Triple asesinato en Pico Rivera

Guadalupe Linares, de 21 años, logró cruzar la frontera Tijuana-San Diego, sin ningún inconveniente, ayudada por un tío suyo que se conocía el paso fronterizo internacional entre México y Estados Unidos, ya que el hombre era un “coyote”.

Bastante fatigada, fue trasladada desde el parque Balboa de San Diego hasta Pico Rivera, al sudeste de Los Ángeles, California, una comunidad de migrantes mexicanos, donde estaría a salvo de “la migra”.

Lupita, era de piel canela, alta, hermosa, ojos miel, cabello azabache, mitad india e hija de un capataz español que trabajó en una finca en Tamaulipas, donde se cultiva la mata de agave azul para hacer el famoso tequila.

Emigró porque el peso mexicano estaba por el piso en comparación a otras monedas internacionales, la situación se hizo difícil y el hacendado comenzó a despedir trabajadores para evitar cerrar el negocio.



Muchos, entre ellos Lupita, se marcharon “al otro lado” en busca de suerte, la dama se refugió en casa de su tía Efigenia viuda de Garza, quien residía con sus hijos Eleuterio, Francisco y Arturo.

Ya en Pico Rivera, no tenía problemas con el idioma inglés porque poco lo platicaban, le dieron oportunidad de trabajar sin papeles en una taquería del sector, enviaba dinero a su familia, aportaba con los gastos donde su tía y le quedaba algo.

Con esa vida llevaba seis meses hasta que Eleuterio, su tía, Francisco y Arturo llevaron a sus mujeres a Pico Rivera Sports Arena para la presentación del grupo norteño “No me rajo”, muy famoso en los estados que formaron parte de México hasta 1848 y pasaron a Estados Unidos.

En la arena bailaban, bebían tequila, reían, gritaban y la pasaban bien, aunque Lupe miraba con otros ojos a Eleuterio y este se caía de la mata con su prima, pero no cruzaban la línea por ser primos lejanos.

Lo que la dama callaba era que en la taquería llegaba a diario a enamorarla, un estadounidense caucásico, ojos azules, gigantón, rubio, identificado como Malcom Charles, un exveterano de Afganistán.

El hombre sufría de estrés postraumático, ansiedad, agresividad y otros problemas psiquiátricos causados por los efectos del frente de guerra.

Malcom se fue del peligroso barrio del Bronx, en Nueva York, a Pico Rivera, en busca de otra vida, no quería tratos con norteamericanos, blancos ni negros, por lo que escogió vivir en Pico Rivera, donde jamás pasaría por desapercibido.



Mientras la familia disfrutaba del concierto, el yanqui se apareció donde Los Garza, se presentó y saludó a Lupita, lo que dejó atónito a los parientes de la mujer porque jamás lo mencionó.

Sin embargo, lo recibieron bien, el anglosajón intentó ser amable con Lupita, pero era imposible platicar con la dama por el sonido de la música, ella no hablaba inglés y Eleuterio se dio cuenta de que le “volarían” a la chica, lo que lo enfureció.

Pasaron los dos grupos teloneros y venía el principal, cuando Malcom se molestó con Lupita porque abrazó a su primo Eleuterio, el gringo lo empujó y el mexicano cayó.

Ebrio y drogado, Malcom gritaba obscenidades en inglés a Lupita, lo que entendían los tres caballeros, el primero en defender a la dama fue Francisco, luego Arturo y de último Eleuterio, pero su contextura física no era para luchar contra un camión como Malcom.

Los tres quedaron en el suelo, sin embargo, Eleuterio le levantó, rompió una botella, el anglosajón le tiró un derechazo que el mexicano esquivó y le hundió la botella en el vientre.

El público miraba todo, la policía se acercaba y vio cuando Malcom sacó una escuadra para posteriormente dispararle a los tres hermanos.

Al día siguiente, Los Angeles Times tituló en la sección de crime and courts: ‘Veteran kills three mexican brothers in Pico Rivera Sports Arena’.

Malcom lleva diez años en el corredor de la muerte en espera de una cita con la inyección letal por acabar con tres inocentes vidas.

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