La enfermera alemana (I parte)

Faltaba solo tres meses para entrar al nuevo siglo XXI, mientras que Ayra e Isis laboraban en la Biblioteca de la Procuraduría de la Administración en busca de jurisprudencia que ordenó el despacho superior.

Ambas molestas porque era un viernes cultural y querían irse de parranda a la discoteca Señor Frogg, ubicada en calle Uruguay, en la Ciudad de Panamá.

Por los pasillos de la institución se diseminó el rumor de que en las noches o terminada la tarde, pululaba el fantasma de una mujer, vestida con atuendo de enfermera de principios del siglo XX.

Ya varios funcionarios comentaron que la vieron, sin embargo, nadie logró tomar fotografía alguna del suceso paranormal e incluso un conductor la describió como rubia, de ojos azules, alta, delgada y vestida con “un poco de trapos”, en alusión a las prendas de vestir usadas décadas atrás.



Otro de los chismes era que había un pasadizo secreto entre el edifico de la Gobernación de Panamá y la Procuraduría de la Administración, construido en los años 40, cuando el istmo le declaró la guerra a Alemania, Italia y Japón, presionado por Estados Unidos.

Supuestamente, el fantasma andaba por ese pasillo escondido (unía a las dos instituciones) y recorría todas las oficinas, en busca de pacientes porque se hablaba que fue enfermera en el frente belga durante la I Guerra Mundial.

Cayó la noche, la avenida Perú desierta en su totalidad y el parque Belisario Porras con pocos visitantes, típico de un viernes de quincena donde se incrementa la vida nocturna.

Ayra e Isis, encontraron los documentos que necesitaban, eran aproximadamente las 7:30 de la noche, debían subir del sótano donde estaba el Centro de Documentación, y tomar las escaleras, iguales a un caracol partido en dos.

Entregaron los papales, se despidieron de la secretaria y bajaron a la biblioteca a buscar sus pertenencias para marcharse.

Las dos sintieron un frío, Ayra pensó que era el aire acondicionado, sin embargo, solo estaban las dos.




Isis le peguntó a su compañera si lo bajó, la respuesta fue negativa porque no tuvo oportunidad.

En una de las ventanillas que daba a la calle había un bombillo de avenida que se apagó, luego se fue la luz en la zona.

Al minuto volvió la energía eléctrica, pero las computadoras no encendían, fue entonces cuando un hilo de humo se coló por debajo de la puerta.

Las dos damas se miraron asustadas.

Isis es de piel canela, cabello negro, delgada y alta, cuando vio el cerrojo moverse quedó más blanca que la nieve y Ayra, blanca, cabello negro, azabache, ojos pardos y de mediana estatura, abrió la boca para gritar, pero su compañera le puso la mano derecha para evitar que lo hiciera.

Frente a las mujeres estaba ella, con su vestido blanco, una cruz roja en el pecho de su ropa, una cofia en la cabeza, ojos profundamente azules, caucásica, alta y con mirada que hipnotizaban.

No era cuento, la enfermera existía y la vieron las Ayra e Isis.

Continuará…

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