Unidos por la vida

Anselmo Urrutia era un mecánico, hijo de un nicaragüense y la chiricana Margarita Pitti, llegó a la capital panameña en busca de mejores días, ya que en David había poco empleo y no contaba con capital para montar un taller.

Durante su niñez su madre le contó que tenía un hermano en Managua, que su padre, del mismo nombre, fue un mujeriego empedernido, lo que generó que ella lo abandonara ante las infidelidades.

El chiricano vio a su papá hasta los diez años, no de forma permanente, porque el trabajo de conductor de contenedores requería de grandes ausencias y viajes.

Creció con el gusanillo de conocer a su hermano, su mamá se negó a tener más hijos ante el impacto de le noticia que su antiguo marido le ponía los cuernos en cada esquina de Centroamérica.



Un tumor en los testículos impidió que Anselmo padre tuviese otros descendientes, aunque se dedicó a conquistar mujeres, le transmitieron Sida en Guatemala, no se trató y murió.

Mientras que, al año de laborar en un taller en Panamá, el dueño decidió abrir una sucursal en San José, Costa Rica y otro en Managua, así que envió a dos empleados, entre ellos a Anselmo hijo.

El joven de 27 años se llevó a su mamá para la capital nicaragüense, no la dejaría sola y la señora aceptó irse con su hijo porque ambos no tenían nada que perder.

Todo bien, Anselmo hijo era supervisor, los ojos del patrón, el negocio iba de viento en popa hasta que un día llegó una clienta, conductora con un vehículo averiado y le urgía su reparación.

Cuando la joven, identificada como Carolina Urrutia, vio al jefe panameño, se quedó estática y muda porque el parecido entre ambos fue increíble, era como si a Anselmo hijo le colocaran una falda y lo maquillaran.

Había algo, así que Carolina, de 27 años, una presentadora de un programa radial muy famoso en Nicaragua, le solicitó el número del móvil al mecánico y se hicieron amigos.

Durante un domingo de asado, la joven invitó a Anselmo hijo a su vivienda, este fue con su madre, la pasaron bien hasta que se apersonó la autora de los días de la comunicadora social a la reunión.



Al observar doña Sofía al panameño quedó también congelada de la semejanza, Carolina se lo presentó, al escuchar el nombre del caballero casi se desmaya de la noticia y peor cuando Anselmo hijo comentó que su papá era nicaragüense, conductor de camiones y fallecido.

Carolina y Anselmo hijo, eran hermanos, corroborado por ambas madres, los invitados también descubrieron que no era casual el parecido físico como un a copia impresa de carne y hueso. .

Margarita, Sofía, Anselmo y Carolina, lloraron, se abrazaron, no era un hermano que Anselmo hijo tenía en Nicaragua, sino una dama porque el camionero dio falsa información para despistar a la chiricana.

La vida lo unió sin ellos pedirlo.

Fotografía de Roberto Zúñiga y Kelly de Pexels no relacionadas con la historia.

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