Narciso, conocido como Pata de caballo, de 23 años, era un reconocido antisocial residente en Barraza, un barrio pobre de la capital panameña, nunca agachó el lomo, pero siempre su cartera estaba llena de dinero y conseguía las mejores guialcitas del área.
El tipo, de cabello negro, baja estatura, ojos pardos
y rostro acholado, usaba un diente de oro, leontina, zapatillas Converse, color
blancas y su gorrita tipo Benny Moré.
Su especialidad era hurtar en las elegantes viviendas
de la Zona del Canal, aunque cumplió en dos ocasiones sentencias en la
penitenciaria de Gamboa, cuando salía de esa cárcel iba con sangre en los ojos
para seguir su vida delictiva.
Residía con sus padres, oriundos de Veraguas, dos
hermanos y una prima de nombre Sirena, también con aspecto acholada y un cuerpo
escultural.
Parte del botín que sacaba el malandrín de sus operaciones ilícitas lo administrativa Sirena y sus tíos sospechaban del romance
clandestino, sin embargo, no había evidencias.
Amanda, la mamá de Pata de Caballo, los vio mientras
se daban un suculento beso y para evitar más conflictos familiares decidió
enviar a su sobrina a Santa Fe de Veraguas.
Pasado un mes, el antisocial extrañaba a su pariente-pareja,
así que decidió viajar para reencontrarse con su media naranja y trasladar su
modus operandi a la capital veragüense.
Alquiló un cuarto, no obstante, como había que cancelar
pagó los tres primeros meses, mientras que el caballero se juntó con dos malandrines y planificaron hurtar en la casa de un ganadero de nombre Carlo Martini.
Con la ayuda de un peón que odiaba los Martini,
ingresaron a la finca del millonario de descendencia italiana, llegaron hasta
la vivienda, se fueron hasta la habitación nupcial y los descubrieron.
Martini tenía experiencia en armas, formó parte de la Brigada
Victoriano Lorenzo, de panameños que combatieron la dictadura de Tachito
Somoza en Nicaragua.
El ganadero mató a tiros a Pata de Caballo, sus
dos compinches y resultó ileso porque los delincuentes eran maleantes de poca
monta, no conocían el manejo de pistolas o escuadras.
Sirena y Amanda fueron las únicas que lloraron a quien
en vida llamaron Narciso, un ladrón de barrio que se fue al campo a robar y terminó
siete metros bajo tierra.
Foto de Helena Lopes de Pexels y la Policía Nacional de Panamá, no
relacionadas con la historia.
Triste final 🙁
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