Alberto Centolla era un
estafador, quien estuvo dos veces en prisión porque no conocía otro modus
vivendi que robar a las demás personas con el propósito de andar en carros BMW,
rentar apartamentos de clase media alta y salir con chicas lindas.
En el año 2000 se juntó
con una gallada de venezolanos, quienes le enseñaron varias formas de cometer crímenes
como clonar tarjetas de créditos, ventas de mercancía irreales y otros hechos
punibles.
La Dirección de
Investigación Judicial (DIJ), en el año 2010, intentaba capturarlo por varios delitos
cometidos, entre ellos la no devolución de 30,000 dólares que le solicitó a una
empresaria de origen árabe para un negocio que nunca operó.
Alberto era buscado por
todas partes, no obstante, no lo hallaban porque el caballero era muy escurridizo,
se le escapaba a la policía en sus propias narices y usaba distintos métodos para
despistarlos.
El hombre blanco, de ojos
pardos, baja estatura y cabello negro, se dejaba crecer la barba, se afeitaba
la cabeza, se pintaba el cabello e incluso se vestía de mujer para desorientar
a sus captores.
Rania Hussein Hassan, fue
la mujer estafada por Alberto, casada, con dos hijos y quien era la novia
oculta del panameño de 35 años, pero ella no se atrevía a contarle a su marido
porque no quería problemas en su matrimonio.
Así que la afectada se
presentó en la DIJ con un fabuloso plan para atrapar al escurrido estafador,
una idea que lo haría morder en anzuelo entero.
Inventó enviarle un
mensaje de texto a su número celular y posteriormente una llamada desde un aparato
sin número identificable para notificarle que se ganó dos pasajes a Bariloche,
Argentina, hotel, alimentos y 800 dólares en efectivo para otros gastos.
El hombre recibió la
comunicación, preguntó dónde podía recoger los pasajes, se dirigió en horas de
la tarde a reclamar el premio ganado supuestamente por comprar en un almacén de
electrodomésticos.
Cuando el estafador se
presentó en las oficinas de la supuesta agencia de viaje, la atendió una linda
rubia, quien le ofreció café y emparedados a la pareja, posteriormente los
llevó a una sala de espera.
A los dos minutos ingresaron
tres agentes de la DIJ que leyeron la orden de detención por el delito de
estafa, lo esposaron y se lo llevaron.
Mariana quedó con parte
del emparedado en su mano, sorprendida del acontecimiento y la fabulosa idea
para capturar a su novio, mientras que Raina resultó con el corazón roto y estafa
por el guapetón istmeño.
Imagen de Dreamstime y
Jimmy Chan de Pexels no relacionadas con la historia.