Augusto Alaya emigró desde Quito, Ecuador, hacia Virginia, Estados Unidos, en busca de una mejor vida, dejó a sus hijos en su tierra natal con el fin de traerlos una vez se establecía en esa ciudad.
Con la ayuda de su hermano Tereso, laboraron como jornaleros en la construcción
de viviendas, limpiando negocios y cortando yerba, sin embargo, el dinero no
alcanzaba por lo costoso de ese país.
En una clínica donde aseaban ambos sudamericanos laboraba Peggy Sue, una
hermosa rubia, ojiazules, asistente de uno de los médicos y con mucha ambición de
estudiar medicina, pero los créditos solicitados o becas fueron rechazados.
Augusto, de 40 años, era acholado y alto, así que la damisela de 22 abriles,
era un trofeo que podía exhibir frente a sus paisanos, los mexicanos, salvadoreños
y anglosajones que llegaron de estados agrícolas con la misma idea del ecuatoriano.
Para acumular dinero y regarle a Peggy Sue, vendía flores en los semáforos
en las noches en el límite de Virginia con Washington DC hasta que un cubano le
comentó que falsificando licencias de conducir haría dinero a montón.
En el año 2000, el sistema E-Verify apenas se aplicaba, así que muchos
migrantes sin papeles llegaron donde Augusto para solicitar el documento, lo
que representó cientos de dólares y costearle la carrera de medicina a su novia
estadounidense.
Trabajaba desde su casa para crear falsos carné de seguro social o de residencia (la famosa tarjeta verde), lo
que era necesario para abrir una cuenta al banco, obtener crédito y al final los
clientes terminaban siendo legales, pero ilegales.
Los pequeños comercios y agricultores no contaban con ese sistema, así que desde
otros estados le solicitaban a Augusto las tarjetas que vendía a 100 dólares
cada una.
Semanalmente, acumulaba hasta 12,000 dólares, con Peggy Sue feliz y a quien
no dejaba ni dormir porque era poco probable que se repitiera una conquista
como esa.
El tiempo pasó, el ecuatoriano enamorado de su pollita yanqui, aunque también
conquistaba a otras jovencitas, mientras que su hermano Tereso le pronosticaba
un mal futuro de su novia norteamericana y Augusto terminó largándolo de la
casa.
A los cinco años, Peggy Sue se graduó de medicina, se hizo un fiestón con
algunos compañeros de clase y migrantes amigos del novio de la nueva doctora.
Esa misma noche, Peggy Sue aprovechó que su pareja estaba ebrio, agarró su
ropa y se marchó con Emilio, un estadounidense de origen colombiano de la misma
edad de la joven.
Augusto lloró, llamó a su hermano Tereso, quien le recordó que le había dado un mal
pronóstico porque Peggy Sue se cansó de las infidelidades y al final el
falsificador encontró la horma de sus zapatos.
Imagen de la pareja de Dreamstime no relacionada con la historia.