Mafe Quiñones

Empecé a laborar como diseñador gráfico del diario El Heraldo de Panamá, a principios del siglo XXI, recién graduado de la universidad, los 500 dólares mensuales de salario no era malo para un imberbe sin descendientes e hijo de papá y mamá, de 23 años.

A la semana fui a buscar una gaseosa por donde estaban los correctores porque allí había una tiendita, me atendió una dama de unos 35 años, cabello negro, piel canela y ojos pardos, delgada, pero muy linda.

Se presentó como María Fernanda Quiñones, profesora de español, fue muy amable, quedé de inmediato flechado, sin embargo, tuve una gran decepción cuando me informaron que la casi reina de belleza le gustaba su mismo sexo.



¡Mala leche la mía! La única que me gustó del diario, yo en busca de pareja y la que llamó la atención, bateaba para su propio equipo y no tuve más remedio que aceptar y mirar a otro lado.

Con el tiempo me hice muy amigo de Mafe, me daba consejos laborales, a veces almorzábamos juntos, algunos decían que era mi novia clandestina, aunque nunca fue cierto.

Admiraba su destreza para conquistar, no preguntaba sobre su vida privada, no me atrevía, lo consideraba demasiado personal y preferí no escarbar en ese asunto.

Mafe levantaba chicas blancas, chinas, rubias, mestizas, todas de cuerpo voluptuoso, anduvo que varias del trabajo, algunas con marido y novio, lo que me generaba un gusanillo de curiosidad.

¿Cómo ella podía conquistar y yo ni una escoba con falda me miraba o todo salía mal cuando una mujer me encantaba?



Pero la vida sigue igual, en diciembre, vino la fiesta de Navidad, fue un rumbón, los empleados del periódico disfrutamos y ya en tragos me atreví a preguntar a Mafe cuál era su secreto.

—Ustedes los hombres son como lobos cuando ven un rebaño de ovejas y a todas se las quieren comer. Fija tu objetivo, estúdiala, busca sus gustos, si tiene pareja escarba su lado débil. Hazte su aliado, dale un hombro para llorar y un pene parar enterrar—.

—¿Podré con Angelina? —

—Piensa con la cabeza de arriba, no la de abajo y verás que tendrás éxito—.

Llegó enero y seguí al pie de la letra, lo que me aconsejó Mafe con Angelina y acerté porque la mujer aceptó y se convirtió en mi novia.

Los varones del periódico se mostraron sorprendidos cuando se enteraron que Angelina era mi pareja, algunos supieron que mi asesora fue Mafe y nunca dije ni una sola palabra de los consejos de mi amiga.

Ella contaba con más calle que muchos varones y una táctica mejor usada que un hombre.

Imagen de Yan Krukau y Fauxels de Pexels, no relacionadas con la historia.

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