Los encuentros de la pareja se realizaban en el establo donde se arrastraban entre los henos, los maderos y se mezclaban las gotas de sudor con el fluido de los amantes clandestinos.
Desde que Elías conoció a Diana, fue amor a primera
vista, sin embargo, el varón estaba casado con Marilú, hermana de la primera,
lo que significó que poco podía hacerse para formalizar la relación.
La novia oculta retornó de un viaje desde Santiago de
Chile, donde se diplomó en medicina gracias a una beca ganada con mucho esfuerzo,
sudor y sueño, por lo que, al regresar a su país, se instaló donde su pariente cercana.
Le consiguieron un internado en el hospital Anita
Moreno de Los Santos, así que de allí estaba a pocos pasos de Chitré, Herrera, lugar
en la que estaba la finca de Elías y Marilú, también el peligroso juego del
amor.
Durante una matanza, la engañada esposa se pegó una
borrachera, los invitados se fueron, las miradas entre Elías y Diana lo decía todo,
solo faltaba que una chispa que provocara el incendio.
Ambos intentaron resistirse a probar el fruto prohibido
por lógicas razones, no obstante, a la fiera de la naturaleza es imposible
detenerla, tampoco atrapar la brisa y menos tapar un volcán a punto hacer erupción.
Eso sucedía precisamente, Elías llegó a trabajar en un
proyecto de viviendas a Chitré tres años antes, su actual esposaba laboraba
como arquitecta, así que el destino juntó a un ingeniero civil con quien hizo
los planos.
El gatillo de la ruleta rusa del sentimiento giraba, se
detenía a cada momento donde no había balas y los encuentros a escondidas entre
los tórtolos aumentaba hasta que hubo alarmas de un posible embarazo de la
doctora en medicina.
No funcionó que Marilú le presentara a otro ganadero
para empatarla, aunque no sabía los hechos, quería para su pariente una pareja,
sin ni siquiera imaginarse las puñaladas que recibía sus espaldas.
Diana, una mujer de carácter fuerte, no quería hijos,
le dedicaba su vida a la siembra de arroz, criar puercos, vacas y muy diestra
en el manejo de armas de fuego, tanto en rifles como un revólver 38.
Inteligente y audaz, pero no lo suficiente para darse
cuenta de que su hermana y su esposo se cogían duro durante sus largas
ausencias en el monte, incluso en días no hábiles.
Un domingo en la mañana, de esos en que el sol hierve la tierra, de
poca brisa y mucha humedad, Diana se cayó del caballo, con la ayuda de un peón,
logró subir de nuevo al animal y regresó al rancho.
Poca concurrencia en la propiedad, el peón se fue de
la finca, la esposa buscó por todos lados, no encontró a su marido, ni a su
hermana, se dirigió hacia los establos y los vio en traje de Adán y Eva.
Herida en su orgullo de mujer, sacó el revólver 38 y
le pegó dos tiros a cada uno. Fallecieron al instante.
Imagen de Marina Abrosimova y Pavel Danilyuk no relacionadas con la
historia.
Hasta dónde llega la ira del ser humano. Ella debió romper el vínculo con el esposo llegando al divorció y asunto arreglado, lo más triste es que ella éste pagando una condena en la cárcel por no pensar con serenidad y ser más astuta que ellos.
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