El cuerpo de don Mario Marchetti quedó boca arriba en la alfombra gris, con una inmensa mancha ladrillo, con cuatro impactos de bala en el tórax, corazón, estómago y la laringe.
Uno de los investigadores al ver la escena del crimen corrió al baño a
vomitar porque la impresión era muy fuerte, sin embargo, de inmediato
descubrieron que algo extraño sucedía.
Ambas lámparas de mesita en la alfombra, las sábanas revueltas, las cortinas
arrancadas, las uñas de la víctima presentaban alguna piel arañada y tenía un golpe
en su ojo derecho.
Hubo una fuerte lucha antes de ser ultimado o peleó como un tigre y no era
necesario ser un doctor en investigaciones para saberlo.
En la billetera del comerciante italiano radicado en Panamá, tenía nueve
billetes de a cien dólares, sus joyas y otros valores estaban intactos, lo que
inducía a que no fue un robo, sino un homicidio por encargo.
Los primeros sospechosos fueron los familiares, sus hijas sometidas a interrogatorio,
declararon estar con su madre en San Carlos, en la casa de playa, mientras su padre
realizaba algunos arreglos a su propiedad en Portobelo, Colón.
Nadie vio nada, no se escucharon disparos, posiblemente eran asesinos
profesionales que usaron silenciador y se perdieron, se alertó a los puertos, aeropuertos y a Paso Canoas, y dos colombianos
fueron detenidos en el aeropuerto Internacional de Tocumen.
Entraron el domingo en la mañana y el lunes pretendían salir del país a las
9:00 a.m., lo que llamó la atención de los inspectores de migración, por ser
una visita extremadamente breve y no eran ejecutivos internacionales.
Los tipos cantaron, viajaron por encargo a hacer el trabajo, les pagaron 10
mil dólares en efectivo a los dos e incluso el dinero llevaba el papel para sujetarlo
con el sello del banco, así con ese dato se supo dónde y quién efectuó la
transacción.
En tres días se giró orden de detención contra Mario Marchetti Sossa, su
hijo de la víctima, quien huyó a Roma y posteriormente a Palermo.
Fue un proceso largo y engorroso hasta que fue publicado en los diarios de
Sicilia que el hijo de un italiano ordenó su muerte para quedarse con sus propiedades
en Panamá e Italia.
Peligro latente para Mario hijo, el asunto era público y los jefes de la
mafia siciliana estaban molestos con él.
Para el crimen organizado en América, como los colombianos o mexicanos, se mata a cualquier pariente con el
fin de no perder dinero, no obstante, la mafia italiana considera la familia
como sagrada en extremo.
Mario hijo pretendió reunirse con representantes de la Cosa Nostra, aunque fue
rechazado.
Pasaron seis meses del asesinato del comerciante italiano, Mario hijo salía
de un restaurante y le metieron doce balazos.
Así terminó el parricida porque la costumbre italiana es muy distinta a la panameña
e incluye la de los mafiosos.
Fotografías cortesía de Dreamstime no relacionada con la historia.