'Ahora me toca a mí'

La policía encontró el cuerpo de Karl Fisher, en un charco de sangre, se notaba las heridas con un arma blanca u objeto punzocortante, tirado en la alfombra hecha con piel de vaca con marcado color rojizo.

Una sala desordenada, libros en el piso, adornos quebrados y papeles, lo que inducía que hubo una lucha entre la víctima y su victimario o victimaria, así que apenas iniciaba la investigación sobre el homicidio del ejecutivo alemán.

Al hombre lo trasladaron desde Berlín a Panamá, por la empresa K Motors S. A. fabricante de motores de todo tipo, con el fin de que realizara un proyecto para vender el producto en toda América.

Llevaba ya tres meses en Panamá, estuvo en España dos años, así que el germano dominaba bien la lengua castiza, mientras que al llegar al istmo hizo amistad con varios empleados de K Motors America.



Entre los amigos del alemán estaba Sismilio Atencio, un chiricano de piel canela, alto, fortachón y reconocido prostituto de hombres, aunque también conquistaba mujeres para demostrar que podía.

Entretanto, lo primero que hicieron los investigadores fue solicitar la cinta de video de seguridad del edificio, con ella sabrían sin duda alguna, el autor del atroz crimen.

El examen forense arrojó que el europeo tenía golpes en su pecho, cuello, un ojo morado, fue asfixiado y le propinaron catorce puñaladas, lo que no dejaba en duda dos cosas: fue pasional o con saña y el victimario quería asegurarse de que su víctima no respirara.



La cinta de video reveló que Sismilio entró del departamento con una ropa y luego salió con otra, asesinó, se bañó y se colocó ropa del departamento, era la hipótesis.

Cargaron con el sospechoso quien confesó ser el responsable del crimen, le hacía sexo al germano por dinero, ropa y lujos, fue una relación iniciada desde que el caballero ingresó al istmo.

Sismilio les dijo a los investigadores que esa noche fumaron marihuana y bebieron vino, hicieron el amor, pero se presentó un problema porque Karl quería intercambiar los papeles.

—Ahora me toca a mí—, dijo el extranjero en alusión a que le correspondía comer del pastel de Sismilio.

El prostituto se negó, hubo una discusión porque el alemán le tiró en cara el dinero le que entregaba, además que también tenía la necesidad ser un camión en la carretera sexual.

Tras la lucha verbal, empezó la física, Sismilio golpeó a Karl, lo asfixió con una toalla y lo apuñaló para asegurarse que estuviese muerto y no abriera la boca.

Allí acabó todo y a Sismilio lo condenaron a 25 años de cárcel por homicidio.

Imágenes de Cottonbro Studio de Pexels no relacionadas con la historia.

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