Lenteja y Macarrón

 A pesar de su juventud, dos imberbes llevaban una vida delictiva desde niños, los llevó pernoctar por varios meses en el Tribunal Tutelar de Menores, cuya estructura desapareció con la invasión estadounidense en Panamá en diciembre de 1989.

Lenteja y Macarrón, eran reconocidos carteristas, residentes en los multifamiliares de Barraza, el primero en la torre cuatro y el segundo en la siete, donde el poco espacio encerraba la esperanza de los padres de los antisociales de un giro en su vida antisocial a una sana.

Ni siquiera los llantos de ambas madres lograban que sus descendientes abandonaran sus acciones ilegales, ni las poderosas adolescentes, María de 15 años, novia de Lenteja, y Yasuri de 16, empatada con Macarrón.



Su trabajo principal era el de arrebatar carteras a las vecinas que esperaban los autobuses en la Avenida A, la parada del Lucianito y tórtolos que pululaban el rompeolas frente el Centro Escolar Manuel Amador Guerrero.

A Lenteja le metieron un balazo en su pierna izquierda y llevaba una cicatriz en su mejilla derecha, mientas que, a Macarrón a sus 17 años, le pegaron un plomazo en el hombro izquierdo, un miembro de la Guardia Nacional (GN) cuando lo perseguía por robarle a un turista coreano.

Nunca le presentaron el miedo a la policía, los barrotes, la muerte, el peligro y menos las golpizas que le daban a los maleantes los uniformados durante la dictadura militar panameña.

Los chicos desafiaban todo, así que un día decidieron hurtar en un apartamento en el edifico Lealtad, ubicado en El Chorrillo, pero se encontraron con la sorpresa de que la madre de un teniente de la GN estaba en el inmueble.

Macarrón la sostuvo, le tapó la boca y Lenteja le ató una sábana alrededor del cuello hasta matarla, se llevaron un botín de tres relojes, cuatro collares, cincuenta dólares en efectivo y una sortija de oro.



Como era imposible empeñarlos por ser menores, decidieron venderlos hasta que un inspector del Departamento Nacional de Investigaciones (Deni) escuchó el asunto y dio la alerta.

No hubo sumarias, la novedad llegó hasta los oídos de embrutecido teniente, así que con sus camaradas decidió cazar a los atrevidos y soberbios asesinos adolescentes.

Dos días después, los encontraron escondidos en un zaguán de la calle 19 Oeste con la calle Próspero Pinel y los introdujeron en una patrulla con rumbo desconocido.

A los siete días, los cuerpos de Lenteja y Macarrón aparecieron en la playa de La Plaza de Francia, golpeados, con signos de quemaduras y estrangulados.

Desafiaron al Leviatán y pagaron con su vida por ello.

Fotografía de Conades y Wikipedia no relacionadas con la historia. 

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