Ceréndulo Ruíz Salerno, regresó a principios de 1990 a Panamá, luego de más de dos años en el exilio que le impuso la dictadura militar, que lo envió a Ecuador y luego el hombre, aprovechó su ascendencia materna italiana para residir en Roma.
Sin embargo, el varón no se fue solo, se llevó a su
amante de 25 años, a quien le doblaba la edad y era su secretaria en la firma
de abogados, donde Ceréndulo era socio.
La esposa Miriam de Ruíz, tuvo un papel muy duro ante la alta
sociedad panameña al soportar la vergüenza de que su marido se llevara a la querida
y no a ella junto con sus dos hijas.
Cuando ingresaba a las actividades sociales, la gente
la miraba y se reían en su espalda, pero, aunque ella lo sabía, prefirió
guardar silencio para no reñir con los asociados, no solo de vida social, sino
también de actividades comerciales.
Ceréndulo se dio la vida de rico en Roma, aprovechó
que contaba con varias propiedades, mantenía cuentas bancarias en Estados
Unidos, Italia y el Reino Unido, así que el dinero no era un asunto que le
preocupara.
Antes de regresar a su país, el esposo infiel envió a
su amante una semana de anticipación para evitar conflictos con su familia, no obstante, creía
que su cónyuge desconocía que vivía un exilio dorado con una pollita.
Miriam le preparaba su mejor recibimiento, su esposo llamó
desde el aeropuerto hacia la residencia familiar, ubicada en el elegante barrio
de Altos del Golf, sin embargo, nadie respondió.
Ya era de noche, Ceréndulo cansado de un vuelo de más
de diez horas, con escala en Madrid, tomó un taxi desde el aeropuerto de Tocumen
hasta la casa, sin embargo, al llegar se encontró la sorpresa de su vida.
En venganza por hacerla pasar la vergüenza más grande
de su existencia, la propiedad fue vendida, transacción que hizo con ayuda de los
militares en el poder.
Ceréndulo, observó las estrellas, la media luna, la
brisa casi secó la lluvia en sus mejillas, mientras sus ojos casi se nublaban
del disgusto padecido por semejante noticia.
En la calle, con poco dinero, se fue a un teléfono
monedero para hablar con un amigo que le ofreció albergue por unos días.
Temprano en mañana del día siguiente, se enteró de que
su mujer, aprovechó su ausencia, se divorció y lo dejó si nada por infiel.
Las propiedades que ambos poseían fueron traspasadas a
terceros, alquiladas y las cuentas bancarias cerradas.
Fotografías de Max Vahkbovycn de Pexels y archivo no
relacionadas con la historia.