar la
policía con funcionarios del Ministerio Público, encontraron tres cruces al
revés, enterradas, dos vacías y en la del centro estaba el cuerpo de Eusebio Herrera con los ojos abiertos.
Quedó el rumor de que Speranza Rinaldi era el diablo en
el cuerpo de una mujer y se llevó al capitalino para cobrar su deuda.
La fémina nunca apareció y de allí nació la historia
del diablo a la italiana en Nuevo Tonosí, Colón.
Se lo llevó el diablo 😩💀💀
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