José Santander se escapó desde San Javier, en Medellín, hacia Cedritos, en Bogotá, Colombia, con diez kilos de cocaína, mercancía valorada en aproximadamente 15,000 dólares, a razón de 1,500 por kilo.
La droga debió ser entregada
a una mula que viajaría desde el aeropuerto El Dorado de la capital colombiana
hacia Madrid, España, sin embargo, el intermediario nunca se presentó en el
hotel a entregar la nieve.
Furioso, Luis Gordillo,
jefe de los mafiosos y dueño de la mercancía, ordenó buscar por todo el país a
José para darle un escarmiento y los narcotraficantes peinaron Antioquia con el
fin de hallar al avispado chico, de 24 años.
José quería hacerse rico
de la noche a la mañana, inspirado en las leyendas urbanas de boca a boca en
Medellín, de que los traquetos contaban con millones de pesos
colombianos, autos lujosos, chicas lindas y ropa cara.
Pensaba en adquirir un
palacete en Envigado para hacer fiestas con mujeres desnudas, en piscinas imaginarias,
llevar a sus amigos íntimos y nadar en pesos o dólares estadounidenses.
Mientras era cazado, el
caballero logró vender la cocaína y montó un pequeño bar en Cedritos, donde
pagaba protección a la policía, un concejal y contaba con dos escoltas.
El negocio era una
fachada donde se traficaba no solo licor, sino marihuana, éxtasis y cocaína a
ricachones, profesionales y todo aquel que pudiese pagar para pasar un rato en el
Marte de Cundinamarca.
Así pasaron cuatro meses,
los buscadores del nuevo traqueto no lo encontraban hasta que una noche una paisa
identificada como Lucrecia, una de las mocitas de Luis Gordillo, ingresó
al negocio de Luis y lo identificó.
De inmediato, Lucrecia le
notificó a su amante que el caballero que se robó la droga era propietario de
un concurrido negocio nocturno en Cedritos e incluso se fotografió con el
narcotraficante como prueba.
Luis Gordillo no le perdonaría
la afrenta causada y los conflictos generados por sus distribuidores turcos de
la droga, así que ordenó proceder sin clemencia contra su antiguo empleado.
A los tres días, José
estaba en un restaurante con una de sus noviecitas, cuando un supuesto comensal
ingresó al restaurante del norte de Bogotá, pidió una bandeja paisa y una
cerveza.
El caballero estaba
frente a su víctima, preguntó dónde estaba el baño, los escoltas de José se
encontraba afuera del local, mientras que el sicario se levantó de la silla, al
pasar por donde el antiguo distribuidor, sacó una escuadra, apuntó directo a la
frente y apretó el gatillo.
Un solo tiro frontal contra
José, los escoltas se batieron a tiros con el asesino, quien murió de cinco
balazos y la acompañante de la víctima resultó herida en el brazo izquierdo.
Los días de José Santander
terminaron y su sueño de ser un traqueto naufragó siete pies bajo
tierra.
Imagen de Andrés Segura y
Mario Alejandro González de Pexels no relacionadas con la historia.
Todos en esa vida acaban así 🔫 ☠️
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