Rommel Gutiérrez, es un estudiante de diseño gráfico, de 24 años, labora en el Ministerio de Comercio e Industrias (Mici), soltero y sin hijos, exigente en todos los sentidos, incluso para buscar pareja porque quería una rubia natural, pocotona y de ojos azules.
Su argumento es que como físicamente es de piel
canela, cabello lacio, ojos oscuros y delgado, requería de una mujer exótica,
hermosa y que parara tráfico porque necesitaba “mejorar la raza”.
A pesar de que varias chicas en el Mici intentaban que
se fijara en ellas, el caballero de marras las rechazaba porque quería una fula
que rompiera todo esquema.
Con sus amigos asistía a parques, discotecas, bailes
típicos, competencia de trajes de baño, recitales de poema o cualquier
actividad masiva con el fin de encontrar a la rubia madre de sus hijos, como
decía él.
Uno de sus pasieros le recomendó una aplicación de
esas usadas en los celulares para encontrar novia o amiga con posibilidades de
una relación y ¡Eureka!, la halló.
Rommel se encontró con Clio Ionescu, la nieta de un
rumano que presuntamente vivía en tierras Altas de Chiriquí, hablaba y escribía
castellano porque residió en Jaén, España, así que no habría problemas de comunicación.
La mujer dijo tener 20 años, pelirroja, ojos azules,
de buena figura, soltera y que estaba en Panamá para cuidar a su abuelo porque
tenía una enfermedad que requería atención y como era su nieta favorita, se la
trajo desde la madre patria al istmo.
Rommel por fin encontró su media naranja y extranjera,
se imaginaba muy orgulloso paseando por las calles de Vacamonte, Panamá Oeste,
con su rumana pelirroja de ojos azules.
Sería la envidia de los cholitos y negritos de calle
10 ma Vacamonte, lo respetarían porque consiguió una chica deseada por todos.
En ese vaivén, llevaban seis meses platicando por la
aplicación de WhatsApp, aunque solamente por conversación escrita, cero videollamadas
o llamadas, ya que Clio se negaba, pero si le remitía videos grabados de ella
para que su novio la viese.
Sus vecinos estaban ansiosos de conocer a la dama
rumana, sin embargo, Rommel se excusaba de que por el momento no podía viajar a
Panamá Oeste porque debía cuidar a su abuelo enfermo.
Transcurrieron ocho meses y todo seguía igual, Rommel
sin ver a su novia en video o en directo, así que le consultó a viejo José Chanis,
quien sin titubear le respondió que ese era tremendo maricón o estafador.
-Alguien que da esas excusas es porque quiere tapar su
real identidad y ese es un hombre, no una mujer-, respondió Chanis, lo que no
le gustó a Rommel y le quitó el habla.
Rommel se aisló de todos sus amigos, compañeros de
trabajo y de su familia porque pensó que no deseaban su felicidad o lo envidaban.
Un día llegó a Vacamonte, un primo de Rommel, quien le
propuso una solución fácil, colocó la imagen de un chico bien parecido en su
aplicación de WhatsApp e hizo una videollamada y fue cuando respondió un hombre
en el aparato de Clio.
-Así que tú eres Clio. Eres un hombre, no una mujer-,
dijo Rommel.
El impostor, al verse descubierto, cerró la comunicación,
luego Rommel le escribió desde su teléfono y se dio cuenta de que fue
bloqueado.
Triste, derrotado y acongojado, el masculino
enamorado, soltó a llorar y cuando se lo dijo al viejo Chanis, este le recomendó
que dejara de llorar ahuevazones porque él mismo se buscó eso porque tenía
varias admiradoras y las despreció.
-Querías una fula de tus huevos y conseguiste una con
huevos-, respondió José Chanis.
Rommel reflexiona sobre su vida y el mal uso de las
redes sociales porque al final la guial resultó un buay.
JESUS ALABADO, POBRE HOMBRE 🤣🤣
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