A pesar de que le dijeron a Chocolate, de 31 años, que Margarita, de 24 abriles, era pan de pueblo y la mitad del Ingenio en Betania, Panamá se la almorzó, al migrante darienita no le importó las críticas de la sociedad de esa zona.
La primera vez que la vio compraba una caja de cervezas donde la china del
minisúper, observó sus largos cabellos negros alisados, su trasero enorme, ojos
pardos y rostro de tristeza, pero no le habló.
En la agencia de apuestas de caballos del Ingenio le
preguntó a don Papito quién era la dama, con notorios rasgos africanos como él
y muy hermosa, aunque le disgustó la respuesta del veterano varón.
Una decepción amorosa hizo que Margarita se volviera una
mujer fría, calculadora, ella decidía con quien se acostaba, no besaba a
cualquiera y les sacaba dinero a los caballeros porque sabía que solo les
interesaba llevarla a la cama.
Pueblo chico infierno grande, reza un viejo refrán, la
bola de corrillo de que Chocolate estaba enamorado de Margarita llegó
hasta los oídos de la migrante mulata de Bocas del Toro, quien sonrió cuando se
enteró que Chocolate se derretía por ella.
A pesar de ser una zorra, Margarita no desayunaba,
almorzaba y menos cenaba carne negra, la detestaba, sus preferidos eran de
Veraguas, Chiriquí, Los Santos o Herrera con distinta pigmentación a la suya.
Una tarde, el enamorado masculino la vio en el lavamático
y decidió atacar con toda su artillería verbal, no obstante, ninguna de las
municiones dio en el blanco por las defensas de la dama.
Pasaron tres meses, la mujer tuvo un accidente, se cayó
de la escalera del edificio donde residía, se la llevaron al hospital, le enyesaron
la pierna derecha y el primer día se apareció Chocolate con un ramo de flores y
la dama sonrió.
Los tres días que estuvo interna ninguno de los vecinos
del Ingenio la visitó, mucho menos las mujeres de maridos infieles y algunas se lamentaron de que no fue peor el accidente.
Chocolate la
esperó a la salida, la llevó en taxi hasta el viejo caserón de madera del Ingenio
conocido como el Arca de Noé.
Margarita dio su brazo a torcer porque pocos hombres
hacen esa acción, solo los enamorados, ella le confesó todo desde su decepción
hasta que le pegaron gonorrea y logró curarse.
Cuando escuchó la historia de su futura novia, a Chocolate
se le salieron las lágrimas, le dijo que no le interesaba su pasado, sino su
futuro y presente porque él tampoco era ningún santo y bastantes féminas pasó
por pensiones destartaladas, de colchones con sábanas de baratillo y ventiladores.
Todo el Ingenio se sorprendió cuando la pareja se casó,
primero por lo civil y posteriormente por la Iglesia, tuvieron tres hijos y dejaron
de residir en cuartos de alquiler para adquirir una vivienda en San Miguelito.
Margarita dejó de ser pan de pueblo para transformarse
en una excelente esposa y madre que amó, tanto a sus hijos como su marido,
hasta que murió al tener 35 años de casada.
Foto de Goldisable Jacob y Gustavo Fring de Pexels no
relacionadas con la historia.