Constantino Cornejo, miraba sorprendido al pistolero que caminaba mientras disparaba un fusil ruso AK-47, se notaba las luces provocadas por la pólvora del arma de fuego.
A su alrededor, las personas se agachaban, en el mini
súper de Chu Ming, frente al parque de Los Aburridos, los cristales presentaban
los hoyos creados por el plomo al entrar.
Una niña de aproximadamente diez, años, acostada el
piso para salvar su vida, ya que en los barrios donde las pandillas marcan sus
territorios, es necesario aprender a la fuerza si quieres llegar a jubilarte.
En el antiguo mercado, unas señoras en el pavimento, con
sus palanganas de comidas colocadas en mesas, algunas regadas en el suelo,
macarrones, arroz, albóndigas, mondongo y ensalada de feria (papa, remolacha,
apio y huevo con mayonesa), se mezclaba con la salsa roja.
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Del otro lado de la Avenida A, corregimiento de El Chorrillo,
en la calle Juan A. Mendoza, dos muchachos disparan sus glock contra el
pistolero.
Al sujeto le responden en un oeste moderno,
caracterizado por barracas destartaladas, aguas negras, abundante pobreza,
promiscuidad, falta de cultura y educación casera.
Una disputa por el tumbe de 10 quilos de cocaína, es
el epicentro del conflicto entre dos pandillas rivales o una guerra sin cuartel
porque alguien debe pagar por la mercancía perdida.
Constantino se agacha, se arrastra para no ser víctima
de una bala, debido a que estas no conocen, ni llevan nombres completos, así
que el caballero también aprende, aunque no es vecino de esa zona.
Sencillamente, fue desde Bella Vista, a comprar un
ventilador para computadora personal porque la de su hijo se dañó y en las páginas
de Internet demoraban dos semanas en traerlas a Panamá, por lo que la
necesitaba de urgencia.
El único local de computadoras que tenía en Panamá
la pieza requerida estaba en esa zona, así que se trasladó hasta el populoso sector y quedó en
medio del salvaje y moderno oeste.
Los disparos no cesan, una automovilista herida en su
pierna izquierda, intenta mover su carro, pero todos no circulan porque sus
conductores no son pendejos o no quieren morir abaleados.
Constantino sigue arrastrándose hasta llegar a un
lugar a salvo, lleva la pieza en la mano, el pandillero, apostado en la Avenida
A, tiene los timbales grandes, ya que se coloca detrás de un poste de luz para cubrirse,
recarga su arma y dispara otra vez.
Los viejos jubilados que juegan dominó, están detrás
de dos árboles gruesos que pueden amortiguar el plomo, pero no Constantino.
En ese momento, el caballero siente un golpe en su
pierna derecha, una bala se le introdujo en su muslo derecho, siente algo
caliente, pero ve que la automovilista herida, gira hacia atrás.
Le grita que cuidado que está herido, ella no lo
escucha, gira el volante hacia la izquierda para huir y coloca reversa con el
fin de salir del atasco.
Los ojos de Constantino solamente ven el neumático
cuando le pasa por su cráneo.
Abre sus ojos, está asustado, es domingo 30 de octubre
de 2022, está sudado, orinado y fue una pesadilla.
Su mujer Glenda le pregunta si desayunará, el hombre
responde que solo quiere café.
Se va al ordenador, entra a la plataforma de Amazon y
compra la pieza de la computadora.
No quiere que la pesadilla sea una realidad.