“El Metálico” vio a “Culembo” con dos vasos de raspados con hielo, sin sabor o sencillamente hielo puro, y se preguntaba: ¿para qué necesitaba eso?
El segundo se dirigió hacia las marquesinas del
colegio José Antonio Remón Cantera (Jarc), donde lo esperaban tres estudiantes
más, colocaron el hielo en unos vasitos de plástico, “Culembo” metió la mano en
un morral rojo, abrió como un envase y empezó a servir.
“El Metálico” se unió al grupo de “Culembo”, “Raya’o”,
“El Tico” y “Jirafa”, todos estudiantes del VB17, de plan de contabilidad en
español de la Escuela Profesional Isabel Herrera Obaldía.
Como si estuviesen en un resort, reían, vacilaban las
nenas del colegio Remón y chistaban.
Unos 20 minutos después, el negro “Poroto” llamó a “El
Metálico” porque platicaba con Verónica, una chica que le gustaba al
adolescente roquero y este le confesó que los muchachos tenían una botella de
güisqui que la bebían de forma clandestina.
No solo era ilegal, sino que rompía las reglas de ambos
planteles estatales, así que si los sorprendían sería una suspensión de clases
hasta que trajeran a su acudiente y para 1985, eso representaba una tunda de
correazos por mal portados.
-Miren que están correteando a este poco de locos-,
manifestó “Poroto” a “El Metálico” y Verónica.
Los tres alumnos observaron cómo dos inspectores del
Jarc perseguían a los estudiantes de la Profesional, no obstante, como eran
cuatro los alumnos, tres lograron evadir a sus captores.
“Jirafa”, a pesar de sus largas piernas, era un “patón”
corriendo, ya que lo atraparon, “Raya’o”, cruzó por debajo del puente elevado
peatonal en medio del tráfico y escapó, así como el resto de los chicos.
Después del recreo, llegó a la clase de Contabilidad, una
secretaria de la Subdirección, para llamar a todos los varones del salón y los
llevaron para ser identificados por los inspectores del Jarc.
“Flaco Bala”, preñado culillo porque tenía dos
cigarrillos en la cartera, pero no lo reconocieron porque no estaba en la “chupata”.
También se salvaron “El Metálico” y “Raya’o”, el
primero porque estuvo poco tiempo y el segundo porque, arriesgando su vida,
cruzó la vía Israel aterrado ante una posible rejera de su acudiente.
A “Culembo” y “Jirafa” los suspendieron hasta que
trajeran a sus padres y resto tuvo en respiro para aprender la lección de que
hay acciones que deben esperar a la mayoría de edad, una de ellas es el consumo
de licor.
Tras terminar el colegio en 1986, “Culembo” se fue a Estados
Unidos, se enlistó en el ejército y fue enviado a la primera Guerra del Golfo Pérsico
de 1990, y no hubo más noticias de él, mientras que “Jirafa” trabajó en una
empresa privada en el departamento de Contabilidad.
“Flaco Bala” laboró en una cadena de supermercados en
la parte administrativa, “Raya’o” es abogado y tiene dos hijas, “El Metálico”
publicista y escritor, “El Tico” desapareció del mapa y del resto de los chicos
poco se supo.