Melissa y Luis se conocieron en la revista Impacto, ella llegó a laborar como correctora de estilo, mientras que el varón se presentó a buscar trabajo como diseñador gráfico y fue aceptado.
Ambos contaban con 26 años, recién graduados, casados y
sin hijos, sin embargo, las largas jornadas laborales que se hacen en los
medios de comunicación social, sin el pago de horas extras, los unió.
La pareja desayunaba, almorzaba y cenaba juntos, Melissa
conducía un carrito que su esposo le
prestaba ocasionalmente y le daba el aventón a su compañero de la revista.
Los colaboradores del medio de comunicación decían que Melissa y Luis eran la
pareja café con leche porque ella era rubia, pocotona y ojos miel,
mientras que el caballero de piel canela, alto, delgado y ojos pardos.
Con el tiempo, las pláticas y consejos se transformaron
en atracción, se veían a escondidas en la rotativa o los baños de la revista
para hacer el amor, en un principio ayudados con el látex y luego en carne
propia.
Era notorio que, en las noches, ella atrasaba la
corrección de las historias y él en el diseño de páginas porque se encerraban
en el inodoro, tanto de las damas como el de los varones.
Ambos descuidaron a sus respectivas parejas, el esposo
de la amante fue a la empresa a reclamar al Romeo, pero no lo dejaron entrar y
la esposa herida en su orgullo de mujer también hizo lo mismo, no obstante, no
logró hacerlo.
Tras una plática, los novios clandestinos decidieron
separarse para que sus matrimonios no naufragaran, aunque de vez en cuando se
encerraba en los baños para entregarse a la lujuria y la pasión.
Con el tiempo una crisis de anuncios publicitarios
generó una reducción de personal, Luis fue despedido, lo que lo alejó de su
pareja clandestina y Melissa aprovechó que Luis ya no laboraba allí para
arrastrarse con el caballero entre las sábanas de las pensiones de la avenida
Justo Arosemena, en Panamá cuando se podía.
Pero, Aldo, el marido de Melissa, descubrió una futura
cita, consiguió cianuro y con un cuchillo, la siguió hasta que su mujer ingresó
a la pensión con Luis, hicieron sus travesuras para abandonar el hotel.
La sorpresa de Aldo fue de que su esposa salió sola,
no se dio cuenta de que el infiel se marchó por la puerta trasera,
decidió actuar, se le colocó frente a ella, la dama asustada quedó congelada
hasta que sintió el filo en su cuello.
El esposo bebió una gaseosa mezclada con el veneno, al
poco tiempo cayó en la avenida Justo Arosemena al lado de su mujer, bañada en
sangre por la herida y fue llevada al hospital.
Melissa logró salvarse, el cuchillo cortó un tejido
nervioso que la dejó coja, su esposo se suicidó y un amante preñado de terror cuando
se enteró.
Tras la tragedia la pareja no se volvió a encontrar,
pero ambos recordaban los momentos de placer que los llevó hasta en el baño.
Imagen de Juan Méndez y Matt Hatchett de Pexels no
relacionados con la historia.