Esteban Garza, conocido como Corazón de Metal, se lavaba los dientes ese 24 de marzo de 2012, debía realizar uno de los trabajos que acostumbraba, aunque no formaba parte de Los Zetas, si era respetado por sus integrantes.
Viajaba por todo México para liquidar a los enemigos políticos de quienes lo
contrataban, así que mataba a candidatos a puestos de elección popular,
senadores, diputados o cualquier otro que se opusiera a la organización.
Residía en la Ciudad de México donde era más fácil confundirse entre
millones de personas sin ser detenido por la policía, además sobre su cabeza pesaban
16 asesinatos, todos con el clásico tiro en la frente.
Detrás de ese hombre de 1.65 metros, acholado, cabello negro y delgadez, existía
un demonio sin sentimiento, compasión o clemencia, no lloraba, pero los tormentos
de sus asesinatos le generaban consumir marihuana y tequila en grandes
cantidades.
Así que ese 24 de marzo, aproximadamente a las cinco de la tarde, se duchó,
cepilló sus dientes, preparó un café bien cargado, consumió unos tres cocoles y se
marchó en la ruidosa capital mexicana.
Su víctima era la candidata Zoé Lizalde, quien en los medios de
comunicación social arremetía contra los carteles y barones de la droga
mexicanos, prometía su extinción de ser electa senadora de Tamaulipas.
Con la guerra declarada, Zoé se convirtió en objetivo de Los Zetas
y otras organizaciones, así que los mafiosos se unieron para contratar a Corazón
de Metal con el propósito de liquidarla.
La hermosa aspirante de 35 años, casada y con dos hijos, se hospedaba en un
hotel de la avenida Francisco Madero, la más concurrida de la CDMX y dónde el sicario
podría convertirse en humo y desaparecer.
Vestido con un elegante traje de calle o saco con corbata, el caballero
daba la impresión de que era un ejecutivo, dos policías lo vieron, no obstante,
no lo reconocieron por la astucia del asesino en cambiar su identidad.
Alteraba su aspecto con tintes de cabello, barba total o de candado, se
afeitaba la cabeza, utilizaba lentes de contactos, gafas, frenos falsos en los
dientes y pelucas, por lo que era un maestro en identidades.
La idea era esperar que su víctima ingresara al hotel, burlar la vigilancia
como un huésped, llegar hasta la habitación de Zoé, ingresar con la llave
maestra magnética y disparar su escuadra con silenciador para luego marcharse.
A los diez minutos que Zoé entro, vino el turno de Corazón de Metal,
ingresó a las instalaciones, al presentarse con la dependiente del hotel, sus
labios se abrieron por la falta de aire para respirar, puso su mano derecha en el
mostrador y se desplomó.
Cuando los paramédicos llegaron al hotel, el sicario no presentaba signos
vitales, el abuso de drogas y alcohol acabaron con su corazón que no era de metal
y sucumbió de un infarto fulminante.
La policía se sorprendió cuando encontraron el arma de fuego, una fotografía
de Zoé y una identificación de Anselmo García, nacido Sinaloa, pero las
huellas dactilares corroboraron que era uno de los hombres más buscados en México
o Esteban Garza, de 28 años, conocido como Corazón de Metal.
Fotografías de Wikipedia y Pinterest no relacionadas con la historia.